Emiliano Suárez: “Andando con dignidad se hace el camino”
Emiliano Suárez: “Andando con dignidad se hace el camino”
Es una de las firmes figuras emergentes en la dirección de la escena en España. Desde su contenedor cultural en el madrileño barrio de Tetuán ha producido, dirigido y creado más de veinte espectáculos liricos durante las cinco temporadas en que Garaje Lola ha fusionado diferentes géneros musicales, en convivencia con el arte contemporáneo y artes escénicas experimentales.
Su productora OperaGarage se dedicada a montar ópera en espacios alternativos desde 2017 y tiene previstos más de veinte actuaciones para la temporada 24/25 y la firme voluntad de continuar abriendo espacios y rompiendo barreras para que nuevas audiencias se acerquen al genero lírico desde un formato industrial que es su seña de identidad artística.
Emiliano, ¿Cuándo le nace su pasión por la música en general y por la lírica en particular?
Desde que era un niño me estimulaba la música, silbaba en el carrito cuando era un bebe y bailaba como un poseso “son tus perfumenes mujer” con tres años. La ópera llego con ocho, coincidiendo con nuestra llegada a Madrid desde Bilbao. Comencé a escuchar grandes hits de Pavarotti en discos de vinilo que había en casa y una noche empecé a ver una ópera en directo por TVE.
Me enganché a las retrasmisiones de José Luis Téllez con nueve años. Y desde los diez no me perdía ni un título en el Teatro de la Zarzuela. Creo que mi estreno fue “Adriana Lecouvreur” en 1988 con Troitskaya, Aragall y Obraztsova sino me falla la memoria. Por allí estaban Pastor, José, Blanca, Marga… que me conocieron vestido de primera comunión para la ocasión.
¿Quién es Emiliano Suárez?
Difícil pregunta para responder sobre uno mismo. Creo que he podido demostrar, durante el camino recorrido, que soy una buena persona. Un chico que a los treinta y cinco años decidí cambiar radicalmente de estilo de vida, poner en orden mi salud mental y dedicar el 90% del tiempo a crear.
He sido muy intuitivo y eso me ha salvado de caminos creativos equivocados y me ha dado la seguridad de pisar con decisión todo aquello que he ido proyectando. Creo que a medio plazo se valorará mi manera de proceder: directa, limpia, honesta y conocedora… tengo talento creativo innato y es mi único seguro de vida profesional. Pero no pienso traicionar mis valores para alcanzar mis objetivos. Andando con dignidad se hace el camino. Y en eso estoy.
¿Cuándo y cómo surge OperaGarge, este nombre que tanto suena e inquieta a los “puristas”?
OperaGarage nació por casualidad en el Garaje San Mames de Bilbao durante mi segunda exposición fotográfica organizada por Macarena Bergareche. Allí se nos ocurrió la idea de hacer ópera en ese mismo lugar. Me asocié con Maca y decidimos crear un formato industrial en donde la escenografía fuera el propio venue. Tres meses más tarde estábamos estrenando La Bohème en nuestro particular contenedor.
Seis años más tarde hemos puesto en escena tres títulos más (Lucia di Lammermoor, Rigoletto y Tosca), recorrido doce ciudades españolas y levantado más de sesenta funciones de ópera.
Hemos registrado el proyecto y creado una productora de éxito que ha roto con el mercado tradicional.
¿Y entonces qué actividad desarrolla en Garaje Lola?, ¿tanto garaje no confunde?
Si, me pasa a menudo, pero es mi punto de partida, mi esencia creativa, una idea a la que le debo mucho y no puedo traicionar. Apple nació en un garaje y algunos de los mejores vinos del mundo también.
Garaje Lola es otra batalla y no se hacen óperas cómo tal. La idea y el modelo lo concebí en el confinamiento por el Covid. Tomé la decisión de crear un contenedor de proyectos en donde poder mostrar mi trabajo. La idea está inspirada en Brooklyn (NYC) y encontré una vieja nave en el barrio de Tetuán (Madrid) como punto de partida de una nueva etapa.
Garaje Lola es un espacio creativo en esencia que se ha posicionado en la escena cultural off de Madrid como agitador cultural de referencia. Una vez más en un marco de carácter industrial y, alineado con mi imaginario artístico, me puse a dar forma a las ideas que tenía en mi interminable blog de notas. Hemos conseguido tener desde la primera temporada y con el apoyo de Mahou una programación estable en donde han predominado “espectáculos liricos experimentales”, pero en donde hemos dado muchas otras vueltas de tuercas a otros géneros: folklore, flamenco, copla, tango, danza y pop.
En los limitados espacios escénicos donde se asientan sus dos citadas iniciativas ¿en qué medida pueden readaptarse a teatros que tienen una boca de escenario de diez o más metros de anchura?
Aquí volvemos a OperaGarage y cierto es que con el paso del tiempo y en coproducción con Okapi hemos tenido que flexibilizar la formula para adaptarnos a teatros convencionales. Para ello tuvimos que reforzar la arquitectura escénica y adaptar las producciones a la nueva disposición.
Permítame que le ponga un ejemplo, en relación con la ópera La Bohéme, de Giacomo Puccini, ¿Qué variaciones realizaría respecto a una puesta en escena de OperaGarage para el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián?
