DEL AMOR Y DE LA MUERTE
Zemlinsky: “Una tragedia florentina”, “El enano”. Künzli, Johnson, Gumos; Weber, Mühleck, Freier, Bronder. Coro del Teatro, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Udo Samel. Producción de la Ópera de Fráncfort. Teatro de La Maestranza. 27-5-2088.

Estas producciones sirven bastante bien la esplendorosa orquestación y la trabajada técnica del motivo conductor, en el camino de un refinado cromatismo, presente sobre todo en “Una tragedia florentina”, no muy alejada del mundo de Richard Strauss, y en un planteamiento general de rasgos más diatónicos, de incisivos acentos y un melodismo de altos vuelos, de ecos a lo Prokofiev, en “El enano”.
El regista, que crea con su frío y lineal tratamiento una gran tensión en la primera obra, modifica absurdamente el final: la esposa mata al marido luego de que éste haya estrangulado al amante. Solución que destruye la bellísima y salvaje conclusión, donde la música alcanza su paroxismo, donde triunfa la melodía esplendorosa que describe la nueva unión de los esposos. En “El enano” hay luz a raudales y, como en la anterior, se centra la acción en un inconcreto principio del siglo XX. La oscura tragedia del ser que descubre su horrible fealdad es impulsada por una soberbia dirección de actores. No se duda en emplear oblicuas alusiones a un mundo de locura y alucinación.
La batuta mostró conocimiento, temple y magnetismo; tensión, violencia y sensualidad en una obra y finura de exposición, atención a la dimensión danzable en la otra. Habríamos pedido un poco más de exquisitez tímbrica, pero el foso de la Maestranza es más bien gris. Entre los cantantes habría que destacar la solidez y dureza algo correosa del barítono dramático James Jonson como mercader, y la punzante dicción de Peter Bronder –indispuesto- en ese Mime evolucionado que es este enano, que ha de defender una tesitura inclemente y acceder a un do sobreagudo poco antes del fúnebre cierre en do menor.
Arturo Reverter