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Por Publicado el: 10/12/2014Categorías: Discos, DVD's y libros

Argerich con Barenboim, orgías sonoras

A-B

DE ORGÍAS SONORAS

Hay intérpretes que tiene una especial afición a trabajar con amigos. A veces, consiguiendo verdaderos “pelotazos”: recuérdese, por ejemplo, el fenómeno de los Tres Tenores, aunque ahí la amistad “inter pares” tuviera que ser medida con vara especial. Pero ahí está una de las protagonistas de este disco, que ha patentado en Verbier la marca “Argerich ands Friends”, por no hablar de su ´”Progetto” Lugano en el Festival del mismo nombre. Recuerdo en no sé qué edición una versión de  la transcripción para dos pianos de la Sinfonía Clásica de Prokofiev, tocada por ella y Yefim Bronfman, que fue para quedarse mudo. A Barenboim, que no es sospechoso de dilapidar su tiempo, también le gusta meter las narices en este tipo de cosas, un poco para pasarla bien, como se dice al otro lado del gran océano, un poco para desarrollar pequeños proyectos de gran tirón comercial. Sus, pongo por caso, incursiones en el jazz o en el mundo del tango son ejemplos de ello, aunque quizá la ocasión “entre amigos” que con más cariño y admiración pueda recordar es aquel maravilloso concierto de 1973,  en el que Christopher Nupen logró juntar a cinco  jóvenes músicos, muy amigos entre sí, y en algún caso algo más, para interpretar el Qinteto ´La trucha´de Franz Schubert: capitaneando el grupo, Daniel Baremboim, y a su lado, Jacqueline du Pré al violonchelo; Itzhak Perlman al violín; Pinchas Zukerman a la viola, y Zubin Mehta al contrabajo. Desde luego, otros tiempos.

     Bueno; fue casi circunstancial: Les Luthiers iban a actuar en el Colón en el verano de 2014; Martha Argerich iba a estar en Buenos Aires esas fechas, pues estaba haciendo una gira con Barenboim tocando juntos… y Elena Bashkirova les convenció a todos para el “todos revueltos”, incluida la Orquesta del Divan. Martha Argerich, que hacía más de 10 años que no aparecía por la Argentina, y su amigo Daniel iban a tocar en casa. Aquello iba a ser un acontecimiento, argentinos de vuelta unidos, etc. La explosión total, protagonizada por una serie de señores que no viven allí pero que saben qué pasa allí.  Tira millas.

       Este disco, en fin, no es la grabación del concierto del Colón, sino del que tuvo lugar en la Sala Philharmonie de Berlín, el 19 de abril del mismo año. Alguien que estuvo en el de Buenos Aires me ha dicho que lo que hay en este disco es mucho mejor. ¿Qué hay?

      Pues, a pesar de que tocan los dos juntos en las tres obras que presentan, yo diría que hay tres conceptos, uno para cada obra. En la Sonata para dos pianos en Re mayor, de Mozart,  no reconozco al músculo Barenboim de su Mozart pianístico; sí, en cambio, la elegancia y sutileza del piano de Argerich. Me parece que ella es quien impone el criterio, y quien dirige la operación. Nada que objetar; los que prefieran un Mozart ligero y clásico estarán de enhorabuena con esta versión, por otro lado magistral desde el punto de vista de la ejecución: transparente como el agua. Después vino Schubert, sus Variaciones sobre un tema original en La bemol mayor. Otra cosa. Aquí Barenboim impuso sus últimas conclusiones acerca del piano del austríaco. Nada de tintas negras; mucho claoscuro y una manera placentera de ver la vida, pero sin soslayar los conflictos internos, que en Schubert son muchos y variados. Y, sobre todo, buscando un sonido schubertiano propio, es decir, apartado del vigilante Beethoven. Una versión de auténtica solera en la que, creo, Argerich hizo lo que le pidió su amigo, y lo hizo maravillosamente bien.

     Y por último llegó el “despiporre”, una salvaje y modernísima interpretación de la reducción para piano a cuatro manos de La Consagración de la Primavera, de Stravinsky. ¿Cuatro manos? Aquello fue una orquesta, de ricos timbres y con tremendas capacidades parta la emisión de todo tipo de sonidos. Supongo que Euro Arts sacará en DVD este espectáculo, dos verdaderos monstruos embriagados por una orgía continua de sonidos y ritmos frenéticos. Admirable en todos los sentidos. Pedro González Mira    

MARTHA ARGERICH, DANIEL BARENBOIM, pianos. Obras de MOZART, SCHUBERT y STRAVINSKY. D.G., 4793922

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