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Por Publicado el: 11/04/2024Categorías: Colaboraciones

El jazz en la España de los años 30

En general, hay un gran vacío en lo que respecta a ciertas músicas en la España de la década de los años 30. Mayor aún es el desconocimiento que impregna todo aquello relacionado con la música popular en estos años, y nula la presencia del repertorio de la música swing de los años 30 made in Spain en cualquiera de los espacios dedicados a ello en la península o alrededores. Sin embargo, se bailaba el charlestón en España, en Barcelona el hot estaba muy in y Madrid no paró de escuchar swing en 1936. Hay recortes de prensa que lo avalan, testimonios, partituras publicadas, incontables orquestas y jazz-bands, asociaciones, revistas, poesía, literatura y pinturas inspiradas en ellas y una memoria colectiva que, aunque no recordemos, guarda la influencia del jazz y pervive en la actual escena de la música de influencia afroamericana en España

El jazz en la España de los años 30

Orquesta Demon Jazz

Principios del siglo XX. Foxtrot y las orquestas de jazz

No son pocos los estudios que encontramos sobre este tema en la literatura académica actual. Musicólogos como Iván Iglesias en La modernidad elusiva. Jazz, baile y política en la guerra civil española y el franquismo (1936-1968), o José María Martínez en Del foxtrot al jazz flamenco, se han dedicado a estudiar el apasionante mundo del jazz en la España del siglo pasado. Los profesionales de la sección de música de la Biblioteca Nacional de España han realizado un trabajo de documentación importante, que culminó con la exposición El ruido alegre. Jazz en la BNE. Esto es particularmente interesante, ya que gran parte de las partituras conservadas de este género y esta época se custodian en su sede.

En general, se trata de un período convulso y complicado en la historia de España, ya que está marcado por una gran guerra que partió en dos la década de los 30, y también la historia venidera del país. Como dice Iglesias: «(…) silencio y olvido no significan lo mismo a efectos de composición: un Gobierno puede silenciar un determinado asunto, pero conseguir que se olvide es una tarea mucho más ardua». Tras la victoria del régimen franquista en 1939, se inició una restauración de «la gloriosa música española, (…) el catolicismo, el nacionalismo y la tradición, pilares de la cultura del primer franquismo». El foxtrot, la jazz-band y demás agrupaciones de orígenes afroamericanos fueron consideradas no tan dignas para la política cultural del régimen, y se impuso una tradición musical que promovía las manifestaciones culturales del bando victorioso.

El jazz en la España de los años 30

Jazz Magazine

El jazz llegó a España en torno a 1919, con sus primeras grabaciones, y a lo largo de los años 20 se fue integrando en la sociedad a través de lugares como los cabarets, así como de los discos y la radio. El conocido crítico Adolfo Salazar también escribió sobre el jazz y la jazz-band, sobre su negritud y su primitivismo; esta música se vinculaba a los hoteles, la diversión y al baile. En los años 30 encontramos ya numerosas orquestas de gran prestigio en las principales capitales de provincia, como la Demon’s Jazz en Barcelona, la Red Devil’s Jazz Band en Madrid o la Ideal Jazz en Sevilla, entre otras. En 1935 se creó el importante Hot Club en Barcelona, además de numerosas revistas como Jazz Magazine. Es curioso, y a la vez lógico, que, con tanta popularidad, el jazz siguiera escuchándose en clubs y diversos espacios, sobre todo en Madrid y Barcelona, tras el estallido de la Guerra Civil. En 1930 coincidía en España la reina del charlestón, Josephine Baker, con Ana Paulova. Surgió una gran cantidad de autores españoles que se dedicaron a componer foxtrots, one-steps, fox-jazz, hot-fox, y demás géneros, como es el caso del conocido batería, pianista y director Juan Durán Alemany; pero también de otros como Cástor Vilá o Andrés Moltó.

La formación de jazz-band y los bailes

Este repertorio suele estar escrito para una agrupación musical en concreto, la jazz-band: con violín, trompeta, saxofones alto y tenor, piano, contrabajo y batería, además de la voz. Muchas incluyen también trombón. Era normal que los saxofonistas tocasen tanto el tenor como el alto y el barítono, «además del clarinete, el violín e incluso el violonchelo, según lo exigiera la obra o la ocasión», como se explica en La modernidad elusiva. Esta formación era un estándar en la década, y una posible versión reducida (según Iglesias) de las orquestas de músicos blancos, como la de Paul Whiteman. Su música era muy bailable y representaba la pura diversión. Las bandas, tanto en España como en Estados Unidos, no se dedicaban únicamente a este género: eran bandas de baile, e incluso las big bands de Duke Ellington o Count Basie incorporaban boogie-woogies o cha-cha-chás en su repertorio. De la misma manera, encontramos pasodobles, bailes diversos y otras joyas de la canción española en el repertorio habitual de las jazz-band españolas.

