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Obituario James King
Salomé en Sevilla. Diario de Sevilla. 5nov 2005
Por Publicado el: 09/11/2005Categorías: En la prensa

¿EL QUIJOTE? ¿QUÉ QUIJOTE?

Aparecido en El Confidencial.com el pasado 9 de julio y el el foro HipaOpera:
¿EL QUIJOTE? ¿QUÉ QUIJOTE?
http://www.elconfidencial.com/buscador/noticia.asp?sec=28&id=396
La España de Pixie y Dixit ministerial, la España de los mediocres, de los borregos, de los fantasmas, de los inútiles, de los presuntuosos, de los espantapájaros, de los fatuos, de los funcionarios que se creen ministros y de los conserjes que se sueñan generales gracias a su gorra de plato, tiene muchos más ejemplos, y algunos sangrantes. Les cuento.

Hace aproximadamente un año ocurría un prodigio en la música española. Un espléndido director de orquesta, gran especialista e investigador del apenas conocido tesoro musical español de los siglos XVII al XIX, Juan de Udaeta, encontraba en ciertos sótanos París un verdadero tesoro: la partitura de una ópera española perdida, olvidada, que se titulaba Don Chisciotte y que había sido escrita por el más grande cantante lírico, empresario y compositor español de aquellos tiempos, principios del siglo XIX: nada menos que Manuel García. No era una bobadita para ser representada ante cuatro condesas en un salón. Era una ópera grande, rossiniana, con gran orquesta y numerosos cantantes. Una ópera deliciosa, dificilísima de cantar y divertidísima; una ópera de tal envergadura que pudiera convertirse, en este año del Cuarto Centenario del Quijote, en uno de los acontecimientos más importantes del aniversario. Se estaba desenterrando una página deliciosa de la muy poco conocida música española de entonces.

Todo se puso en marcha. Udaeta se encerró en su casa (allí sigue, por cierto) dedicado a la titánica tarea de poner en limpio, editar y corregir aquellos manuscritos musicales de hace dos siglos. Emilio Casares, de la SGAE; Gustavo Tambascio y muchos más empezaron a buscar modos de hacerlo… Ah, y el referente institucional, indispensable: la Sociedad “Don Quijote 2005 S. A.”, dependiente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, dijo que adelante con los faroles, que el dinero no era problema o que, si llegara a serlo, ya se discutiría el asunto. Pero que adelante con la ópera.

Viendo cómo iban las cosas, y sobre todo viendo lo que salía –todo el oro que salía– de la partitura que iba desentrañando el maestro Udaeta, se contactó, con el permiso verbal de la autoridad oficial, a una empresa muy veterana en montajes teatrales, KL Opera. Es una empresa privada. Piden un documento escrito de que las autoridades de Castillña-La Mancha están, explícita y claramente, detrás de la idea, porque ya están en danza cantantes, orquestas, escenógrafos, sastres y todo lo que se precisa para poner en pie un estreno mundial. Hay hasta fecha y lugar del estreno: auditorio de Cuenca, septiembre de 2005. Una decena de teatros de España, Italia y México se han interesado por programar lo antes posible este Don Chischiotte que con tan buen criterio está impulsando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales se ofrece para colaborar en el asunto. Todo va bien.

Hasta que una buena mañana aparece un pelanas, un conserje con ínfulas de almirante: José Domingo Delgado, de cuya existencia yo era felizmente ignorante hasta ayer mismo, resulta ser el director, o gerente, o lo que sea, de un organismo llamado Don Quijote 2005, S. A., que, al parecer, es la empresa que está llevando todos los actos relacionados con el IV Centenario en Castilla-La Mancha. Bien, pues este señor, una buena mañana, tiene la ocurrencia de enviar un correo electrónico a algunos de los muchos responsables de la puesta en pie de Don Chisciotte comunicándoles que la idea le parece muy bonita, pero que no piensa poner un solo duro. Así de claro.

Perdonen la expresión: todo a tomar por saco. El trabajo de los investigadores, musicólogos, copistas, traductores, cantantes, empresarios, escenógrafos, músicos y directores, sastres, teatros y demás tropa, a hacer gárgaras. En KL Ópera –empresa que puede perder un dineral si alguien no lo remedia pronto– sostienen que existía un “contrato verbal” con las autoridades culturales de Castilla-La Mancha. Pero este sinvergüenza (no tiene otro nombre) de José Domingo Delgado no sabe nada de contratos verbales. Él está ahí gracias a sus amplios conocimientos culturales, como se deduce del hecho de que lo nombrase para el cargo la Consejería de Hacienda de Castilla-La Mancha, y es el que manda, es el que tiene el dinero, el que decide y el que se pasa por el forro de los Pixies y los Dixies el trabajo de tanta gente y el hecho de recuperar una de las grandes óperas españolas de la historia: he oído la música, he leído la partitura y sé de lo que estoy hablando. Todo a la porra por la santa voluntad de un tipo que, a la vista está, tiene el mismo criterio cultural que el Vizcaíno del Quijote. Así se escribe la historia.

Eso sí, el señor José Domingo Delgado, a quien desde aquí deseo con toda cordialidad que le caiga en la cabeza, desde un quinto piso, la bellísima edición del Quijote ilustrada por Mingote y comentada por Martín de Riquer, destina todo el dinero que haga falta para traer a Castilla-La Mancha, como estrella de las celebraciones del IV Centenario, al cantante Sting, que, como todos sabemos, es uno de los más ilustres cervantistas vivos y que domina como nadie en el mundo toda la música del siglo XVII.

Stultorum numerus infinitus est, que decía el clásico (“el número de los tontos es infinito”). Lo que me pregunto es por qué extraña maldición siempre acaban los más obtusos tuercebotas en los puestos de responsabilidad cultural. A los listos, supongo los ponen a hacer carreteras, aeropuertos, túneles o vías férreas. Al frente de la gestión cultural ponen a los que no tienen más luces que una lámpara fundida. Yo ya me he puesto a rezar al inminente santo San Juanpablosegundo –milagrero donde los haya: le reconocieron varios milagros antes de morirse, que ya son prisas– para que ilumine las mentes de nuestros gobernantes y pongan, al frente del Ministerio de Cultura, a Pixie; al frente de la gestión cultural de Castilla-La Mancha, a Dixie; y en la presidencia de la Junta de Comunidades de la misma región, al gato Jinks. Será la única manera de que esto mejore. Porque empeorar, lo que se dice empeorar, eso es imposible.

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