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Por Publicado el: 31/05/2016Categorías: Crítica

DiDonato, expresividad fuera de estilo

XXII Ciclo de lied

DiDonato, expresividad fuera de estilo

Obras de Luna, Ravel, Rossini, Granados, Haendel, Giordani, Pergolesi y Rossini. Joyce DiDonato, mezzosoprano y Craig Terry, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 30 de mayo 2016.

DiDonato Zarzuela 2

Escribía el crítico Pedro González Mira en sus recomendaciones semanales que el ciclo de lied es una joya. Tiene razón, como la tiene también al calificar de “huracán expresivo” a Joyce DiDonato (Kansas, 1969), porque es justo lo que es: un auténtico animal escénico. Ella lo sabe y lo cultiva. Así lo hizo al empezar con una pieza que no figuraba en el programa, nada menos que “De España vengo” de “El niño judío” de Pablo Luna. No se cómo sentó lo mismo en Barcelona, pero en Madrid encandiló al público. Se lo ganó en tres minutos y, a partir de ahí, dio igual cuanto hiciera en un recital con un programa tan absurdo como el reciente de Renée Fleming. Ella lo justificó en su primera de las varias y largas peroratas. Se trataba de dar un paseo por el mundo: Francia, Babilonia, Italia, Escocia, España… Una mera excusa para cantar lo que le apetecía. Cierto es que tiene derecho a ello y que ni Antonio Moral se lo iba a discutir cuando es la única artista del ciclo que había vendido toda la sala con meses de anticipación.

La voz de DiDonato presenta trazos irregulares, pues no acaba de ser mezzo ni tampoco soprano. Se la ve más cómoda por arriba que por abajo, pero no siempre. El registro grave no posee la solidez de otras mezzos como quedó patente en unas “Tonadillas” de Granados –Majas dolorosas 1,2 y 3- que, graves aparte, nos hicieron añorar a muchos el encanto simpar que imprimía en ellas la gran Berganza. Hay que valorar la predisposición de la americana, que las interpretó sin partitura, pero no es fácil llegar a entrar en todos los estilos sin dominar los idiomas. Hubo expresividad y mucha, demasiada, en las tres canciones de “Sheherazade” de Ravel, hasta el punto de eliminar sus perfumes. DiDonato no es una estilista. El programa incluía dos Rossinis –“Semiramide” y “La Donna del lago”- que, francamente hemos oído cantar mucho mejor, baste recordar la frase “Come più caro” en labios de Caballé. Lo mejor, por el carácter intimista que imprimió, fue “Lascia ch’io pianga” del haendeliano “Rinaldo”.

Dado que le acompañaba el pianista y arreglista Craig Terry, sufrimos unas intrascendentes adaptaciones medio jazzísticas a canciones de Giordani y Pergolessi, dedicadas en larga parrafada a los estudiantes de música presentes, y, eso sí, entonó una soberbia pieza de Irving Berlin donde solista y acompañante desplegaron toda su alegría vital. Tras un personal “Morgen” de Strauss, cerró entre clamores con “Over the Rainbow”. Un gran triunfo, más por el gran poder de comunicación de la artista que por su calidad intrínseca, y una gran hucha: en una semana tres funciones de ópera y tres recitales. Tampoco tiene nada de extraño que el fiato se le descontrolase en un par de finales. Gonzalo Alonso

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