El verano en su salsa II
El verano en su salsa II
Prometía continuar mi crónica de las salsas veraniegas con los festivales. Se han demostrado en plena decadencia y las consabidas fórmulas ya no sirven. En Bayreuth la segunda y actual mujer del viejo Wolfgang Wagner, que es quien lleva la voz cantante, apostó por su hija Katharina para suceder a su marido entregándola la dirección de escena de unos nuevos “Maestros cantores”, pero se estrelló en el proyecto. Todo por apartar a Eva y Nike, las otras familiares en el candelero de Wotan. Una hijastra y otra sobrinastra. Pero no fueron “Los maestros cantores”, sino “Los pintores cantores”. Auténticos abucheos y una llamada a la reflexión: no es cuestión que la actual señora Wagner decida el futuro de un festival. ¿O acaso esá todo tan mal para que sí sea así? Pasó sin pena ni gloria Weigle, el director musical del Liceo, y Ulrich Maier, tiempos atrás asistente de Barenboim, demostró ser buen músico pero mal director. ¿Les suena esto a algo?
El Festival de Salzburgo era malo sobre el papel y ha resultado aún peor de lo previsto. Antes de comenzar sólo había dos espectáculos vendidos por completo: una gala de zarzuela con Domingo-Villazón-López Cobos y un concierto Pergolessi con Netrebko. Pues bien, el mundo está tan mal como para que la noticia no sea quien canta maravillosamente – p.e. Gulleguina una “Tosca” en El Escorial- sino quien no canta. En este caso Villazón y Netrebko en Salzburgo. El primero parece que arrastra una crisis vocal imparable, que ya Gonzalo Alonso denunció en su crítica en La Razón a la “Manon” liceísta, y que le obliga a retirarse hasta noviembre. La segunda, según cuentan fuentes solventes, porque no había tenido tiempo de estudiarse la obra que tenía que haber cantado. En “Eugen Onegin” falló la escena de Breth, parte de cast y hasta Barenboim pecó de frío. “Benvenuto Cellini” no pasó de un videoclip con mucha densidad orquestal de Gergiev, con quien la presidenta del festival, Helga Rabl-Stadler, no andaba muy contenta –sin llegar a efectuar las declaraciones que realizó contra Netrebko- por haberse ausentado durante los tres días previos y posteriores a la premier para irse al Festival de El Escorial. Y es que Salzburgo no sólo es música sino también relaciones públicas y cócteles a los que los artistas han de acudir. Y, con todo esto, ¿saben cuál fue el gran triunfo? Pues los titulares lo aclararon “Domingo salva el Festival”. El y Ana María Martínez con López Cobos haciendo prácticamente el mismo programa de días antes en el Teatro Real. ¡Tanto Salzburgo…! Allí, por cierto, Barenboim ha extendido su influencia y se ha hecho el amo en ópera y conciertos. Es, sin duda, el director con más poder en la actualidad.
Y, sorprendentemente, Madrid tuvo cosas de interés musical en este extraño verano de temperaturas tan volátiles como las bolsas. Sorprendentes los llenos de público en el peculiar pero impresionante espacio del Matadero con un “Mahagony” algo mojigato. Sorprendente el buen nivel de “El viaje a Reims” del Mariinsky con Gergiev en El Escorial y el concierto final, así como el muy aceptable estado vocal de Jessye Norman. Sorprendente escuchar a Gullegina cantar muy bien “Tosca” y, en concreto, su aria con pianos, filados eternos, sin gritar y con emoción. Como se cantaba décadas ha. Sorprendente que cuatro mil personas aguantaran la “Patética” con Barenboim y su Diwan en la Plaza Mayor bajo una lluvia que quizá el cielo envió como castigo por el atrevimiento de incluir en programa – y no como Incitatus contaba en “El Confidencial.com”- las “Variaciones” de Schönberg. Ahora se espera la nueva producción de “Jesucristo Superstar” con la que se abrirá la temporada.
