Elvira de Hidalgo, de prima donna a maestra de Maria Callas
ELVIRA DE HIDALGO (J. VILLABA SEBASTIÁN)
De diva a Pigmalión
Título: ELVIRA DE HIGALGO. De prima dona a maestra de María Callas. Autor: Juan Villalba Sebastián. Edición: Fórcola Ediciones, S.A., con el patrocinio de la Diputación de Teruel. ISBN: 978-84-17425-90-6. Primera edición: septiembre de 2021.
Si a un melómano, principalmente con preferencia hacia el mundo de la lírica, del ars canendi (Arturo Reverter y Horacio dicunt, sin patentar la expresión latina), se le pregunta si sabe quién fue Elvira Juan Rodríguez Roglán, una inmensa mayoría -casi absoluta- diría que ese nombre no lo identifican con persona alguna de relieve. Si ya la pregunta toma un sesgo más concreto y se inquiere por Elvira de Hidalgo, buena parte de aquellos dirían “¡Ah, sí, la maestra de María Callas!”. Respuesta cierta pero incompleta ya que doña Elvira, nacida en un pequeño pueblo turolense, llamado Valderrobres, un 27 de diciembre de 1891, de quien, en este presente 2021, se cumple el CXXX centenario de su nacimiento, ha yacido, salvo ahora, en el más injusto olvido de muchos que se autodenominan ‘entendidos’.
Antes de maestra de canto fue una auténtica diva de la ópera de relieve y alcance internacionales, de quien la misérrima memoria cultural e institucional española ha tenido en el ostracismo de su osario mental, pues lo que actualmente se estila es la petulancia del presente, agostando la verdad de que lo que somos hoy es por la sencilla razón de otras personas antes lo fueron antes. En Francia se rinde homenaje de Estado al actor Jean Paul Belmondo, mientras que, desgraciadamente, en las Españas fallece un gran artista o un prestigioso intelectual y, como mucho, se va al tanatorio, algunos con la intención de esperar por salir su nombre e imagen en la prensa que vive gracias al cotilleo en la intimidad de los/las/les conocidos como ‘famosos’.
Intencionadamente en el párrafo anterior se ha empleado el modo adverbio temporal de “hasta ahora”, ya que gracias al encomiable trabajo de investigación, análisis de documentación encontrada tras al buceo de múltiples archivos españoles y pecios extranjeros, el profesor Juan Villalba Sebastián, ha dado luz a la vida de esta mujer excepcional, en todos los sentidos, con grandes éxitos -indiscutidos- amén de azarosos desengaños amorosos.
Estamos ante un libro digno de ser leído, de tenerlo presente cual referencia obligada, por cuanta información se contiene en el mismo, que nos abre los ojos al belcantismo en los principios, muy olvidados, de las casi cuatro primeras décadas del siglo XX. Un libro que profundiza mucho en la categoría humana y artística de doña Elvira, con amplia referencia discográfica de su trabajo y respecto a sus actuaciones en los mejores foros líricos del mundo, así como en relación con sus encuentros dentro y fuera del palco escénico con los grandes de la ópera de aquel entonces y otros famosos personajes de altas alcurnias y poderes.
De las 574 páginas que integran este volumen, 270 analizan y documentan, aportando muy interesantes reproducciones fotográficas en relación con su vida artística, que constituyen la primera parte titulada PRIMA DONNA, para luego en la segunda adscrita al título de MAESTRA, AMIGA Y CONFIDENTE DE MARÍA CALLAS, en 126 páginas, se desparraman anécdotas, sufrimientos propios y ajenos, que se inician en el año 1939 y finalizan, a los cuarenta, en 1979, cuando María Anna Cecilia Sofia Kalogeropoúlou, – María Callas para el imborrable mundo del canto- fallece en la soledad intencionada del dormitorio de su apartamento, sito en la parisina Avenue Georges Mandel. A los pocos de fallecer, aparece en la esquina de un cajón, en su habitación, un texto manuscrito de su puño y letra en un viejo catecismo, a modo de oración, el aria de La Gioconda: “Suicidio! In questi fieri momento, tu sol mi resti. E il cor mi tenti. L’ultima voce del mio destino, ultima croce del mio cammín” (Suicidio! En estos momentos de orgullo, solo tú te quedas conmigo. Y mi corazón me tienta. La última voz de mi destino, la última voz de mi viaje).
Muy meritorios y luminiscentes para entrar en el fragor de la batalla lectora -amena, apasionada y apasionante- de esta estupenda biografía, son tanto la llamada Obertura, cual perfecta denominación para un prólogo (páginas 19 a 27), como el Epílogo (páginas 453 a 455), sin restar valor alguno a los muy ilustrativos y valiosos anexos. Manuel Cabrera
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