El jazz en la España de los años 30

Carmelita Aubert

En general, el jazz se consideraba una música para la diversión, y la jazz-band era la agrupación por excelencia de los dancings o bailes a los que acudía la juventud. La terraza «Oshima» en la Casa Llibre (Barcelona) acogió el fin de fiesta del concierto del Quintette du Hot Club de France (con el gitano Django Reinhardt de líder). Estos eventos de baile eran más frecuentes en territorio sublevado hacia el final de la década, ya que los bombardeos hicieron difícil su continuación reiterada en Madrid o Barcelona, aunque tras el final de la guerra su desarrollo sufrió un cambio drástico. Una vez conquistadas las principales capitales, la indudable popularidad del jazz complicó su censura, y vivió un apogeo notorio en el período de la primera posguerra. Esta música reportaba grandes beneficios, al igual que la música cubana, y siguió presente en teatros, en la radio y también en el cine, donde se hacían Semanas de Jazz Hot. Tras la caída de la ciudad poco antes, Demons’ Jazz actuaba en febrero de 1939 en el Teatro Circo de Barcelona, y más tarde, la orquesta Crazy Boys.

Los años 30. Compositores, repertorio y espacios

Lo realmente curioso es que la propia música sí que cambió durante la guerra, aunque queda mucho por analizar sobre este tema. Parece ser que el estilo previo al conflicto era más experimental armónicamente, y después, compositores como Alemany parecieron preferir composiciones más estables y reguladas y con menor experimentación, más accesibles a todo el público. Previa instauración del franquismo, el jazz sonaba en zonas sublevadas y se alternaba con melodías militares, representaciones políticas o se emitía diariamente en radios de ambos territorios. En la zona republicana, el precio de las entradas se redujo para facilitar la entrada a estos bailes; sin embargo, en las zonas sublevadas el precio aumentó, lo que dificultó la relación del público con esta música. Esta «democratización del jazz» fue producida, además, por un cambio de paradigma, ya que, con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, llegó también su acceso al mundo del espectáculo nocturno como público, incluso llevando a los niños a los bailes de foxtrot. Llama la atención, puesto que este tipo de espectáculos estaban reservados para hombres o para mujeres acompañadas por su pareja.

No son pocos los éxitos que cosecharon las canciones compuestas en esta época. Un indudable clásico, según Iglesias, es La colegiala. Este fox de Antonio Matas basa su tema principal en St. James Infirmary (blues popularizado por Louis Armstrong), y mantiene las progresiones armónicas e inflexiones melódicas del blues original, así como el tempo. Los músicos no eran importantes en España en este momento; de hecho, de las grabaciones de la mayoría de estas piezas solo nos quedan los nombres del letrista, el compositor, la orquesta y los cantantes. En este caso, Carmelita Aubert fue la que la popularizó (aunque ya contaba con una fama previa por su célebre cuplé Comunista).

El jazz en la España de los años 30

María de la O

Al igual que Matas, Juan Durán Alemany fue uno de los fundadores del Hot Club de Barcelona. No sólo fue batería, pianista, compositor (contando con más de cien fox-trots, paso-dobles y boleros), arreglista y director de orquesta, sino que también se dedicó a poner música a películas, como Charlestón, Melodías prohibidas o Vaya música. Otro compositor notable es Cástor Vilá, cuyas composiciones Alá. Foxtrot oriental o Flor de sol presentan interesantes peculiaridades. En el primero, el uso de escalas orientales o de influencia no-occidental para reflejar mundos exóticos deja entrever una clara voluntad de modernidad; en el segundo, una referencia a una flor catalana en una canción de amor.  Andrés Moltó componía en torno a 1936 Ahí va la liebre, en un divertido fox sobre la caza. Era común que estas bandas tocasen temas de zarzuelas conocidas, como María de la O o Solo a ti del maestro Quiroga, que cuentan con arreglos para orquesta de jazz. Hay muchos otros nombres anónimos, de los cuales queda mucho por estudiar, como Ignacio Mas, el zaragozano Luis Araque o Isidro Tardá.

Toda esta mezcla de canciones sonará pronto en el concierto del sábado 13 de abril en el Auditorio Nacional con el proyecto Jazz it up. Ritmos de moda en la España de los años 30, una iniciativa de recuperación de patrimonio en la que musicólogos de la Universidad Autónoma de Madrid han colaborado con músicos de la escena de swing local madrileña, The Swing Godfathers, así como con el cantante Guillem Roma, para revivir esta banda sonora de la España de la década de los años treinta. Daniele Grammauta, al frente de la banda, es un saxofonista italiano de gran trayectoria en el género, y liderará la agrupación integrada por el contrabajista argentino Benjamin Grosiman, Andrés Alberto Freites en la percusión y Rodrigo Cobos al piano; los trompetistas Yevhen Riechkalov y David John Herrington; Guillem Ferrer Canal al saxofón alto, así como Javier Campos (también al clarinete), Raúl Márquez al violín y Giorgio Gallina al trombón.

Rosa María García Mira

Universidad Complutense de Madrid

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