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Por Publicado el: 25/02/2011Categorías: Crítica

DESLUMBRANTE GOLIJOV

DESLUMBRANTE GOLIJOV

Orquesta Nacional de España – Ciclo “Carta Blanca”
GOLIJOV: Juventud sin juventud (Suite), La Pasión según San Marcos (selección), Azul. Diversos solistas. Orquesta y Coro Nacionales de España. Director: Osvaldo Golijov. 25-27 de febrero de 2011, Auditorio Nacional, Madrid.
La séptima “Carta Blanca” de Orquesta y Coro Nacionales de España, brillante proyecto anual de Josep Pons, ha convocado este año al argentino Osvaldo Golijov (La Plata, 1960), uno de los más difundidos creadores internacionales, aunque la incidencia de su música en España haya sido mínima hasta ayer. Coincidiendo con el inicio del ciclo, la Sinfónica de RVE, con su emprendedor nuevo titular, el uruguayo Carlos Kalmar, programaba “Last Round” de 1996, acaso la primera obra de Golijov tocada por una orquesta española, concretamente la misma Nacional, hace dos campañas, dirigida por el artista que abría ahora la serie, el peruano Miguel Harth-Bedoya.
Golijov es el eclecticismo convertido en carnet de identidad. No renuncia a nada, abarca todo, bucea en cualquier estilo y, de una forma muy propia de Igor Stravinsky, lo fagocita todo hasta convertirlo en “simplemente Golijov”, y todo ello con un dominio técnica mayúsculo, deslumbrante, que le permite explorar y exprimir todos los recursos de orquesta, coro, solistas vocales o instrumentales. Podrá no gustar a paladares hiper-ortodoxos, pero su heterodoxia arrastra al público, como sucedió el fin de semana en el Auditorio, donde la audiencia lo vitoreó.
Como Tan-Dun, con el que, salvadas enormes distancias geográficas, tiene no pocos puntos de contacto, controla la música de cine, y su partitura para “Youth without Youth” de Ford Coppola (2007) atrapa al oyente por su “irrealismo”, con sones tan dispares como el cimbalón húngaro, el violín persa o el acordeón porteño. “La Pasión según San Marcos” (2000), grandioso empeño sugerido por Helmut Rilling como homenaje a Bach, puede unir, en la selección ofrecida en Madrid, a Rosalía de Castro -cantada en galego- con las lágrimas de Pedro, a la petenera de La Niña de los Peines con el remordimiento de Judas, hacer que la voz de Cristo llegue en el registro de una soprano o fundir el ritmo del “Gloria” guaraní de Morricone con la angustia de Getsemaní. Acaso el Golijov más personal llega con “Azul”, concierto para violonchelo literariamente inspirado en Neruda, suerte de viaje, como muy bien explica Joan Antón Cararach tanto en el programa como en el libro que acompaña al ciclo, que parte de la distancia para llegar al paroxismo rítmico-instrumental. La cita de la gran Alisa Weilerstein al cello, de las cantantes Biella da Costa y María Hinojosa, y del omnipresente acordeonista Ward-Bergeman, resume al amplio elenco de intérpretes, con la Nacional y su Coro exhibiendo de nuevo su versatilidad y el director Harth-Bedoya erigido en demiurgo del ritual golijoviano. La trascripción camerística, inefable, del “Trenecito a caipira” de Villalobos, cerró como propina una sesión redonda. José Luis Pérez de Arteaga

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