El carrillón
El Carrillón
El verano dejó el Escorial y se llevó los últimos ecos de un festival que algunos utilizaron para alardear de que se iba a crear un Salzburgo en el centro de la piel de toro y que se quedó en bien poco en lo artístico y en ocupación de público. Llegó el otoño y los escurialenses siguen viendo cerrado su pequeño y precioso teatro Carlos III, cerrado desde hace un año supuestamente para acometer unas obras que nunca empezaron. Los mal pensados –“piensa mal y acertarás”- dicen que trasladar las obras de teatro de él a la sala pequeña del nuevo teatro-auditorio era la única forma de dar algo de contenido a éste. Pero ya verán que todo acabará arreglándose: el Carlos III se reabrirá en un año -¿habrá para él un proyecto educativo-cultural de altura a cargo de una célebre residente?- y los gestores del teatro-auditorio dejarán de pelearse, pondrán más dinero y sobre todo más ideas y el festival levantará el vuelo.
Pero a los escurialenses –perdón por incluirme, señor alcalde, pero me considero así, si no por votar si por pagar impuestos- nos queda al menos el vuelo de campanas. La Comunidad de Madrid restauró en 1988 el tercero de los carillones que se alojaron en la Torre del Colegio del Monasterio. Desde ella suenan periódicamente sus 47 campanas de bronce. Dice su carrillonista Manuel Terán, recién incorporado a la plantilla fija del Patrimonio Nacional, que su sonido nos transporta a un mundo musical aparte y que la enorme resonancia y el largo desvanecimiento de sus notas provocan una mezcla ingobernable en la que se disuelven melodías y armonías. Quizá fuese ese el mundo que soñase Felipe II cuando hizo traer de Flandes el instrumentó abuelo. Quizá para recordar, en la austeridad de la falda del monte Abantos, los aires musicales de los mercados de aquella lejana pertenencia. Ahora también se ha vinculado su sonido, los últimos jueves de cada mes a las 11 horas, al mercado de Terreros. El nuevo teatro-auditorio, desde enfrente, lo escuchará enmudecido.
Merece la pena pasearse por el patio de los Reyes los primeros domingos de cada mes o el próximo día 12 a las 14 horas para disfrutar de una música difícil de escuchar hoy día.
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