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Por Publicado el: 15/01/2005Categorías: Crítica

El volcán de Guimerá

XXI Festival de Canarias
El volcán de Guimerá
Oberura “Las Hébridas” de Mendelssohn, suite de “Cascanueces2 de Tchaikovsky, “Sinfonía del Volcán” de E. Guimerá. Auditorio Alfredo Graus. Las Palmas de Gran Canaria, 14 de enero.
En el panorama de dificultades que atraviesan nuestras orquesta no es una excepción la Sinfónica de Tenerife, una de las agrupaciones con mayor prestigio y que acaba de afirmarse internacionalmente con una aplaudida gira por Alemania y Austria, con colofón en Salzburgo. Hace unos meses era despedido su gerente, luego se declaraban en huelga sus profesores, Victor Pablo posiblemente abandone la titularizad y las cosas parece que administrativamente siguen sin solucionarse. Un conjunto de su calidad precisa de un director equiparable a la hora de afrontar un concierto y más si se trata de una visita a un festival de la categoría del de Canarias. Eduardo Fernández-Caldas no reúne hoy por hoy ese mismo nivel y, aunque la orquesta sonase con calidad, las versiones de “Las Hébridas” y “Cascanueces” no resultaron convincentes. La primera por su lectura desleída y la segunda por unos tempos excesivamente lentos y poco adecuados a su carácter de ballet bailable. Con sus gestos, bastante a lo Temirkanov, parece pensar más en la galería que en los músicos.
Pero el mayor interés de la jornada estaba centrado en el estreno mundial de la “Sinfonía del volcán” del compositor tinerfeño Enrique Guimerá, fallecido inesperadamente el pasado año. Su autor, de polifacética actividad, ha dejado un catálogo de obras muy variado, en el que se incluyen piezas cinematográficas, de ballet, jazz, rock y bastante música de cámara en la que la percusión es parte fundamental. Son precisamente cine y percusión características definitorias de esta obra póstuma. Se trata de una obra de unos cuarenta y cinco minutos que se desarrolla en cuatro movimientos y que estaba destinada en un principio a ser como una especie de banda sonora que acompañase a los turistas que ascienden al teide en el folicular y que realmente cumple para tal finalidad, con su topología muy descriptiva y evocadora de impresiones desde lo lejos y junto al volcán desde amanecer hasta anochecer. Alcanzó un buen éxito al que no fue ajena su fácil poder comunicativo, el manejo inteligente de la espectacularidad de una bien dosificada percusión y la participación de un amplio coro mixto que se sumaba a la ya de por sí amplia plantilla orquestal. Gonzalo ALONSO

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