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Barroco en su salsa
Por Publicado el: 17/12/2006Categorías: Crítica

DON GIOVANNI: Hacer de la necesidad virtud

Hacer de la necesidad virtud. Diario de Sevilla
DON GIOVANNI
Intérpretes: Erwin Schrott, Marina Poplavskaia, Francesco Meli, Vladimir Vaneev, Barbara Frittoli, Alexander Vinogradov, Nahuel di Pierro, Maria Grazia Schiavo. Coro de la Generalitat Valenciana. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Dirección de escena: Jonathan Miller. Vestuario: Clare Mitchell. Coreografía: Terry John Bates. Dirección musical: Lorin Maazel. Lugar: Palau de les Arts de Valencia. Fecha: Sábado, 16 de diciembre. Aforo: Lleno.
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La madurez de cualquier empresa y la seriedad de cualquier proyecto se mide no sólo por sus resultados en momentos de normalidad, sino, sobre todo, por su capacidad de respuesta ante unas circunstancias imprevistas y adversas. A dos meses escasos de su inauguración, el valencianao Palau de les Arts sufrió el hundimiento de toda la zona central de su escenario y la inutilización de toda la maquinaria escénica allí alojada. Pero en vez de suspender, a tan sólo dos semanas de su estreno, la producción de Don Giovanni, se tomó la valiente decisión de sacar adelante el proyecto y aprovechar lo que quedaba disponible del escenario. Con el telón cortafuego bajado y avanzando un poco la boca de escenario sobre el foso, se ha conseguido ganar el espacio suficiente como para que los cantantes y figurantes puedan moverse con cierta holgura. Como única escenografía, basada en los clásicos corrales de comedias, un panel negro con cinco puertas y dos ventanas. Con eso, dos bancos y el fastuoso vestuario de Clare Mitchel, no hacía falta más. Claro que allí estaba una personalidad escénica como Sir Jonathan Miller y, ante todo, una ópera como Don Giovanni, puro teatro en su misma música y que poco sutrato escénico necesita para funcionar a la perfección.
Y el resultado fue más que notable, dadas las circunstancia. El movimiento de los personajes, dado el reducido espacio, fue fluido e imaginativo, porque estaba basado en un estupendo trabajo con unos cantantes que respondieron a la perfección. Y, además, había un elenco vocal sobresaliente. Quizá la única nota discordante fuese la Donna Anna de Marina Poplavskaya. Nada que objetarle como actriz, pero su voz era demasiado oscura, de emisión trasera y muy entubada, poco flexible para la matización. Todo lo contrario que el Don Giovanni del uruguayo Erwin Schrott, poseedor de una voz impactante, amplísima y que sabe utilizar los reguladores y la media voz a la hora de desplegar un fraseo muy matizado, como lo demostró en un Deh, vieni a la finestra moldeado hasta en su mínimo detalle. Como actor, además, es soberbio y firmó una escena final apasionante. Frittoli hizo una Donna Elvira apasionada, con una voz bellísima y una expresividad muy italiana. Otra agradable sorpresa fue el Don Ottavio de Francesco Meli, que no es el tenorino al uso, sino un tenor lírico-ligero de amplios medios, voz de volumen reseñable y una técnica irreprochable para los filados, la media voz y las agilidades. Lástima que una dirección demasiado lenta malograse su Dalla sua pace. Vinogradov fue un Leporello sutil y astuto, quizá falto de un poco más de expresividad y de variedad de recursos. Igualmente brillantes fueron Schiavo y Di Pierro como Zerlina y Masetto. A Vaneev le faltó mayor rotundidad en los graves para hacer creíble al Commendatore, pues en la escena final sonaba más grave la voz de Schrott que la suya.
Maazel estableció desde la obertura una versión muy tradicional, densa y algo pesante por momentos, con tendencia a ralentizar y apianar en exceso, privando al oyente de la carga dramática de momentos tan cruciales como el recitativo orquestal en que Donna Anna reconoce en Don Giovanni al asesino de su padre. No obstante, el finale primo lo dirigió con gran energía y con una gradación dinámica muy dramática, y en el segundo acto amplió más la gama expresiva con sforzandi y ataques más enérgicos, a todo lo cual la soberbia orquesta del Palau respondió como lo que es, la mejor orquesta de foso de España.
ANDRÉS MORENO MENGÍBAR

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