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RECUPERACIÓN HISTÓRICA
Por Publicado el: 02/07/2012Categorías: Crítica

DUTOIT, CON EL PILOTO AUTOMÁTICO

DUTOIT, CON EL PILOTO AUTOMÁTICO

 

Festival Internacional de Granada

Obras de Debussy, Ravel, Falla, Tchaikovsky y Respighi. Royal Philharmonic, Londres. Dir.: Charles Dutoit. Palacio de Carlos V, Granada, 30 de junio y 1 de julio de 2012.

El maestro suizo Charles Dutoit (Lausanne, 1936) es una presencia bastante habitual de nuestra vida musical: en el mes de marzo, Ibermúsica lo traía a Madrid con su más reciente formación, la Royal Philharmonic de Londres, de la que es titular desde 2009 y con la que ahora ha vuelto a viajar a Granada. Gonzalo Alonso glosó en estas páginas las actuaciones del pasado marzo, comentando cómo Dutoit podía pasar de la “total indiferencia” al “entusiasmo”; algo similar ha sucedido en la doble actuación de esta edición 61 del festival granadino. Dutoit es, por otra parte, de la misma generación de  un Rafael Frühbeck –luego se verá el por qué de esta analogía-, el burgalés va para los 79 años y Dutoit va para 76, pero al primero no se le ocurriría teñirse el pelo de negro ebúrneo como hace el suizo. El pretendido aspecto juvenil no resuelve el que el músico, en ocasiones, parezca semi-ajeno a lo que sucede en el escenario y ofrezca la impresión de haber puesto el piloto automático. Su “Preludio a la siesta de un fauno” de Debussy no fue Preludio, fue directamente siesta profunda, casi “de pijama, Padrenuestro y orinal” que habría dicho el maestro Cela. Por el mismo derrotero transitó “El mar”, con un “Juego de olas” digno del Mar Muerto, aunque el movimiento final hizo volver a la vida una interpretación más bien lacustre. No arrancó mejor la “Quinta Sinfonía” de Tchaikovsky, y el excelente trompa de la Royal se limitó a dar con dignidad las notas de su afamado solo, secundado por una batuta dormitiva, que, ¡volvió a producirse el fenómeno finalista!, tomó el volante a toda pastilla en el último tiempo.

En la segunda actuación, Dutoit volvió a tentar a Morfeo en “Ma mère l’Oye” de Ravel, pero los comprensibles cohetes y bramidos que desde la urbe llegaban a la Alhambra con la victoria de la selección española le forzaron a reaccionar, y en una de sus especialidades absolutas, la música de Falla y  el “Sombrero de tres picos”, pareció dedicar a una audiencia feliz el triunfo de la Roja. La casualidad ha querido que entre el 14 y el 17 de junio Rafael Frühbeck dirigiera las mismas obras de clausura, “Fuentes de Roma” y “Pinos de Roma” a la Sinfónica de Viena, relevando a un Georges Prêtre enfermo, en concierto difundido por EuroRadio: aunque Dutoit se esforzó con las obras de marras y su orquesta las tocó estupendamente, su colega generacional puso patas arriba la Musikverein con las mismas partituras. Y es que no debía estar predispuesto a la modorra. José Luis Pérez de Arteaga

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