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Por Publicado el: 21/04/2022Categorías: En vivo

El regreso de la Philharmonia a Ibermúsica

El regreso de la Philharmonia a Ibermúsica

Obras de Beethoven y Chaikovski. Nicola Benedetti, violín. Philharmonia Orchestra. Director: Santtu-Matias Rouvali. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de abril de 2022.

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Nicola Benedetti, violín. Philharmonia Orchestra. Director: Santtu-Matias Rouvali. Foto Rafa Martin

La primera orquesta inglesa que llega al ciclo de Ibermúsica tras la pandemia ha sido la Philharmonia, una excelente agrupación que, para muchos, es de hecho la mejor entre las inglesas. Durante este penoso tiempo ha continuado su actividad ofreciendo conciertos online. Habremos de referirnos a lo positivo y también a las muy peligrosas consecuencias que esta práctica ha reportado a las instituciones que la han practicado, con el ejemplo de la Ópera del Met a la cabeza. El conjunto cuenta con un amplio catálogo de registros con versiones de referencia de Karajan, Giulini o Klemperer, sin olvidar el “Elias” de Mendelssohn que grabó en los años sesenta Rafael Frühbeck de Burgos con un espectacular reparto: Baker, Gedda, y Fischer-Dieskau. Anteriormente nos visitó con maestros como el citado Giulini, Shkenazy, E-P Salonen, Sinopoli, Dutoit, Slatkin, Sawallisch, Tilson Thomas, Tielemann o Blomstedt. Sin duda una de las orquestas favoritas de Ibermúsica. El director y compositor finlandés Esa-Pekka Salonen ha sido director titular y asesor artístico de la Philharmonia desde 2008. Su coterráneo, Santtu-Matias Rouvali, asumió el cargo de director titular en esta temporada 2021/22, siendo uno de los jóvenes que vienen pisando fuerte. Ya se ha puesto al frente de la Filarmónica de Berlín, la de Nueva York, la Royal Concertgebouw Orchestra o la Münchner Philharmoniker y su nombre figura en las quinielas para una de las primeras agrupaciones americanas.

Al empezar el concierto se tuvo un acertado recuerdo a los muy recientemente fallecidos pianistas Radu Lupu y Nicholas Angelich, ambos muy ligados a Ibermúsica. Lo más destacable fueron en esta ocasión y por este orden la formidable prestación de la Philharmonia, la prometedora juventud de Nicola Benedetti y Santtu-Matias Rouvali, el muy popular programa y la inclusión de una peculiar cadencia en el primer tiempo del “Concierto para violín y orquesta” beethoveniano. También la curiosidad entre el público asistente a lo que podría pasar al día siguiente en el Auditorio con las mascarillas, tema sobre el que esperaban instrucciones.

Nicola Benedetti, que maneja un Stradivarius “Gariel” de 1717 y ya había actuado con esta orquesta en 2019, goza de muchos reconocimientos oficiales en el Reino Unido y en abril 2021 realizó el estreno mundial del “Concierto para violín” de Mark Simpson con la LSO y Noseda. Mostró un sonido precioso y expresivo, un punto más delicado de lo conveniente para este engañoso Beethoven, aunque con caudal suficiente. Eligió una peculiar cadencia basada en la del propio Beethoven para la versión pianística del mismo concierto y que solía emplear Gidon Kremer, pero reelaborada por ella misma con ayuda. Curioso el dúo entre violín y timbal. No fue una lectura para el recuerdo, pero resultó agradable e incluso muy vitoreada por un grupo de espectadores.

Rouvali planteó para la “Quinta” de Chaikovski una lectura de tempos ligeros, de 46’, más o menos como Abbado, pero muy lejos de la casi una hora de Celibidache o Berstein, equilibrada en los tres primeros movimientos pero bastante desmadrada en el último y especialmente en su coda final, enlazada prácticamente sin pausa para evitar un posible aplauso despistado. Más vibrante que grandiosa. Hubo oportunidad de disfrutar de las intervenciones de solistas como la trompa o el clarinete y de que todas las secciones mostrasen su magnífico estado. Rouvali es maestro de gestos amplios, precisos y comunicativos, con una mano izquierda detallista. Gran éxito pero ninguna propina. Gonzalo Alonso

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