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Por Publicado el: 28/07/2016Categorías: Noticias

`DON CARLO´ se afianza en El Escorial con un reparto internacional

Los días 28 y 30 de julio en el Festival de Verano del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial

La versión de Boadella del Don Carlo de Verdi se afianza en El Escorial con un reconocido reparto internacional

Don Carlo

· Los italianos Massimo Giordano y Carlo Colombara darán vida a Don Carlo y a Felipe II
· San Lorenzo de El Escorial se consolida como el espacio idóneo para la puesta en escena de esta ópera

El estreno de Don Carlo de Giuseppe Verdi en versión escénica de Albert Boadella durante la pasada edición del Festival de Verano del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial supuso un hito absoluto en la historia de este título esencial: era la primera vez que dicha ópera se representaba íntegramente en el lugar donde vivieron y recibieron sepultura sus protagonistas. Pero aquel no fue un gesto aislado. Ahora, tras repetir éxito el pasado febrero en los Teatros del Canal, coproductores de esta revisión, El Escorial se afianza como el espacio idóneo para la puesta en escena de este drama. Allí regresará los días 28 y 30 de julio con este montaje en el que Boadella muestra la versión más española del personaje histórico. Manuel Coves estará al frente de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y contará con un exquisito elenco internacional.
Reconocido elenco internacional
En el reparto de cantantes destacan el tenor italiano Massimo Giordano, que dará vida a Don Carlo, controvertido primogénito del rey Felipe II, que estará encarnado por el bajo boloñés Carlo Colombara. Junto a ellos, el barítono español Juan Jesús Rodriguez interpretará el papel de Rodrigo, marqués de Posa, amigo y confidente de Don Carlo; la soprano italo-rusa Ekaterina Metlova será Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, y la mezzosoprano búlgara Nadia Krasteva, asumirá el papel de la princesa de Éboli. El bajo norteamericano Eric Halfvarson en el papel del Gran Inquisidor forman parte del elenco de voces. La escenografía es obra de Ricardo Sánchez Cuerda, que ya trabajó con Boadella en el espléndido decorado de Amadeu, el vestuario de Pedro Moreno, último Premio Nacional de Teatro, y la iluminación de Bernat Jansa.
La tragedia al desnudo
El dramaturgo Albert Boadella, director artístico de los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid y responsable de la escena de esta producción, considera que Don Carlo, como tantas obras del maestro de Le Roncole, “transmite un dramatismo al alcance de cualquier persona capaz de percibir lo que sucede fuera de sí mismo.” Y esta precisamente ha sido la clave esencial de su trabajo escénico, aportando únicamente ligeros detalles de la realidad histórica para acercar algunas razones del drama: “Obviamente, la fantasía sigue impoluta”, explica el director, quien añade que ha tratado la ópera “simplemente con la desnudez de la tragedia en lugar del habitual parque temático sobre la Inquisición y la España negra”.
Don Carlo y la verdad histórica
El libreto de Don Carlo, firmado por François Joseph Méry y Camille du Locle, y que tiene como base el drama escénico Don Carlo. Infante de España del alemán Friedrich Schiller, toma mano de los verdaderos protagonistas de ese periodo para desarrollar una fábula alterada y efectista de los hechos reales acaecidos en aquel significativo capítulo de la historia de nuestro país. Una visión, aquella, basada en propagar el perfil de una España sustancialmente umbría, desalmada y subyugada a la potestad perversa y sanguinaria de la Inquisición. Esta óptica que perduró durante siglos, sin ser del todo falsa, no corresponde a lo que en realidad fue y significó la sociedad española del Renacimiento. La ópera Don Carlo, además de una de las cumbres operísticas de Giuseppe Verdi, fue también una forma especialmente efectiva de restablecer, tres siglos después, el fenómeno propagandístico de la ‘leyenda negra’ en torno a la poderosa España de Felipe II.
Es por eso que Boadella ha querido acercarse a la verdad histórica; desmontar esa desafortunada leyenda sin, por supuesto, cambiar una sola nota de la partitura ni una palabra del texto que la acompaña. En este sentido, el dramaturgo conviene que al incorporar ciertos elementos reales sin desmontar la estructura esencial de la ópera, inevitablemente se acrecienta la complejidad del drama. En este sentido, para hacer viable la trama, su trabajo se ha concentrado esencialmente en las formas interpretativas de los personajes. Entre otras incorporaciones, destaca la de la actuación del personaje de Don Carlo. La demencia que en realidad sufría el infante y que da radicalmente la vuelta a las distintas situaciones de la obra. En esencia, justifica la tormentosa relación con su padre, así como sus extravagantes intrigas respecto a Flandes que acabaron provocando su encierro. Don Carlo terminará por quitarse la vida con su propia espada, lo que para Boadella significa una mayor aproximación a la verdad histórica, “pues su muerte no fue una orden expresa del monarca, sino que falleció a causa de su desquiciada y suicida actitud durante el cautiverio.”
En cuanto a Felipe II, es presentado como un monarca de mayor humanidad, “en contraste a la cruel y despiadada conducta, muy acentuada por los directores en casi todas las versiones de la ópera”, afirma el dramaturgo. Para ello, dice, procura retratar a un hombre “con las enormes contradicciones del poder y la dolorosa tragedia que significa la situación moral y mental de su hijo primogénito, futuro heredero en el trono”. Por otra parte, la relación con su esposa Isabel de Valois, el amor del rey hacia ella, se expresa “a través de ciertos gestos afectivos, así como de los feroces celos que le desgarran.”
Versión italiana con alteraciones
Cuando se toma la decisión de poner en marcha un nuevo Don Carlo, hay que tener en cuenta las diversas versiones de la ópera que el propio Verdi presentó, llevado generalmente por el afán de perfeccionismo. Boadella se ha decantado por la versión italiana, pero con matices, y así lo explica: “Utilizo la versión de cuatro actos eliminando el acto inicial de Fontainebleau. De esta versión corto, en la escena del auto de fe, el fragmento de la salida del cortejo real con el anuncio posterior del heraldo. Felipe II no saldrá del templo sino que entrará junto a Isabel para ser rápidamente abordado por Carlos y los representantes flamencos. También corto la revuelta popular y la correspondiente intervención del inquisidor entre los amotinados. Sin embargo, justo antes, mantengo la entrada del rey después de la muerte de Rodrigo –amigo y confidente de Don Carlo–, añadiendo el diálogo (lacrimosa) de Carlos y Felipe con el concertante posterior y el coro de nobles que acompañan al monarca. Así mismo, en el final de la ópera, después del suicidio de Carlos, y mientras este muere en los brazos de su padre, finalizo con el coro de monjes, tal como acaba la versión original francesa.”

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