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Centenario de Fanciulla del West en Nueva York
Por Publicado el: 12/12/2010Categorías: Crítica

Emociones tasadas

​EMOCIONES TASADAS

​Puccini : “La bohème”. Carmela Remigio, Fernando Portari, Claudio Sgura, Tatiana Lisnic, Marco Vinco, Manel Esteve. Dirección musical: Pedro Halffter. Producción: Royal Opera House Covent Garden de Londres. Dirección de escena: John Copley. Reposición de la dirección de escena: Richard Gerard Jones. Teatro de la Maestranza, Sevilla, 10-12-2010.

​Público entusiasta y aplaudidor el de las segundas representaciones, con reparto alternativo, de la Maestranza. La que comentamos transcurrió en clima de éxito, aplicable también al elenco “titular”, en el que, nos dicen, triunfó plenamente Ainhoa Arteta. Los mimbres vocales de la función del 10 de diciembre no eran precisamente para echar cohetes, pero la vocalidad se mantuvo en un plano decoroso al menos. Apuntamos entre lo más interesante la fragilidad, delicadeza y desvalimiento que supo conceder a Mimi Carmela Remigio, dotada de una voz lírica de cierta anchura no especialmente bella y además adornada de un vibrato muy acusado. Pero frasea con gusto, dice con efusión y regula con finura. El centro y primer agudo son muy potables.

​Gris, más bien anodino y algo blando el canto del tenor brasileño Portari, de voz muy lírica escasamente timbrada e irregularmente proyectada. Sudó tinta en el racconto, que nos pareció bajo de tono. No estuvo a la altura en los maravillosos pasajes del tercer acto. Tonante y con trémolo excesivo el gigantesco Sgura como Marcello, solvente, un punto cavernoso, el Colline de Vinco, animoso y en situación, sabiendo disimular carencias, Esteve como Schaunard, y en su papel Tisnic, una digna Musetta de atractivo timbre de lírico-ligera.

​Halffter, en un mundo que creemos no le va, ofreció una interpretación poco emotiva y, aunque construyó bien, no contagió a la orquesta calor ni anduvo sobrado de color y de variedad acentual. Mantuvo, eso sí, el norte rítmico, que no es poco. La puesta en escena, nada menos que del año 1973, se nos antojó más bien rancia, constreñida, muy tópica y desperdiciando el espacio en la escena del Momus. La gente hubo de moverse en un decorado demasiado angosto y oprimente. Arturo Reverter

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