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La incansable ORCAM
Por Publicado el: 22/11/2007Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

El Auditorio Nacional

El Auditorio
El Auditorio Nacional de Música cumplirá veinte años en octubre de 2008. Durante todo este tiempo ha venido funcionando de acuerdo con una filosofía que podríamos denominar “container”, es decir, no ha tenido actividad propia sino que se arrienda a terceros para que organicen en él sus conciertos. Además y fundamentalmente es la sede de la OCNE, quien tiene prioridad para sus actividades con público o ensayos. Por tanto no ha existido ninguna partida presupuestaria en el INAEM, organismo de quien depende, para promover sus propios espectáculos. Es, de otro lado, la única sala aceptable para conciertos en una capital de cuatro millones de habitantes y, por ello, su índice de ocupación es elevadísimo, siendo muy difícil para los promotores en encontrar fechas para sus actos. Ello, los altos precios de alquiler y la mano férrea que lo dirigió hasta hace un año, se traduce en que no se pierda dinero con él. En la actualidad y hasta poco antes de las elecciones generales permanece cerrado por obras.
Pues bien, al parecer la dirección general del INAEM ha decidido nombrar un director artístico y una comisión asesora. Ésta estaría formada por los compositores Cristóbal Halffter –autor de la música de la ópera de la que Juan Carlos Marset, director del INAEM, es libretista y Tomás Marco, la cantaora Carmen Linares y el diseñador Alberto Corazón. Con el auditorio cerrado y sin partida presupuestaria para 2007 y 2008, las funciones de director y comisión serían nulas. ¿Tienen sentido estos nombramientos o se trata sólo de repartir prebendas y quizá hasta dinero a los próximos?
Se habla de que el Auditorio va a contener mucho flamenco y en el nuevo INAEM parecen desconocer la experiencia frustrante con este género en la sala. Ni el entarimado fijo, ni los provisionales móviles han funcionado, ni la sala sirve para crear el especial clima que precisa este género. Pero algunos se empeñan en entrar como elefante en cacharrería.
Pero es más, si quienes dirigieran el INAEM en la próxima legislatura decidiesen dotar de partida presupuestaria al Auditorio para actividades propias, ello significaría que éstas tendrían lugar a costa de las actividades privadas, dado su índice de ocupación. O, expresado de otra forma, se empezarían a pagar con dinero público unos conciertos que ahora no sólo no cuestan nada al Estado sino que le proporcionan ingresos en concepto de arrendamiento. Pero si lo que se pretende es que no sólo estén siempre alquiladas las salas, sino que también estén llenas de público -lo que no siempre sucede- bastaría que el gerente del Auditorio seleccionase a los clientes arrendatarios y para ello no se necesitan tantas “mentes artísticas” pensantes sino un buen gerente.
Estamos ante un total despropósito que debe ser evitado por el Ministro de Cultura lo antes posible.

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