Dos, más uno más uno

Dos, más uno más uno

Esta semana, y dentro del ciclo Liceo de Cámara del CNDM (Centro Nacional de Difusión musical), hay un concierto de esos en los que merece la pena detenerse. Y desde luego recomendar sin la más mínima fisura.

La presencia del pianista onubense Javier Perianes en el recital sería ya de por sí un aliciente más que suficiente para no perdérselo, habida cuenta de su impresionante trayectoria en los últimos años, y precisamente en el aspecto que nos ocupa, la música de cámara. Pero es que en esta ocasión acompañará (y no será la primera vez en España; en la foto los vemos en la Juan March) a la violista Tabea Zimmemann, no ya, seguramente, la solista de su especie de mayor relevancia del circuito de la Clásica, sino un músico y camerista del ´top´ absoluto. Así que uno, magnífico; la otra, maravillosa; los dos juntos, y haciendo lo que van a hacer, un auténtico acontecimiento.

Tabea Zimmermann  y Javier Perianes son una pareja artística de esas que se entienden bien. Especular por qué es llenar papel; sencillamente tocan con la misma pasión hacia la música y fundamentan el estilo del dúo camerístico como no sucedía –creo- desde los buenos tiempos de la sociedad Zukerman/Barenboim, como es sabido relativamente fugaz. Además, no son buenos tiempos para poder compaginar el trabajo de solista para lo sinfónico con la exigida soledad de la música pequeña; parecería que cada día es más difícil encontrar parejas así porque el mundo de la música solo se interesara por otras maneras de hacer la guerra: hay que tenerlo muy claro para librar este tipo de batallas.

El programa es de una preclara inteligencia. El recital se abre y se cierra  con tradición y modernidad dentro de la propia tradición: la música de cámara a dos del maestro y del discípulo; de la genialidad absoluta de Schumann al desparpajo y la radicalización de Brahms. Las 4 Märchenbilder de Schumann fueron unas piezas que el autor escribió para una reunión musical familiar, con, naturalmente, Clara al piano. Una música en principio ligera con lo que quiere decir ligereza en el convulso mundo schumanniano. La primera de las dos sontas para viola y piano de Brahms es cuarenta años posterior, y arroja un camerismo fundamentado y pleno, serio e introspectivo, y musicalmente de una enjundia que debe de ser convenientemente asimilada antes de ser disfrutada. Como quizá ocurra con toda la música de Brahms, inadjetivable por su propia naturaleza de ente abstracto de altos vuelos. Bien. Estos son el principio y el final del recital.

En el centro la pareja anda suelta. Perianes se dirigirá a Debussy, a la primera pero muy determinante modernidad del teclado del siglo XX (con permiso de Albéniz); a los Preludios, de cuyo primer cuaderno interpretará una selección. Ya tenemos noticias –y documentadas por el disco en un magnífico y atrevido pugilato entre Chopin y Debussy- de cómo Perianes se las gasta con el francés. Mientras que Tabea Zimmermann se ocupará de una de las muchas obras para viola sola que le he han dedicado hasta ahora (Holliger, Rhimm Lentz…), la sonata de György Ligeti, o lo que es lo mismo el perfecto manual de toda cuanta música se pueda hacer con el instrumento; una obra maestra del género que es necesario reivindicar como otras tantas del siglo XX, extraviadas para el primero de sus  mundos, tan plagados de musiquillas biensonantes.

Programa de bandera. Música de bandera. Intérpretes de bandera. Solo hay un inconveniente: en la sala de cámara del Auditorio Nacional de Madrid, caben los que caben. Vaya usted corriendo a adquirir su entrada. Pedro González Mira.

Tabea Zimmermann, viola; Javier Perianes, piano. Obras de Schumann, Ligeti, Debussy y Brahms. Auditorio Nacional de Música, Sala de cámara.  Martes 7, 19.30.  Entre 10 y 20 €.