El gran sonido de Alexandra Soumm

(Foto: Martí E. Berenguer)

Temporada de la Orquesta Camera Musicae. Obras de Tchaikovsky. Alexandra Soumm, violín. Tomàs Grau, director. Barcelona, 4 de diciembre de 2016

Expectación, este pasado domingo, ante el concierto de apertura de la 5a Temporada de la Orquesta Camera Musicae en el Palau de la Música Catalana.
Sesión dedicada a dos obras e íntegramente a un solo compositor. Minutos antes de la hora prevista nuestro compañero Javier Perez Senz realizó una sinopsis, muy certera, de lo que se iba a escuchar ya que las habituales notas del programa de mano no existieron.
Interpretación llena de fuerza del Concierto para violín y orquesta en Re mayor, op. 35 de Piotr Ilich Tchaikovsky por parte de la violinista francesa –nacida en Moscú– Alexandra Soumm. La técnica instrumental de esta prometedora intérprete, a veces tosca, otras fascinante, superó con nota todos los pasajes virtuosos de esta atractiva y asidua partitura.
El fascinante arco de Soumm no solamente es el de un gran músico obsesionado por llegar a todos los rincones del auditorio sino que, también, desea impactar en el oyente para transmitirle sensaciones. Para ello aplica una fuerza en las cuerdas que, sumada al sul ponticello, el sonido, de vez en cuando, se mostró rasgado, rugoso, poco limpio, no obstante, agradecemos que los jóvenes solistas arriesguen antes que se escondan en un sonido pulcro pero poco incisivo.
El primer movimiento fue valiente y explosivo, el segundo lleno de poesía y belleza, el tercero impetuoso a pesar de una orquesta que arrastró el tempo hacia el abismo de lo absurdo.
Algo que llamó la atención, no recuerdo haberlo visto antes, fue que Soumm no interpretó el concierto de memoria. Incluso para el bis, el Andante de la Sonata nº 2 BWV 1003 de Johan Sebastian Bach, necesito la ayuda del atril pertinente.
La segunda parte estuvo dedicada a la Sinfonía nº 5 en mi menor, op. 64 del compositor ruso.
El próximo 29 de enero de 2017 segundo concierto de la Camera Musicae: Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo y la Sinfonía nº 9 de Antonín Dvorak. Israel David Martinez

(Foto: Martí E. Berenguer)