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Por Publicado el: 06/07/2023Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

En el “hasta luego” al entrañable Roger Alier

La pasada semana falleció Roger Alier. No somos nadie y quizá menos quienes nos dedicamos al periodismo, la crítica o la musicología. Pero hay entre nosotros personas que nos han regalado bienes invalorables, como es la transmisión de su sabiduría y entusiasmo musical. Una de estas personas es Roger Alier.

Roger Alier

Roger Alier

Había nacido en Venezuela en 1941 de padres catalanes y con su familia se desplazó a Estados Unidos, Australia, Nueva Guinea y Java, hasta recalar en Barcelona a principios de los años cincuenta. Estudió piano en el Conservatorio del Liceo e Historia en la Universidad de Barcelona. Obtuvo el premio extraordinario de doctorado en 1979 con la tesis “Los orígenes de la ópera en Barcelona”, posteriormente publicada por el Institut d´Estudis Catalans. La sección musical de la Gran Enciclopedia Catalana, Avui, La Vanguardia y la revista Ópera Actual, que ayudó a fundar, fueron medios en los que derramó su ciencia y pasión musical. Fue alma del programa “Noches de Arte” en el Canal 33.

Académico electo de la Reial Acadèmia de Les Bones Lletres de Barcelona, miembro del Consell Assessor del Conservatori del Liceu, presidente honorífico de la Federació d’Associacions d’Amics de l’Òpera de Catalunya y profesor de la Escola d’Òpera de Sabadell, su extensa actividad, que figura relatada detalladamente en Wikipedia, abarca también libros sobre la zarzuela, el Liceo, la historia de la ópera, el diccionario de la misma o las biografías sobre Caballé o Pavarotti. Sus clases en la Universidad de Barcelona, desde 1979 hasta su jubilación, y conferencias eran seguidas por la audiencia con entrega total, por su poder de comunicación y la alegría con la que transmitía su “doctrina”. Así es como se crea afición a la música.

Tenía, como todos nosotros sus filias y fobias. En cierto sentido era un hombre del pasado. Prefería los clásicos o barrocos del siglo XVIII al romanticismo del XIX y, como en coherencia, no amaba demasiado las puestas en escena “vanguardistas”.

La ópera, más que el sinfonismo, fue su pasión y el Liceo el centro de ella. Con él empezó a colaborar en 1963, en tiempos de del empresario Juan Antonio Pamias. De ahí que se le concediera hace bien poco la Medalla de Oro del teatro, siendo lamentable que estas distinciones lleguen, como es el caso, tan tarde como para no recibirlas en vida. Esperaban entregársela este mes de julio. ¡Tarde! Entre sus virtudes hay que citar su gran memoria, tan envidiable como las de Andrés Ruiz Tarazona o Alfonso Aijón, por cierto, personas a las que ya es hora que se les brinde el homenaje que merecen.

En el recuerdo entrañable me queda su sonrisa, su timidez, pero también la firmeza con la que defendía sus ideas y ¡cómo olvidarlo! su esporádica, tan sorprendente como hilarante, aparición como el notario de “Don Pasquale”.

Descanse en paz el entrañable Roger Alier y y descanse muy merecidamente Jordi Maddaleno , que tanto le cuidó en sus últimos años de enfermedad.  Gonzalo Alonso

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