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Por Publicado el: 09/10/2015Categorías: Recomendación

Dos maneras de hacer patria…musical

Jonathan Nott dirigiert die Bamberger Symphoniker am Dienstag (18.10.2011) während einer Probe in der Konzerthalle Bamberg (Oberfranken). Am 20. Oktober steht Chefdirigent Nott zum 500. Mal am Pult der Bamberger Symphoniker. Beim Jubiläumskonzert spielt das Orchester die 7. Symphonie von Franz Schubert und die 4. Symphonie von Gustav Mahler. Foto: David Ebener dpa/lby (zu dpa-lby "Bamberger Symphoniker: Chefdirigent feiert Jubiläum" vom 18.10.2011)  +++(c) dpa - Bildfunk+++

Dos maneras de hacer patria…musical

Por mucho que se empeñe quien normalmente se empeña en defender lo indefendible, es decir, quien manda, la parte de la clase política de turno que ostenta el Poder, seguimos viviendo en precario; continuamos siendo pobres de consolación y nuestra formación básica sigue siendo la de un pueblo que, si bien ha ganado en autoestima personal y capacidad para divertirse, continúa ignorando el concepto de Cultura como bien colectivo, con lo que esa autoestima se manifiesta, se sigue manifestando, de manera individual e individualista. Un campo de batalla complejo y plagado de zancadillas, en muchas ocasiones incluso propiciadas desde el mismo Poder: ejemplo palmario, el IVA cultural. En estas condiciones de precariedad, es realmente difícil vender cultura a no ser que se parta del subsidio; poco le queda por hacer a la empresa privada ante tal lamentable estado de cosas, cosas como el hecho de que quien manda esté absolutamente convencido de que la invención, la fantasía, la creación de unos pocos locos solo sirven para entretener al personal, sin el menor añadido a su formación como persona, y sobre todo como persona que forma  y conforma un colectivo llamado país. Parece que en un momento en que los nacionalismos políticos (¿) se adueñan de todo, el concepto de colectividad está condenado a desaparecer de nuestras vidas. Es obvio que dedicarse a ofrecer, a vender, cultura en estas condiciones es como dedicarse a vender trajes de baño en Groenlandia.

     Sin embargo sigue existiendo eso llamado aventura, y por extensión aventurero. Esta semana comienza la cuarta temporada de un ciclo de música clásica llamado La Filarmónica, que funciona bajo la dirección de Josep Maria Prat, y que bien puede encuadrarse en ese espíritu. Será el jueves 15, con un concierto de la Sinfónica de Bamberg (orquesta histórica donde las haya) con el muy ascendente Jonathan Nott a la batuta. Cada uno de los siete conciertos que se ofrecen en el ciclo tiene un nombre, referido a alguna de las obra base del concierto en cuestión; en este caso la marca es ´Pastoral de Beethoven´. No es necesario explicar por qué. La idea quiere actuar como argumento de venta en un mercado al que hay que animar continuamente con este tipo de pequeños reclamos. También reforzar un concepto que es el motor en todo el ciclo: se ofrece música conocida, popular, consumible, etc., algo determinante para que el aficionado medio decida dejarse caer por el Auditorio Nacional, en Madrid, que es donde tienen lugar los conciertos, pero que, sin embargo, puede interesar también a los ´expertos´ por la intervención de directores y solistas importantes. Los nombres de los otros seis son: ´West side story´ (28 de enero), ´Quinta de Beethoven´ (11 de febrero), ´La Escocesa de Mendelssohn´, (9 de marzo), ´Cuadros de una exposición´(31 de marzo), ´Sinfonía del Nuevo Mundo´ (21 de abril) y ´Variaciones Enigma´ (25 de mayo). Este grupo conforma el ciclo de abono, a celebrar en la sala sinfónica, pero habrá tres conciertos más fuera de abono, uno en el Teatro Real, con Pablo Heras –Casado (´Mahler en el Real´, 13 de diciembre), y dos en la sala de cámara del Auditorio, con Natalia Gutman (´Las Suites de Bach´, 3 de diciembre) y el Trío Ludwig (´Trío de Brahms´, 7 de abril). Tampoco es necesario, claro,  explicar estos títulos. El de esta semana se completa con el Concierto para piano núm.20 de Mozart (solista: Chrisitian Blackshaw) y la obertura de Egmont del mismo Beethoven. Para más información sobre abonos y precios:  www.lafilarmonica.es

            Como todo el mundo sabe, no es exactamente un subsidio lo que recibe la Fundación Juan March, ni siquiera una subvención. Hablamos de una fundación de carácter filantrópico que organiza actos culturales, entre los cuales se incluye un programa de conciertos. No es necesario extenderse más sobre el concepto, auténtica ´rara avis´ en el panorama cultural del país. El caso es que desde su creación se suceden los ciclos de conciertos, bajo la responsabilidad artística y de gestión de los que fueron antes y son ahora sus responsables: brillante la época de Antonio Gallego, y realmente nueva, hiperactiva y excelente la de ahora (desde 2009), liderada por Miguel Ángel Marín, que para más de un experto es el autor de la mejor programación musical que se pueda encontrar hoy en Madrid. O sea, como traté de expresar desde el titular, otra manera de hacer ´patria musical´, pues como es de total dominio público los conciertos allí son gratis, y ello sin, a su vez, sin gastar un euro en publicidad.

     Pues bien, ya ha comenzado la actividad musical de temporada en la Juan March, y como siempre bajo un cartel en que abundan las ideas nuevas, los nuevos ciclos, las nuevas propuestas, siempre bajo objetivos claros de divulgación. No se prima aquí al gran intérprete (atención, a veces hay sorpresas mayúsculas: el mejor concierto de cámara del curso pasado, con Tabea Zimmermann y Javier Perianes, tuvo lugar allí) sino al repertorio, e insistiendo bastante en el repertorio desconocido y español. Los actuales ciclos operativos son: Ciclos de los miércoles, Conciertos del Sábado, Domingos y Mediodías, Teatro musical de cámara, Aula de (Re) estrenos, Viernes temáticos y Conciertos extraordinarios. Todo esto quiere decir que cualquier persona residente en Madrid tiene todos los días un concierto en la Juan  March de acceso gratuito. Y para escuchar músicas que no suelen estar en los circuitos comerciales, sin que ello signifique que no sean importantes o igual de entretenidas. Este miércoles, por ejemplo, ha comenzado un ciclo muy recomendable, que se prolongará los días 14, 21 y 28 de este mes de octubre: bajo el título genérico ´Reciclar, reutilizar, recomponer´. ¿Qué quiere decir semejante cosa? Pues ni más ni menos que un paciente procesos de búsqueda de costumbres musicales que en nuestros días  se ven con malos ojos, pero que desde el XIX hacia atrás se tuvieron como normales: pedir prestado a alguien una obra acabada para  ´reformarla´ o ´reconstruirla´, sin engañar a nadie, informando previamente del ´nuevo´ proceso de creación.  Más que de paráfrasis (al estilo de las maravillas que escribió Liszt o Busoni), estamos ante  piezas formadas por estratos superpuestos a modo de palimpsesto (escritura sobre restos de otra, borrada parcialmente). O sea, que hablamos más que de una composición de una ´recomposición´.  El concierto de esta semana desarrolla el procedimiento con obras de Luca Chiantore (1966) y David Ortolá (1975),  que parten de obras de Chopin y Mussorgsky. Y en próximas entregas podremos ver la aplicación  a composiciones de Grieg o a las mismísimas Variaciones Goldberg, de Bach. Más original, difícil.  Pedro González Mira

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