“El Juramento”, cuatro lecciones
Temporada de la Zarzuela
“El Juramento”, cuatro lecciones
“El Juramento” de Gaztambide. S.Puértolas, C.González, G.Bermúdez, D.Menéndez, L.Álvarez, J.Galán, M.de Diego. Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de la Zarzuela. E.Sagi, dirección de escena. M.Gómez Martínez, dirección musical. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 23 de noviembre.
En la etapa de Luis Olmos en el Teatro de la Zarzuela se destruyeron muchas de las producciones que no pertenecían a sus colaboradores más allegados, pero afortunadamente quedaron algunas como este “Juramento” que bien merecen reponerse. Data de hace más de diez años y Jesús del Pozo elaboró para ella un vestuario precioso y espectacular en el caso de las damas. Su figura fue recordada por Pinamonti, director del teatro, y Sagi al inicio de la representación.
Hay cuatro lecciones a resaltar especialmente en este espectáculo. De un lado que resulta gratificante una puesta en escena llena de luz, tan acostumbrados como estamos últimamente a las iluminaciones tétricas. Buenas luces, predominio de blancos y un hábil movimiento escénico que, con la ayuda de los acertados decorados de Gerardo Trotti, son marco perfecto para una la obra. No busquemos en ésta grandes dosis de ingenio, pero se lleva bien, especialmente en su segunda parte, a pesar de sus escasas arias. Gaztambide tuvo en su pluma mucho del floklore andaluz y también mucho de la ópera de Bellini y Donizetti, de lo que queda ejemplo en el final del acto primero, claramente inspirado en “Lucia di Lammermoor”. La segunda cosa es que estas obras, que no son cortas, requieren una batuta que sea capaz de mantenerlas en pié sin que decaiga la atención. La recuperación de Miguel Ángel Gómez Martínez para la Zarzuela es un gran acierto. Experto como es, sabe perfectamente conjugar lo dicho con el protagonismo secundario que ha de tener el foso en este repertorio. Cuida la orquesta, pero cuida mucho más a los artistas que están en el escenario, a quienes mima y jamás apaga. La tercera es la homogeneidad del espectáculo, porque todo funciona al mismo alto nivel desde los ya comentados hasta el último comprimario. La cuarta es la comprobación de que en España tenemos estupendos cantantes para éste y otros repertorios y sin embargo muchos de ellos tiene que hacer carrera en el extranjero como cuando en España no había los teatros que hay hoy. Es el caso de Sabina Puértolas o Gabriel Bermúdez, por citar sólo dos nombres del acertado reparto, a quienes se echa de menos en los escenarios operísticos. Ambos, y los demás también, están a nivel internacional. Pero vivimos un país de absurdos y algún teatro cede un despacho en sus instalaciones para que una agencia de viajes gestione los de todos los muchos segundos papeles y comprimarios extranjeros a los que se contrata pagando desplazamientos y hoteles en vez de contar con artistas como los que Paolo Pinamonti trae para las dieciocho funciones de “El Juramento”. Gerard Mortier asistió al estreno. ¿Habrá tomado nota? Gonzalo Alonso
Últimos comentarios