Crítica: Don Pasquale en el Liceo
DON PASQUALE (G. DONIZETTI)
Gran Teatre del Liceo de Barcelona. 21 Septiembre 2022
Se trata de la inauguración de la nueva temporada de ópera en el Liceu de Barcelona y parece que esta función inaugural tiene un atractivo especial, ya que el teatro estaba prácticamente lleno, lo que no ocurre en ninguna de las representaciones restantes de este título.
La representación no es de las que quedan en el recuerdo, radicando el mayor problema en el foso.
La producción ofrecida lleva la firma del italiano Damiano Michieletto, siendo una coproducción de la Ópera de París, el Covent Garden y el Teatro Massimo de Palermo, habiendo sido estrenada en la Ópera Bastilla hace 4 años. La acción se trae a tiempos modernos, no faltando teléfonos móviles en escena, siendo el escenario debido Paolo Fantín, ofreciendo en la primera parte la casa de Don Pasquale con varias habitaciones, aunque sin paredes y con un gran coche antiguo a la puerta. Norina aparece como trabajadora de un estudio fotográfico, pasando la casa de Don Pasquale a tonos más claros y con multitud de sirvientes, consecuencia de la revolución que lleva consigo Norina a la casa, no faltando el cambio del automóvil por uno moderno y de lujo. La escena final del jardín es casi inexistente en el sentido de desarrollarse casi toda en interior. El vestuario resulta adecuado, debido a Agostino Cavalca, contando con una buena iluminación por parte de Alessandro Carletti.
El mayor problema de la producción tiene que ver con el hecho de ofrecer un escenario muy abierto, especialmente en la primera parte de la ópera, ya que no hay paredes ni cierres, lo que hace que las voces salgan claramente perjudicadas, mejorando un tanto en la segunda parte, ya que se añade al escenario una pared al fondo, en la que se proyectan videos y hay algunos cierres laterales. La dirección de actores había sido alabada en su paso por los teatros señalados, aunque a mi no me ha resultado particularmente convincente.
Me llamaba la atención que el Liceu hubiese encargado la dirección musical de esta ópera a su director titular, Josep Pons, ya que estamos ante una ópera bufa y claramente belcantista y el director catalán no es lo que podemos considerar precisamente un especialista en el género. Mis temores iniciales se han visto confirmados a lo largo de la representación, ya que a la lectura de Josep Pons le ha faltado chispa y gracia y le han sobrado decibelios en muchos momentos, lo que ha perjudicado a los cantantes, cuyas voces tampoco eran excepcionales en cuanto a volumen. También sufrió las consecuencias el Coro del Liceu en su intervención del tercer acto. La Orquesta del Liceu siguió las órdenes de su director y no mucho más.
El protagonista que da título a la ópera estuvo interpretado por el veterano Carlos Chausson, uno de los más destacados en el personaje en los últimos años y a quien he tenido oportunidad de ver en el rol en bastantes ocasiones desde aquella primera en el año 1990, donde Norina era una joven María Bayo. Chausson ha vuelto a ser un buen intérprete del personaje, aunque ha sufrido las consecuencias de la producción durante la primera parte de la ópera, cuando su voz no llegaba con claridad suficiente a la sala. Las cosas mejoraron en la segunda parte, donde ya fue el Don Pasquale esperado.
Norina ha sido la joven soprano catalana Sara Blanch, que ha ofrecido una buena actuación. La voz tiene calidad, canta bien y se mueve con facilidad en escena. Su volumen vocal no es excesivo y eso le pasa algo de factura en la primera parte de la ópera, mejorando claramente en la segunda.
Xabier Anduaga fue Ernesto y volvió a mostrar su importante voz y su calidad como cantante, aunque en esta ocasión le he encontrado menos convincente como intérprete. La voz no tiene problemas de emisión, siendo a quien mejor se escuchaba hasta en la primera parte de la ópera.
El Doctor Malatesta era el barítono polaco Andrzej Filonczyk, que fue lo menos convincente del cuarteto protagonista, ya que su voz siempre ha tenido tendencia a salir con dificultad del escenario y en esta ocasión se notó más por los problemas de la escena, como explicado más arriba.
David Cervera fue el Notario y no tuvo apenas interés.
La representación comenzó con nada menos que 12 minutos de retraso, consecuencia de los fastos inaugurales de la temporada, y tuvo una duración total de 2 horas y 57 minutos, incluyendo un larguísimo intermedio de 50 minutos. Duración musical de 2 horas y 5 minutos. Seis minutos de aplausos, siendo los más intensos para Don Pasquale, Norina y Ernesto.
El Liceu estaba lleno, a diferencia de lo que ocurre en el resto de representaciones del título. El precio de la localidad más cara era de 263 euros, habiendo butacas de platea entre 182 y 131 euros, La localidad más barata con visibilidad costaba 35 euros. José M. Irurzun
Fotos: T. Bofill
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