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Por Publicado el: 13/07/2024Categorías: Noticias, Cartas

En FFF: Fiesta, fútbol, festival

Vaya por delante que quien firma es la persona menos futbolera del mundo. Vamos, un melómano apasionado que las contadas veces que ha pisado un campo de fútbol ha sido para asistir a algún concierto multitudinario. Sin embargo, cuando ayer se enteró de que el Festival de Granada iba a hacer compatible asistir a la final de la Eurocopa y al concierto de clausura del Festival de Granada, con un programa de altos quilates conformado por tres obras tan poco “futboleras” como la obertura de Los Maestros cantores de Wagner, los Cuatro últimos Lieder de Strauss y la Novena sinfonía de Bruckner, respiró contento. ¡Qué maravilla y experiencia novedosa poder ver el partido en una pantalla gigante instalada en el Palacio de Carlos V, y luego, tras un breve receso, con la amargura de la derrota o la euforia de la victoria, sumergirse en el mismo “marco incomparable” en las músicas amadas de Wagner, Strauss y Bruckner en manos de la Orquesta del Capitole de Toulouse y su joven titular, Tarmo Petokoski!

Vaya por delante que quien firma es la persona menos futbolera del mundo. Vamos, un melómano apasionado que las contadas veces que ha pisado un campo de fútbol ha sido para asistir a algún concierto multitudinario. Sin embargo, cuando ayer se enteró de que el Festival de Granada iba a hacer compatible asistir a la final de la Eurocopa y al concierto de clausura del Festival de Granada, con un programa de altos quilates conformado por tres obras tan poco “futboleras” como la obertura de Los Maestros cantores de Wagner, los Cuatro últimos Lieder de Strauss y la Novena sinfonía de Bruckner, respiró contento. ¡Qué maravilla y experiencia novedosa poder ver el partido en una pantalla gigante instalada en el Palacio de Carlos V, y luego, tras un breve receso, con la amargura de la derrota o la euforia de la victoria, sumergirse en el mismo “marco incomparable” en las músicas amadas de Wagner, Strauss y Bruckner en manos de la Orquesta del Capitole de Toulouse y su joven titular, Tarmo Petokoski!

La Selección Española de fútbol se encuentra en la final de la Eurocopa 2024, que será emitida en pantalla gigante en el Palacio de Carlos V de Granada

Festival viene de fiesta, palabra que la RAE, en su quinta acepción, define como “Reunión de gente para celebrar algo o divertirse”. ¿Puede haber algo más razonable, oportuno y socializador que la “celebración” del partido y la emoción de la música sean compartidas por todos? ¿Acaso el fútbol, el golazo de Lamine Yamal no es puro arte? El fútbol importa al autor un pimiento, pero vibra y disfruta con un partido que transciende lo meramente deportivo. Como un partido de Nadal, que resulta imposible no vivirlo y sentirlo como propio, como si en él nos fuera la vida. ¿Sentimiento nacionalista? ¿Orgullo de la Roja? Ni lo sé, ni tampoco importa. Cosa de sociólogos.

Lo que sí sé, es que, desde la perspectiva de una de esas personas a las que el fútbol les trae al pario, de esas que los forofos del fútbol no aciertan a comprender cómo pueden existir, me encanta la idea de poder disfrutar y conciliar la final española de la Eurocopa con un concierto cuyo repertorio ahonda en la entraña cultural de esa misma Europa.

Festival es fiesta. Diversa, plural, para todos. Y ahora, excepcionalmente, también futbolera. El Festival y su gran dinamizador, Antonio Moral, han tenido una idea novedosa, valiente y, en consecuencia, atrevida. Como han sido las cinco excepcionales ediciones últimas de un festival catapultado por Moral a las cumbres internacionales de las grandes citas musicales. Naturalmente la novedad y el éxito despiertan resquemores, recelos y envidias en el mundo casposo de la mediocridad. ¡La eterna canción!

Se han levantado y escuchado voces incluso airadas en contra del “invento” de enclavar fútbol en el recinto “sacrosanto” del Carlos V, del Festival de Granada, ¡templo de la música clásica! Son las voces de siempre, sempiternas, las que quieren que nada cambie y que todo siga igual. La misma de los futboleros que no entienden que haya gente a la que el fútbol le importa un bledo. Como la de los machotes que no comprenden que a un hombre le atraiga otro hombre, etcétera, etcétera… ¡La caverna!

Hay personas bienintencionadas a las que, sin duda, les incomodará y hasta cabreará que el concierto de marras se retrase una hora; como molestan unas obras en la carretera, pagar impuestos o acoger niños migrantes. Pero en un estado social -y Antonio Moral ha convertido el Festival de Granada en una “fiesta social” en la que caben y cabemos todos- las decisiones están en función del bien común y tomadas desde el sentido común.

Y este antifutbolero que firma, que además es español (y extremeño), vibra, siente y disfruta con los triunfos universales de la Roja, de Nadal y hasta de Sito Pons. Casi tanto como con los de nuestros músicos más internacionales, desde Perianes, a Heras Casado, María Dueñas o Gustavo Gimeno.

Ellos, como Antonio Moral también en este caso, han apostado siempre fortísimo. Rompiendo estereotipos y costumbres. Imponiendo el talento sobre la rutina y los rancios conservadurismos de siempre. Nos vemos el domingo con el mejor fútbol y la mejor música. En el marco perfecto del “Estadio Carlos V”. “Ladran, luego cabalgamos”. ¡A disfrutar y seguir! ¡Ah! ¡Y que gane la Roja, claro! Y luego, Wagner, Strauss y Bruckner. ¡Menuda nochecita!

Justo Romero

2 Comments

  1. Alejandra 13/07/2024 a las 12:29 - Responder

    ¡Bien dicho don Justo, bravo!!!!

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