El barítono Carlos Álvarez dimite como presidente de su propia fundación
CRSITINA FERNÁNDEZ
málaga. Carlos Álvarez anunció ayer su dimisión como presidente de la fundación que llevaba su nombre y la desvinculación con todas las actividades de ésta a la manera de las muchas óperas que ha interpretado a lo largo de su carrera lírica.
Álvarez convocó una rueda de prensa en la que, durante más de una hora, la gerente de la fundación presentó las actividades para el año 2006 (incluso un concierto el 22 de diciembre de este año en el que participaba el barítono) y el barítono intentó aclarar los malentendidos aparecidos en prensa. Para el tercer acto dejó el plato fuerte, una efectista traca final que consiguió paralizar a los patronos y periodistas convocados. Sin que nadie previamente lo supiera, el cantante leyó una carta en la que presentaba su “irrevocable renuncia a todos los compromisos adquiridos con la Fundación Carlos Álvarez, tanto el puesto de Presidente Ejecutivo como el uso de mi nombre en esta iniciativa cultural”. Según Álvarez, tanto los estatutos como los cargos de responsabilidad tuvieron un refrendo unánime, “o al menos así creí entender”.

“Tanto los objetivos como los recursos humanos y estructurales estaban consensuados desde el principio”, dijo el barítono. “Pero inesperadamente, y debido quizás a una falta de entendimiento en cuanto a aspiraciones y sensibilidades de algunos patronos, la presión ejercida sobre la gerencia y dirección de nuestra fundación desde el propio organismo, nunca de forma abierta pero sí lo suficientemente eficaz como para que haya renuncias numerosas de patronos privados y suspensiones cautelares de aportaciones económicas, además de filtraciones tendenciosas a la prensa local, se convierte casi una implosión del proyecto”, añadió. Además, el cantante se refirió a la presión mediática. “No estoy acostumbrado a que sean mis ilusiones y mis intenciones traducidas por otros las que aparezcan publicadas”. El barítono consideró que quizás no se encuentre a la altura de lo que conlleva un proyecto “tan ilusionante”.

“No estoy dispuesto a tener que ser explicado, interpretado en la prensa y encontrarme cada día con una situación distinta”, subrayó el artista. “Creo que los proyectos culturales necesitan de solidez y seriedad suficiente, es un proyecto que implica un alto esfuerzo económico y de realización y creo que una vez presentada la programación era el momento necesario para decir adiós, porque tengo que ocuparme de mi propio trabajo”, explicó Álvarez, que corroboró su compromiso con Málaga y con la cultura aunque sus cauces de acción sean otros a partir de ahora.

En cuanto a los artículos aparecidos sobre una crisis en el organismo, confirmó que “la prensa se hace eco del malestar dentro de la fundación, pero que es un malestar que no tiene un interlocutor visible. Ante lo imposible no conozco una solución y soy el primero que lo siente”. Así cerró su participación en una iniciativa que nació para la defensa, promoción y desarrollo del canto, la música y la formación en este campo. Con su marcha, la fundación pierde también el nombre de Carlos Álvarez.