El arte discreto de Angelika Kirchschlager
XIV Ciclo de lied
El arte discreto
Obras de Mendelssohn, Liszt, Dvorak y Brahms. Angelika Kirchschlager, soprano y Helmut Deutsch, piano. Teatro de la zarzuela. Madrid, 19 de noviembre
Hay intérpretes que tienen el don inapreciable de “caer simpáticos” al público y la mezzo austríaca Angelika Kirchschlager (Salzburgo, 1965) tiene la suerte de ser una de ellas. Cautiva de entrada su presencia, natural y simpática y cuando empieza a cantar esa sensación se hace más profunda. El color de la voz es homogéneo, bien timbrado, aunque le falte un punto de apoyo en los graves. El “fiato” es lo suficientemente amplio como para que en ningún momento surja el ahogo. Todo ello repercute en la transmisión de una desenvoltura y una seguridad que permite al oyente relajarse y concentrarse en el mensaje. Kirchschlanger supo entrar en el estilo y en la vida de las canciones. Es una cantante que frasea, que “dice” y lo hace sin artificio alguno, de un modo natural. En sus interpretaciones hay intención e intensidad, presta mayor atención a la expresividad del sentimiento que a las complejidades de las formas.
El programa era variado pero estaba diseñado en “tono menor”, es decir, compuesto por canciones de Mendelssohn, Liszt, Dvorak y Brahms sin excesiva trascendencia, por lo que el resultado no podía ser de otra forma: más amable que brillante. El público disfrutó el sabor de las cosas bien hechas –estuvo muy bien acompañada al piano por Helmut Deutsch- pero posiblemente no se integre en la memoria histórica de los asistentes. Gonzalo Alonso
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