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Por Publicado el: 07/06/2005Categorías: Crítica

“El pequeño deshollinador”, una sencilla fantasía

Ópera para niños en el Real
Una sencilla fantasía
“El pequeño deshollinador” de Britten. Dir. musical: W. Izquierdo. Dir. Escena: I. García. M. Sola, J. M. Montero, J. Mesa Lozano, M. Pardo, B.Díaz, S.Cordón, etc. Teatro Real. Madrid, 6 de junio.
Los responsables de los teatro de ópera deberían tener muy clara la necesidad de crear nuevos públicos, la conveniencia de que los niños se acerquen al género desde una edad temprana que no sólo impida rechazos posteriores sino fomente la afición. Tienen, eso sí, todos claro que los dineros públicos no pueden dedicarse sólo al divertimento de los mayores y todos los proyectos líricos importantes cuentan con un apartado dedicado al público más joven. El Real convocó el pasado año un concurso de dirección escénica del que salió premiado Ignacio García y ahora estrena su producción.
Estamos ante algo pensado para niños que los mayores pueden ver y escuchar con placer. Una hora de espectáculo marcado por una sencilla fantasía escénica y acompañada por una preciosa música de Britten. Que nadie pretenda ver una superproducción, pues una pizarra donde dibujar cuatro elementos, cuatro muebles y unas sábanas en un escenario reducido son todo lo preciso para contar una historia ya algo caduca. ¿Qué niño ha visto hoy un deshollinador? Muchos ya ni siquiera saben quien es Mary Poppins. ¿Cuántos se balancean en un burro de madera? Ayer vi uno de unos dos años paseando por el Retiro con un pequeño coche a motor. Todo ha cambiado. Pero quizá los niños de hoy puedan ver con ingenuidad la historia de Crozier y hasta disfrutarla. Hubo muchos aplausos y bravos en el Real de un público que había pagado veinte euros por la localidad más cara para adultos –la mitad para niños- y que llenaba la sala.
La música, que es lo mejor, convendría que redujese a veces su volumen, y los intérpretes cumplen todos con desenvoltura. En el foyer se vendían discos y libros. ¿Dónde estaba el “Soldadito de plomo” de una figura tan popular para este público como es Emilio Aragón? ¿Es la subtitulación la adecuada para ese público? ¿No convendría traducir no sólo los diálogos, sino también las canciones? ¡Qué difícil es la ópera para niños! Uno piensa que disfrutarían más con una buena y breve selección en español de “Aida”, pero esto es otro cantar. Gonzalo ALONSO

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