No hubo mucha suerte con “La sonambula” santanderina. Parece que a la joven hija de Scandiuzzi le venía muy grande el papel. En “Tosca” división de opiniones. Unos críticos la han alabado y otros la han encontrado aburrida. Tampoco la hubo en la Quincena con el recuperado y precioso Scarlatti, ya que el tenor se enfermó y daba pena oírle sufrir.
En Toledo –sí, en Toledo, en el patio de Armas- se prepara una gran gala para el día 28 con Raimondi, Cedolins, Montiel, Machado, etc. Quizá sea el preludio de un futuro festival.
En Valencia no hubo ópera, pero sí líos con una auditoria externa que, según la prensa local, no pudo terminar su dictamen por falta de colaboración y papeles. Y los conferenciantes aún sin cobrar…
En Pésaro, mientras cundía la preocupación por un Pavarotti que entraba y salía de un hospital de Módena, tres de los seis tenores que aparecen en el “Otello” rosiniano daba que hablar. Filianotti, el previsto protagonista, canceló y fue sustituido por un Kunde que, como Netrebko, parece que no se sabía el papel. Fue más espabilado y, en vez de irse, simuló un ataque de amnesia. Se ingresó por cuatro días en un hospital en vez de ir a los primeros ensayos y allí se lo debió estudiar. Merritt era un desastre en los ensayos y por eso se contactó con Zapata. Le quisieron suprimir algún agudo innecesario y optativo para facilitarle la tarea y se negó. Final, tras los abucheos del primer día objetó que le dolía un pié y puso pies en polvorosa. Zapata se estudió el papel de Yago en el avión de Menoría a Pésaro. Flórez fue el gran triunfador en un repertorio que es de verdad el suyo. Menos lo es el de su nuevo disco y menos ese duque de Mantua previsto para el Real madrileño. Por cierto, ¿será verdad que han surgido ciertas diferencias entre el tenor y su casa discográfica a causa de su próxima ópera completa –“Sonambula”- y la superstar Bartoli que le acompaña?
Y, puestos a hacer cosas raras en escena, ahí está Glyndebourne poniendo teatro a “La Pasión según San Mateo” de Bach, incluido un vlas de Cristo con la Pecadora o un beso entre Pilatos y Cristo.
Muti veló armas en Roma, preparándose para desde la capital hacer la guerra a la Scala que le defenestró. Plácido Domingo no paró y hasta fue contratado por los Simpsons. Y hasta Sonsoles Espinosa se pródigo, no sólo haciendo turismo en Panamá sino cantando Bach y Haendel en Buenos Aires antes de ir a los buenos aires de Doña Ana.
Pero lo mejor, algunas declaraciones. Teresa Berganza dijo que “algunos directores de escena se merecen una buena paliza”, Endrik Wottrich –tenor supuestamente wagneriano y pareja de la citada Katharina Wagner- que “los cantantes de ópera se dopan” y Ainoa Arteta se volvió a quejar de que en el Liceo y el Real la marginan. Me cuentan que el tema puede endurecerse en septiembre. No sólo ella, también se quejó Hugo de Ana en Santander con un titular que decía “la ópera está llena de amiguismo”. Por su parte Marset, el nuevo director del INAEM, dijo que en Madrid pensaba hacer lo mismo que en Sevilla: casi ningún cambio. Leer para creer, cuando en Sevilla no dejó uno vivo. Que se lo pregunten a Ramón Serrera, Juan Victor Rodríguez Yagüe o a la Bienal de Flamenco.
Y, por último y hablando ya de no vivos, nos dejaron Nicola Zaccaría, Teresa Stich-Randall, Regine Crespin y Beverly Sills. ¡Qué descansen mejor que nosotros!
Pues todo ello lo tienen ustedes tratado ampliamente a lo largo de mi web. Busquen y diviertanse.
BECKMESSER
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