El caballero de la rosa en Berlín: un foso magistral
UN FOSO MAGISTRAL
Strauss: “El caballero de la rosa”. Deutsche Oper Berlin. 20-12-2014. Semper Oper Dresde. 21-12-2014.
Ha sido muy interesante asistir a dos representaciones consecutivas, en dos teatros distintos, de esta obra maestra que es “Der Rosenkavalier”, en la que Richard Strauss volvió la vista al pasado a través de esta refinada y peculiar evocación mozartiana de la Viena de María Teresa. La dirección de Donald Runnicles en Berlín ofreció general claridad y tuvo detalles de sorprendente finura, así en el magistral trío Mariscala-Octavian-Sophie, pero, al mando de una buena formación orquestal, su versión resultó no pocas veces ruda.
La mezzo Elina Garança, de timbre terso y magníficos armónicos, dominó la función como Octavian. Michaela Kaune, como Mariscala, fraseó bellamente, pero la voz es de escaso empaque. Al igual que la de la soprano ligera Eun Yee You, habilísima, eso sí, en los filados de Sophie. Sin ningún interés el Ochs de Albert Pesendorfer. La escena discurrió con arreglo a una antigua producción del extinto Götz Friedrich, que sitúa la acción en los años veinte del siglo pasado y que se organiza sobre un espacio dividido por una gran cortina corrediza.
En Dresde todo estuvo marcado por la contrastada, transparente, sutil versión de Thielemann, que gobernó un foso de notable sensualidad, brío deslumbrador y elocuencia sensacional. La batuta, nerviosa y fulgurante, demostrativa, fácil en la subdivisión del compás, llevó la representación en volandas e impulsó a unas voces de altura. La primera, sin duda, la de Anja Harteros una Mariscala soberbia por la dicción y el timbre mórbido y recamado, únicamente perjudicado por algunas asperezas. Sophie Koch, sin la hermosura gloriosa del timbre de Garança, vivió y dio vida a un creíble Octavian. Sophie fue Christiane Karg, que sirvió un personaje más carnal, con una voz luminosa y corpórea.
Si bueno fue el “Trío” de Berlín, aún mejor fue el de Dresde, de mayor empaque, amplitud y de una más perfecta delineación hacia el ápice, cuando las tres voces de unen en una estallido lírico de alto voltaje. El espacio sólo nos permite ya referirnos al buen Ochs de Peter Rose, bien dibujado y fraseado. En este caso la acción es situada por el director de escena, Uwe Eric Laufenberg, en época actual, lo que provoca no pocas incoherencias, en las que aquí no podemos entrar, pero todo está movido con gusto y lógica teatral. Arturo Reverter
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