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Cuando Gioconda es Corella
España en la Bienal de Venecia
Por Publicado el: 03/10/2005Categorías: Crítica

De juventud a madurez

España en el Bienal de Venecia
De juventud a madurez
“Fragmento de Orfeo” de J.Rueda. “Un parque” de L.de Pablo. A.Comas, P.Jurado, L.Calero, C.Güell, J.L.Sendarrubias, etc. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. I.García, dirección escénica, escenografía y luces. B.Ferrer, dirección musical. Teatro Piccolo Arsenale. Venecia, 2 de octubre.
El desembarco español en la Bienal veneciana, tras el ambicioso espectáculo multimedia planteado por José Manuel López, ha continuado con dos obras de menor formato, “Fragmento de Orfeo” y “Un parque”, firmadas respectivamente por Jesús Rueda y Luis de Pablo. El trecho que va de una a otra es el de la propia vida, en la primera se perciben muchas más ambiciones que no siempre se acierta a exponer, mientras que en la segunda los resultados son mayores con menos pretensiones. Ambas comparten un fondo orquestal y vocal del coro muy superior a la escritura vocal solista, como sucedía con “La noche y la palabra” de López. Grave problema es éste, que sólo se resolverá perdiendo el miedo a la melodía y cuando alguien nazca con la inspiración entre sus dones.
Rueda ha presentado un fragmento de unos 25 minutos de lo ópera completa que prepara para Música de Hoy. En el escenario una larga escalera vertical en cuya base yace muerta Eurídice. Por ella, prisionero de una telaraña, bajará un Orfeo-Spiderman. Atrás un flautista trepa por una estructura metálica y Una segunda mujer canta el texto de Eurídice. Un recitativo inicial al modo de un Trujamán evolucionado revela el problema citado. Ruidos de agua, de la supuesta embarcación de Creonte, gemidos y lamentos de Orfeo, acompañamientos corales a boca cerrada, vocalizaciones de Euridice, son partes que van evolucionando con detalles interesantes, e incluso con Monteverdi en las entrañas, hasta la desesperación final del protagonista, que hiere los oídos. Un consejo a Rueda: el fragmento tiene consistencia en sí mismo. Una obra más larga sin más recursos y con el mismo lenguaje sería peligrosa.
De Pablo se convierte también en libretista de su ópera de cámara, sobre unos textos de Mishima que se avienen mejor a la lectura que a la puesta sobre un escenario. De Pablo se va “domesticando”. La melodía empieza tímidamente a fluir por su música, de verdadero maestro en la parte puramente orquestal. Ésta huye de densidades para plantear numerosos solos. Hay en ella más oficio pero también más ideas. Lástima que la evolución sea inferior en el canto, que llega a incluir un dúo a capella.
Los tratamientos escénicos no son ambiciosos pero ayudan. Sobresaliente el trabajo de los solistas, coro y orquesta de la Comunidad de Madrid, en un tour de force que ha dejado muy alto el pabellón español en Venecia. Gonzalo ALONSO

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