Recomendación: Nelsons, el talento en estado puro
El talento en estado puro
Verán. Si de lo que se trata en esta página de recomendación semanal es de fijarse en el mejor (o mejores) concierto (s) de la semana, es absolutamente imposible eludir los dos que el director letón Andris Nelsons (Riga, 1978) nos va a regalar en el Auditorio Nacional mañana y pasado. Las cifras, los datos, apabullan. Sin cumplir todavía los 40, es director titular de la Orquesta Sinfónica de Boston y la Gewandhaus de Leipzig (con la que nos visita en esta ocasión). Fue el principal candidato para sustituir (bueno, estaba también Thielemann) a Rattle en la Filarmónica de Berlín, episodio ese del que se podría escribir un libro acerca de las no razones por las que los atriles de la Orquesta decidieron que no acabara siendo el titular, en beneficio de un señor que para mí es muy evidente que está en posesión de bastante menos talento. Y despliega con sus orquestas una actividad absolutamente inexplicable; de auténtico glotón de repertorios de toda clase: Bach, Mozart, Beethoven, Berlioz, Brahms, Bruckner, Dvorak, R. Strauss, Wagner, Mahler, Shostakovich, Tchaikovsky, Prokofiev, Ravel… Pero la auténtica razón por la que los trabajos de Nelsons acaban produciendo una enorme admiración es su nivel medio de calidad, en algunos casos verdaderamente tremenda. Por ejemplo, en Dvorak, en Brahms, en Mahler, en Bruckner, en Wagner… que dirige repetidamente con una autoridad que recuerda a ciertos maestros del pasado. Por ejemplo, en Dvorak y Brahms al insuperable Giulini; o en Mahler al gran Bernstein. Etc. Claro que a veces la cantidad de actividad desplegada le juega malas pasadas. Ha pinchado claramente en el Requiem de Mozart, y de la Misa en Si menor de Bach (¡que también ha dirigido!) se podría haber olvidado. En cualquier caso, no tengo el menor inconveniente –a fuer de que se me tilde de exagerado- en afirmar que se trata del director de orquesta más completo de su generación. Y aledañas.
Ibermúsica ha tenido a bien que lo podamos disfrutar en repertorios muy populares. A veces se critican sus programaciones por eso. Bueno, yo me guardaría las críticas para cuando el director de turno sea más oropel que otra cosa. Ahora bien, cuando es un monstruo como este el que se sube al podio, la crítica se torna virtud, porque, ¿qué más grande gozada es escuchar obras como la Cuarta de Brahms o la Patética de Tchaikovsky en versiones que puedan ir mucho más allá de la pura decencia? Le respuesta es obvia. Así, en el primero de los conciertos a la mencionada obra de Brahms se añadirá otro ´hit´, el brillante (pero no por eso único) Emperador de Beethoven, para cuya interpretación el programador ha previsto a un pianista que esté a la merecida altura, el magnífico solista uzbeko Yefim Bronfman, cuyo arte descubrimos en Madrid va a hacer dos décadas en este mismo ciclo. Es proverbial su Bartók, que tiene registrado en disco, portentosamente dirigido por Essa Peka Salonen. No conozco, sin embargo, su grabación del Emperador con David Zinman. El concierto del domingo incluye la Sinfonía núm.40 de Mozart, autor que también Nelsons dirige bastante, y, como ya hemos dicho, la última de las sinfonías de Tchaikovsky, una música que a priori viene muy bien al estilo y maneras de nuestro director. También un estreno de Thomas Larcher (1963), como encargo de la Gewandhaus para la celebración de la toma de posesión de su nuevo director titular, no otro que Andris Nelsons.
En resumidas cuentas, dos conciertos que bien se pueden situar entre los más importantes de la temporada de Ibermúsica. Con ellos se cierra, a la espera de las sesiones extraordinarias que protagonizarán Juan Diego Flórez (23 de mayo) y la Simon Rattle con la Orquesta Filarmónica de Berlín (7 de junio). Pedro González Mira
Yefim Bronfman, piano. Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Dir.. Andris Nelsons. Obras de Beethoven, Brahms, Larcher, Mozart y Tchaikovsky. Auditorio Nacional de Música, sala sinfónica. Sábado 5 y domingo 6. Entre 45 y 195 €.
Ayer conseguí en último minuto una entrada y la cuarta sinfonía interpretada por esta orquesta ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Además el asiento en el que estuve me permitió disfrutar de la dirección de Nelsons.