Terminó con doce minutos de aplausos la inauguración de la temporada de la Scala con “Don Carlo” de Verdi. Lluís Pasqual y Daniel Bianco firmaron el montaje del título verdiano, que interpretaron Francesco Meli, Anna Netrebko, Michele Pertusi y Elīna Garanča bajo la dirección de Riccardo Chailly

Don Carlo inauguró la temporada 23/24 de La Scala

El Teatro alla Scala de Milán inició este jueves, 7 de diciembre, la temporada 23/24 con Don Carlo de Verdi, “una vuelta a la etapa de madurez del compositor tras haber revisitado sus años de juventud en la última década”, precisó su director artístico y musical, Riccardo Chailly. Con una cadencia de tres años, el coliseo milanés inauguró el curso operístico con Giovanna d’Arco (2015), Attila (2018) y Macbeth (2021).  Antes de empezar la función salió a escena el intendente Dominique Mayer para advertir que “Don Carlo es una ópera muy difícil, para la que hemos logrado un reparto de gran nivel”. Sin embargo «Don Carlo» ya ha abierto la temporada de la Scala en ocho ocasiones (1868, 1878, 1912, 1926, 1968, 1977, 1992 y 2008) e incluso con repartos superiores. Escrito originalmente para la Ópera de París, en francés y en cinco actos (“ Don Carlos ”), para el estreno de esta noche fue adaptado por el mismo compositor en cuatro actos y en italiano.

La dirección eligió la versión revisada, traducida al italiano, y estrenada en La Scala en enero de 1884. Además, apuntó el propio Chailly que su enfoque toma como referencia las ediciones dirigidas por Claudio Abbado en 1968 y 1977, así como al estudio directo de los manuscritos que Ricordi puso a su disposición. La dirección de Chailly fue casi dictatorial con los cantantes, controlando cada detalle hasta en las cadencias. Ello, junto a un marcado hieratismo de la dirección escénica de Lluis Pasqual, restó dinamismo a la representación. Los coros sobresalieron por encima de una orquesta algo blanda.

El drama, ambientado en la corte del monarca español Felipe II, subió a escena en una producción de Lluís Pasqual, primer español responsable de la inauguración de la temporada lírica del coliseo milanés, con escenografía de Daniel Bianco. Ambos directores han recurrido al uso alabastro, material utilizado en las ventanas de los edificios religiosos y civiles, como bisagra entre los ambientes eclesiásticos y seculares. En particular, la inspiración despertó con el gran ventanal de la Colegiata de Santa María La Mayor de la ciudad de Toro. Precioso vestuario de Franca Squarciapino.  Al final éxito, pero con algunas diferencias de opinión, que hubieron de compartir con Chailly.

Desde que se anunció el título que abriría la temporada, el coliseo fue anunciado modificaciones en el reparto. Recientemente se incorporó Michele Pertusi como Felipe II, sustituyendo a René Pape. Tuvo problemas y, en el primer descanso, hubo de salir al escenario Dominique Meyer, intendente de la Scala, para anunciar que Pertusi había tenido un problema vocal pero continuaría la representación. Se recuperó poco a poco, pero lejos de los Christoff, Ghiaurov, Raimondi, Furlanetto o Pape que han abordado el papel. Lo que nadie ha contado es la razón por la que Pape no cantó. Al término de uno de los ensayos Chailly le dijo a Pape que quedaba despedido. Éste volvió a la sala de ensayos para anunciar a sus compañeros de cast su despido y que ignoraba las causas. Así llegó Pertusi, que también estuvo a punto de ser rechazado y sustituido por Ildar Abdrazakov, pero alguien debió advertirle a Chailly que Netrebko y Abdrazakov suponían demasiado Putin.

El elenco se completó con un débil Francesco Meli como Don Carlo; una buena vocalmente Anna Netrebko, pero no tanto en su visión como Elisabetta di Valois, aunque francamente bien en el último acto, con pianísimos notables tanto en aria como en el dúo final. Sobresalió, quizá incluso a más nivel, una impresionante vocal y escénicamente Elīna Garanča en el papel de la Princesa de Éboli, bordando el «O don fatale». Completaron los principales papeles un inspirado Luca Salsi como Rodrigo, muy aplaudido en la escena de su muerte, y un muy aceptable  Jongmin Park como Inquisidor. En el reparto figuró también la soprano gallega Rosalía Cid, segunda cantante española de esta cuerda en participar en la ‘Prima’ de La Scala desde que Saioa Hernández protagonizase la inauguración de la temporada en 2018. Cid fue “La voz del cielo”.

Antes de la función no hubo protestas contra Netrebko, pero sí muy amplias frente a la Scala y en los alrededores a favor de Palestina en la guerra de Gaza. Dentro ganaron claramente dos leonas: Netrebko y Garança, la rusa más próxima a Putin y la letona totalmente opuesta. Ambas, junto a Luca Salsi resultaron lo mejor de la larga velada, tras cuyas cuatro horas fueron todos los cantantes trasladados a un palacio donde se les ofreció una cena. Fue comentada la ausencia en la inauguración de Mattarella y Giorgia Meloni.

PDT: Comentario realizado a través de la retransmisión radiofónica de RAI 3 y con relatos de personas próximas a la Scala. Por razones dudosas no se pudo ver en España la retransmisión de la RAI por internet. Quizá para potenciar a los cines donde se proyectaba. Estará, en principio, visible a partir del día 16 en Arte TV.

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