No he tenido la suerte de trabajar en el Victoria Eugenia, pero no es tan complejo como puede parecer. Nuestro espacio escénico original para formato industrial es de 18 metros de largo por 6 metros de ancho, con una implantación que nos permite tener filas a ambos lados del escenario que va a ras de suelo. Subir esta puesta en escena a un escenario tradicional es cuestión de adaptar todos los elementos con un criterio técnico completamente diferente, pero sin perder el ADN de la propuesta teatral. Créame que todo es posible y en nuestro caso con recursos muy limitados.
Usted, a la luz de los trabajos que realiza, bien puede encontrase dentro de la corriente escénica de la neodramaturgia o vanguardismo que nació en Centroeuropa entre las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado – en la que el director de escena Calixto Bieito es un referente – podría explicitar ¿hasta dónde llega su concepto escénico en el tratamiento del argumento de una partitura de ópera y del libreto que la sustenta?
Trabajé durante la temporada 2000/2001 en la Liryc Opera en Chicago y entré en contacto con directores de escena como Graham Vick, Mark Lamos, Christopher Alden o Richard Jones. Cada uno tenía un prisma diferente de mostrar la ópera, pero había un discurso común que en aquel entonces me pareció muy interesante: la ópera tenía la obligación de estar en continua evolución y vanguardia exactamente igual que cualquier otro tipo de arte escénica. Una manifestación artística de tanta magnitud no podía quedarse atrás porque perdería interés y vigencia. Y esto me marcó.
Veinticinco años después soy partidario de la innovación y la creatividad, de la libertad de estilos y formas, y del trabajo con intención renovadora para sorprender y romper convenciones que ayuden a comunicarnos con el publico desde un lenguaje actual.
Esto no tiene nada que ver con la ausencia de respeto por la partitura o el libreto con el que tengas que trabajar. Todo lo contrario, la obligación del director de escena es estudiar con pasión, rigor y amor a la ópera en todos sus proyectos.
En 1942 Capriccio de Richard Strauss y su Condesa Madeleine se aproximan y se observan ante una nueva disyuntiva. ¿Qué y a quién elegir?
Cualquiera que sea su decisión es incompleta: la palabra o la música. Están ante sí mismos con una duda irresoluble, una pregunta filosófica sobre la existencia, pero también sobre la subsistencia y el futuro de la ópera.
Ochenta años después, creo que el visionario Strauss estaría cómodo y satisfecho con la evolución escénica que está viviendo la ópera.
“El cantante de una ópera que sólo cante, está muerto”. Son palabras suyas. Siguiendo el hilo de esa afirmación, podrá explicar ¿Cuál es el método escénico que emplea con el cantante poco dotado de expresividad corporal, para que se adapte a las indicaciones que usted le imparte para la correcta adaptación al personaje que ha de interpretar, según su concepción para una determinada producción?
Es una cuestión de actitud. El cantante que es consciente de que ante todo es un interprete y tiene el compromiso artístico de dar lo mejor de sí mismo en una producción tiene casi todo resuelto. Hace treinta años escuché a mi maestro Suso Mariátegui decirle a un alumno que “para cantar, además hacía falta la voz”. Creo que no le faltaba razón.
¿En sus producciones escénicas, cuáles están por llegar a corto y medio plazo?
La temporada de Garaje Lola continua y el próximo 15 de noviembre presentamos Chorus at the Garage, un espectáculo inmersivo con veinte voces que estoy creando con Fernando Briones y que espero sea una locura. Después llegará el turno del Primer Opera Estudio Garaje Lola con el tenor Pancho Corujo como director artístico y Miquel Ortega en la dirección musical. Vamos a dar la oportunidad a jóvenes cantantes de trabajar una semana con nosotros y terminar el día 12 con una función de La Bohème dentro del garaje.
Después regresamos a Bilbao con OperaGarage y presentaremos nuestra versión de Tosca en el Bilbao Arena con la colaboración de la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco.
Estoy trabajando con Anna Gomá en Gitana un espectáculo lirico para mezzosoprano y cuadro flamenco en donde narraremos la historia de Amara, una joven cantadora de flamenco que quiere abrirse camino en la lírica, y que estrenaremos en marzo.
Estamos en pleno proceso de presentación y comercialización de Katharsis, un espectáculo que he creado con Ana Garay para la soprano Ángeles Blancas. A partir de escenas straussianas de Ariadne en Naxos, Salomé y Capriccio vamos a poner en escena una propuesta tremendamente impactante y estremecedora.
Y me han encargado una nueva producción de la ópera Jenufa de Leos Janacek que estrenaré en septiembre del 25 si todo va bien. Esto son palabras mayores.
¿Dentro de qué líneas de desarrollo se encuadra su trabajo para la puesta en marcha de sus creaciones artísticas sobre un escenario?
Las ideas de donde y como encuadrar un proyecto me vienen rápido. Creo que esta es mi mejor cualidad. A partir de ahí, trabajo en ir dándole forma al concepto con referencias históricas, literarias, artísticas y sobre todo cinematográficas. El cine es mi mejor fuente de inspiración creadora.
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