Desazón
Desazón
Villazón, quizá el tenor más mediático de nuestros días, acaba de reaparecer en Viena tras cuatro meses de silencio y reencuentro personal. Fue recibido con aclamaciones por parte del público asistente, pero las críticas han sido menos entusiastas. No estamos ante un caso aislado, las retiradas para recolocar la voz son frecuentes entre los cantantes porque suelen surgir crisis al abordarse repertorios más dramáticos y ensancharse las voces. Pero incluso sucede con los pianistas y Kristian Zimmerman es uno de los casos no lejanos. La rapidez con la que algunos llegan a la fama tampoco ayuda a los jóvenes.
La estrella de Rolando Villazón brilló demasiado pronto. Su sentido escénico, la belleza de un timbre que recordaba mucho al de su mentor Plácido Domingo y, de últimas, el emparejamiento con “el milagro de San Petersburgo” –Anna Netrebko- le han provocado vértigo. Él no puede ser el heredero de Domingo como Domingo no pudo serlo de del Monaco y por ello hizo mal en alternar “Elixir d’amore” con “Don Carlo”. El primer título representa su verdadero repertorio y el segundo el de un maestro de quien el discípulo anda aún muy lejos. Y, además, el ídolo no debería empujar tanto al pretendiente a la herencia, a menos que desee heredarse a sí mismo. Prudencia es la mejor virtud ante esta desazón de Villazón y también de un público que espera mucho de él, pero a su debido tiempo. Gonzalo ALONSO
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