Disfrutar la música
Disfrutar la música
Se podrán o no compartir los enfoques de Iñaki Gabilondo, pero estas líneas nacen como consecuencia de unas observaciones muy acertadas en la presentación de la “Iberia” de Rosa Torres Pardo. Decía Iñaki que él no podía intervenir más que como una persona que disfruta de la música y se quejaba de la frecuencia con que al simple público se le exige que pase a ser crítico. ¡Qué razón tenía!
Cada día es mayor el número de personas que, bien sea influidos por el entorno o los medios de comunicación, se sienten en la obligación de tener que demostrar a sus convecinos que saben más que nadie de todo, música incluida. Y uno ya no opina por sí mismo, sino que se busca la opinión del crítico para trasladarla como propia a los conocidos. Las observaciones del “experto” se toman como propias aunque sean absolutamente opuestas al criterio personal. Hay un ejemplo muy palpable de tales actitudes: las del público de los estrenos en el Real. Actuar así, no puede resultar más contraproducente porque se anula lo más importante que debe aportar la música, la capacidad de hacer disfrutar.
Muchas veces acudo acompañado a conciertos u óperas por personas a quienes no puede calificarse de aficionados, pero que sienten interés por la música. Inevitablemente surge la pregunta “¿qué te ha parecido?” y mi respuesta es siempre la misma: “lo que importa no es lo que me parezca a mí, que estoy viciado de tanto oír, sino si tu has disfrutado o no”. Y con frecuencia envidio a quien, sin dejarse llevar por opiniones ajenas, ha sido capaz de disfrutar con una versión mediocre de una consabida “Quinta” de Chaikovski. Y siento no poder hacerlo yo. Y recuerdo cómo disfruté en tiempos de una “Primera” de Mahler o de unas “Vísperas” monteverdianas con directores españoles con los que ahora no sería lo mismo. Sin duda era más feliz entonces escuchando música que ahora.
Por eso quiero hoy decirles bien alto que no nos hagan caso a los críticos, que no vayan a los espectáculos con lupa para encontrar errores, sino que acudan con el espíritu abierto y con un solo objetivo: disfrutar. Y si lo consiguen, muéstrenlo sin temores. Y si les disgusta, muéstrenlo igualmente. Y luego si quieren, pero sólo luego, léannos.
Gonzalo ALONSO
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