El apestado
Fue cesado hace más de cuatro años cuando el teatro que dirigía había alcanzado su más alto nivel de calidad. Y todo para colocar al hijo de un amigo. Se le prometió que se seguiría contando con él, pero desde entonces nada. Ahora que quien le cesó ha ascendido al mandarinato escénico nacional, ningún teatro se atreve a llamarlo por miedo a las conocidas represalias del mandarín o a perder las necesarias subvenciones. Es como un apestado al que nadie osa acercarse. Y dicen que España no es una mala madrastra.
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