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Por Publicado el: 02/05/2016Categorías: Crítica

El Versátil Keenlyside

EL VERSÁTIL KEENLYSIDE

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“Songlines to American Music”. Simon Keenlyside, barítono. Matthew Regan, piano; Gordon Campbell, trombón; Howard McGill, viento madera; Mike Smith, batería; Richard Pryce, contrabajo. Teatro Real, Madrid, Sesiones golfas. 29-4-2016.

El mundo contemplado en este concierto, en el que se daban cita compositores europeos instalados en los Estados Unidos y compositores estadounidenses influidos por músicas del otro lado del Atlántico, en un productivo cruce de estilos y rasgos, quizá no fuera el más adecuado para una voz impostada como la de este británico, barítono lírico de amplio espectro, de buen metal tímbrico, que pierde espesura en la zona alta. La emisión es franca, sólo muy ligeramente engolada en zonas graves, el centro consistente y sonoro, de agradable pasta. Pero Keenlyside es un músico inteligente, que sabe acoplarse gracias a una especial sensibilidad y a un evidente mimetismo.

Hubo de hacer en ocasiones cambios en la emisión, abrir los sonidos, desgarrar determinadas notas, emitir en falsete; aunque sin perder sus señas líricas de identidad. Así en “Little cobwoy song” de “Arizona Lady” de Kálmán o en “So in love” de “Kiss me, Kate” de Porter. Reveló una inesperada facilidad para recrearse en el “swing” con estilo, empleando de forma inspirada el portamento y jugando hábilmente con el ritmo. En “Song of the big shot” de “Happy End” de Weill se elevó hasta un sol agudo. No siempre acertó el cantante en la expresión, a la que, por ejemplo, le faltó encanallamiento en “Micky el Navajas” de Weill, ofrecida como bis.

Hay que tener en cuenta que muchas de las canciones elegidas, como esta última, emparentan con el cabaret. Usó habitualmente micrófono con el fin de acoplarse al caudal sonoro derivado de las prestaciones de los cinco espléndidos instrumentistas que lo acompañaban, músicos maduros, cultivadores del jazz más clásico y de la creación ligera más estilizada. Engarzaron muy bien con el solista y brindaron algunos solos espléndidos, como los protagonizados por McGill, un auténtico fenómeno, desde al clarinete, la flauta o el saxo; o los defendidos por Campbell con su trombón ligero, con verdaderas exhibiciones en el manejo de las sordinas. La base pianística de Regan fue tan discreta como musical. Pryce en el bajo y Smith en la batería colaboraron a la perfección. Arturo Reverter

 

 

 

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