Elogios desmesurados
Elogios desmesurados
Por los obituarios que solemos escribir los cementerios parecen estar llenos de héroes o magníficas gentes que sólo hicieron el bien en sus vidas. Esta semana falleció Wolfgang Wagner y, a tenor de lo publicado, el mundo musical está ante una enorme pérdida. Nada más inexacto.
De 1951 a 2008 dirigió el Festival de Bayreuth, creado por su abuelo Richard en 1876. Hasta 1966 lo hizo en compañía de su hermano Wieland, quien fuera el hermano con auténtica genialidad. Se ha escrito, no sin razón, que la revolución de la ópera vino en los años cincuenta de la mano de Wieland en la dirección de escena y de Callas en el canto. Wieland creó un nuevo concepto, lleno de espacios vacíos e iluminaciones inspiradoras. Wolfgang, el hermano “administrativo”, heredó el imperio al fallecer Wieland e intentó con bastante poco éxito poner en escena sus conceptos, un tanto trasnochados. Defendió, como certeramente pero con cierta sorna ha declarado Barenboim, la obra wagneriana sólo a través de los ojos de un padre ya muerto y sin tener en cuenta cómo en el resto del mundo se veía la misma obra. Finalmente se aflojó ante las críticas y cedió puestas en escenas a directores de escena muy conocidos pero totalmente inmaduros en la lírica y, para redondear la caída del dios, entregó unos “Maestros cantores” a su hija Katharina permitiendo que ésta ridiculizase la ópera de Richard. Fueron célebres sus disputas con muchos artistas, que iban a Bayreuth por el prestigio y el mito que suponía el festival a pesar de tener que ensayar mucho y cobrar poco. George Solti, Hilldegard Bahrens, Waltruad Meier y hasta el propio Plácido Domingo acabaron “saturados” del “administrativo” Wolfgang.
Tuvo la desgracia de casarse por segunda vez con la ambiciosa Gudrun, quien prácticamente llevó los pantalones en Bayreuth hasta el punto de forzar a su marido a romper con Eva y Gottfried, los hijos con su primera mujer, lo que aumentó la desunión familiar iniciada anteriormente con el alejamiento de Nike, hija de su hermano Wieland. Con la familia peleada y los estatutos del festival, según los cuales al frente del mismo había de figurar un Wagner, se planteaba una problemática sucesión. La solución con el tándem Eva&Katharina sólo fue un paño caliente en vida de Wolfgang. Ahora sí podrá acometerse la auténtica renovación de un festival tocado.
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