Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

calendario operístico 2023

Últimos tuits de Beckmesser

juan-villalba-elvira-hidalgoElvira de Hidalgo, de prima donna a maestra de Maria Callas
luis-de-pabloLas cartas interminables de Luis de Pablo y Nieva
Por Publicado el: 19/10/2021Categorías: Colaboraciones

Edita Gruberova, “reina” del belcanto

Edita Gruberova, “reina” del belcanto

Es curioso, pero su nombre, terminado en ita, despertaba de entrada cercanía y hasta afecto. Como si el falso diminutivo acrecentara la empatía hacia ella. Edita Gruberova, la “diosa de la coloratura” y mucho más, falleció el lunes en Zúrich, donde vivía. Había dejado los escenarios en 2019, tras una carrera de medio siglo plagada de éxitos y acontecimientos. Eslovaca de 1946, debutó en 1968 en Bratislava, su ciudad natal, como Rosina en El barbero de Sevilla. Pronto llegarían sus roles emblemáticos, la Reina de la noche de La flauta mágica, Zerbinetta de Ariadne aux Naxos, o los grandes personajes de Bellini y Donizetti. Con su muerte, el mundo de la lírica pierde a uno de sus más admirados mitos.

edita-gruberova

Edita Gruberova

Profesional, trabajadora, dotada de una técnica perfecta, querida, admirada y respetada por todos, su carrera estuvo siempre marcada por la máxima exigencia profesional y artística. Como Alfredo Kraus, con quien protagonizó funciones memorables del mejor belcantismo, y grabaciones tan emblemáticas como la Lucia de Lammermoor que registraron en mayo de 1983, en Londres, dirigidos por Nicola Rescigno. Era imbatible en los registros agudos y sobreagudos, en los que su voz se movía con facilidad pirotécnica, sin perder nunca el color ni el timbre. Menos, la afinación.

Pero detrás de ello, de esta asombrosa perfección, de su capacidad portentosa para moverse con aérea ligereza en los más agudos registros, se encontraba el gobierno de una artista excepcional y de una inteligencia musical forjada con el conocimiento y el rigor, algo que le permitía adentrarse con hondura y referencias en los grandes personajes de raigambre histórica. Aportó empaque, humanidad y grandiosidad vocal a personajes como Maria Stuardo, Anna Bolena, Elvira, Lucrezia Borgia, Elisabetta o Julieta, y fue ideal intérprete de papeles tan diversos como Konstanze, Donna Anna, Norma, Gilda, Violetta, Manon o Adele. Apenas explotó su poco conocida vis cómica, que volcó en representaciones inolvidables de La fille du régiment, tanto en Zúrich como en Barcelona y Niza, bajo la dirección escénica de Giancarlo del Monaco.

Gruberova ha sido, junto con la italiana Mariella Devia, la última gran diva belcantista. Adorada por los mejores públicos, desde Múnich al Metropolitan, de Milán a Viena, Londres o Barcelona, donde interpretó todos sus grandes roles. En su amado Gran Teatre del Liceu fue despedida en 2013 con una ovación que entre bises, aplausos, bravos y piropos, prolongó la actuación, durante cuarenta y cinco inolvidables minutos. La fascinación del Liceu y la adoración de los operófilos barceloneses quedó reflejada en la pancarta que enarbolaron en aquella ocasión los paisanos de Montserrat Caballé: “Edita, la regina solo sei tu”.

Cantó y grabó con todos los grandes directores de su tiempo, desde Karajan, con el que trabajó en Don Carlo en el Festival de Salzburgo, o Karl Böhm -legendario es el vídeo de su grabación muniquesa de Konstanze de El rapto en el serrallo-, a Sawallisch, Muti (Don Giovanni en La Scala), Sinopoli (celestial Cuarta de Mahler) o Riccardo Chailly, con el que encarnó a Gilda en la famosa filmación de Rigoletto, firmada en 1983 por Jean Pierre Ponelle, con Ingvar Wixell y Pavarotti.

Contó con el cariño, admiración y bien labrado respeto de toda la profesión. Para la también soprano coloratura española Milagros Poblador, “Edita fue un referente importantísimo en mi carrera. Grandísima cantante y profesional. Tuve la suerte de coincidir con ella en el Gran Teatre del Liceu. Cantábamos ambas el dificílisimo rol de Zerbinetta, yo en el segundo elenco, aprendiendo de cada paso que ella daba. ¡Conmigo se queda todo lo que me enseño! Fue una gran señora en el escenario: disciplina, fidelidad a la partitura y honestidad”.

Del mismo tenor son los cientos de comentarios que sus colegas, amigos y admiradores han publicado en las redes sociales. El pesar en el mundo de la lírica es unánime ante la pérdida de quien ha sido uno de sus referentes durante las últimas décadas. El director español Guillermo García Calvo la recuerda en un hermoso vídeo en la que desde el teclado ensaya con ella. También Giancarlo del Monaco, amigo que tantas veces trabajó con ella, la evoca con afecto y enorme admiración: “Como todo el mundo sabe, era una cantante de primera, sí, pero también una maravillosa mujer de teatro, capaz de penetrar en el fondo psicológico de sus personajes”.

El tenor Ismael Jordi, que estos días canta Los Gavilanes en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y ensaya Doña Francisquita en el Palau de les Arts de València, no ocultaba ayer por la noche, instante después de enterarse de su muerte, la consternación por la desaparición de una “compañera” con la que compartió cartel en Dresde y Múnich, en dos títulos donizettianos tan emblemáticos como Lucia de Lammermoor y Lucrezia Borgia: “En Dresde cantamos Lucia. Fue muy gracioso, porque cuando ella terminó la escena de la locura, hubo más de diez minutos de aplausos. A mí me quedaba aún el último acto. Cuando nos cruzamos en el escenario después de interrumpirse casi la función por los aplausos y vítores, me dijo, guiñándome un ojo: ‘Anda, guapo, ahora te toca a ti’”.

“Fue siempre simpatiquísima conmigo”, prosigue Ismael Jordi. “Superagradable y formidable compañera. Era una antidiva y una profesional como la copa de un pino. Recuerdo que en Múnich yo siempre llegaba muy temprano al teatro, para vocalizar con tiempo. ¡Pues ella llegaba antes! Y entre función y función, siempre estaba en el teatro, estudiando, trabajando. Me sorprendía que, pudiendo estar ya de vuelta de todo, ella fuese siempre la primera: estudiando, vocalizando, perfeccionándose”. ¿Y eso que se decía de que era “una gran técnica, pero fría en el escenario”? El tenor jerezano contesta categórico: “Es lo de siempre cuando un cantante es muy técnico. La misma tontería que pasaba con Kraus”. Justo Romero

Escuche aquí su interpretación del aria Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen de la Reina de la noche de La flauta mágica de Mozart en una producción de la Bayerische Staatsoper en 1983:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

banner-calendario-conciertos