Nancy F. Herrera: “En ópera no hay dos noches iguales”
Nancy Fabiola Herrera protagoniza el último título de Ópera Oviedo
- Dalila fue un amor a primera vista.
- Lo importante es seguir teniendo metas e ilusiones.
- En Oviedo siempre te encuentras en casa
- La zarzuela es nuestra historia puesta en música
Prolongando el año de imparable actividad que ha sido para Nancy Fabiola Herrera 2014, en el que, entre otras cosas, se anotaba en Melbourne su Carmen número 100, la mezzosoprano canaria debutaba anoche en España uno de los últimos papeles incorporados a su repertorio: la protagonista femenina de Sansón y Dalila. La grand opéra de Saint Saëns, título elegido por Opera Oviedo para cerrar su temporada, estará en cartel hasta el 6 de febrero en Teatro Campoamor. El mismo donde se pudo ver a Nancy Fabiola como Charlotte en una recordada producción de Werther y en el que, tras su participación en La Bruja, de Chapí, fue reconocida por los Premios Lírícos ovetenses mejor cantante de zarzuela, género que defiende con pasión.
P. Su calendario de actividad –seis óperas en 2014- hace pensar que ha entrado en la etapa febril de trabajo
R. Es verdad que fue un año excelente. Muy loco también, viajando de un lado a otro. Pero estoy muy contenta, porque ha sido muy fructífero. Ahora toca esperar que el ritmo se mantenga y vaya llegando más trabajo.
P. Semejante actividad requiere mucha fortaleza ¿Lo soporta bien?
R. A medida que avanza este largo rodaje, vas aprendiendo, en la medida en que sabes que puedes sobrellevarlo. En cualquier caso, se requiere fuerza, porque muchas veces te falta tiempo para asumir cambios bruscos. Recuerdo un viaje que nos obligó a ir de Australia a Uruguay donde pasamos la noche para al día siguiente salir hacia Moscú, porque tenía que cantar allí. De un punto del planeta a casi el opuesto en menos de día y medio. Y los cuerpos a veces se resienten. A pesar de esto, te mentalizas cuando ves que el sacrificio se compensa de la mejor manera. No es para estarlo haciendo siempre. Como todo, puede ser puntualmente y sin abusar, pero si surge el compromiso, sabes que el cuerpo te responde.
P. ¿Cuál ha sido el momento más glorioso de su carrera?
R. Aunque llevaba algún tiempo cantando, quizá mi début en el Metropolitan en 2004. Un momento importante, que algunos consideran mi despegue, porque casi seguidos vinieron el Covent Garden y otra serie de teatros importantes.
P. ¿Cuántos papeles ha cantado hasta el momento?
R. En torno a veinte o veinticinco. La verdad es que nunca me ha dado por contarlos (risas).
P. ¿Quiere ampliar el número o, como su paisano Kraus, ceñirse a una cifra reducida?
R. Cada artista es diferente, y respeto mucho el proceder de los demás. Hay quien decide seleccionar cierto número de roles, con los que consigue redondear una carrera maravillosa. En mi caso, quizá porque siempre he tenido curiosidad, prefiero seguir explorando. Me gusta abordar nuevos roles, sopesando siempre la idoneidad para mi voz.
P. ¿Qué ventaja encuentra en adueñarse de un papel como el de Carmen, que ha cantado en más de cien ocasiones?.
R. Comprobar que en alguna medida lo has ido madurando hasta hacerlo tuyo y el público aprecia tu labor con ese personaje. Que te identifiquen con la protagonista quiere decir que convences con esa historia, y esa es una de las aspiraciones de cualquier artista. Más, si se trata de un vehículo tan hermoso y tan completo como Carmen. Me encanta haberlo paseado por tantas partes el mundo en distintas producciones, cada una de las cuales te va aportando cosas. Lo sigo disfrutando muchísimo, sin importar las veces que lo haya cantado, y no me canso de hacerlo.
P. ¿Tiene riesgos?
R. El que corre cualquier artista cuando le asocian con un rol determinado es que llegara a darse el caso de ser encasillado y solamente cantar eso. A mí no me importa que me identifiquen con ese rol en particular, porque he dejado constancia de que hago muchas otras cosas. He cantando muchos papeles antes que Carmen y sigo haciendo otras que no son Carmen.
P. ¿Dónde y cuando estrenó la ópera de Bizet?
R. En Sabadell, con Mirna Lacambra en la temporada 1996-97
P. ¿Cuántas Cármenes tiene pendientes a día de hoy?
R. Nada más terminar en Oviedo me voy a Rusia para cantar una en Sochi en versión concierto, luego vendrá la de Menorca, y quedan dos o tres más apalabradas, pero no me gusta dar más datos hasta que no esté todo cerrado.
P. ¿Alguna le ha dejado un recuerdo especial?
R. Sobre la marcha, se me viene a la cabeza como muy especial la primera vez que hice la producción de Francesca Zambello en el Covent Garden. Desde el punto de vista físico, porque requiere una preparación casi atlética, ha sido la más exigente que me ha tocado, y una de las que más he disfrutado haciendo. La última vez, hace unos meses en Australia. Es un montaje muy bonito, del que guardo muy buenos recuerdos. También podría mencionar por emblemática, la de Zeffirelli. Aunque en realidad debería hablar de dos, puesto que la interpreté primero en el Met de Nueva York y después en la adaptación que hizo para la Arena de Verona.
P. En óperas tan familiares ¿qué colaboración es más importante, el foso o la escena?
R. Para que haya un canto hermoso y puedas dar respuesta satisfactoria a lo que pide el compositor en la partitura y a la historia en si, necesitas contar con el apoyo de las dos partes. La del foso, evidentemente, porque estamos hablando de ópera. Y en casos como el de Carmen, donde la música es tan maravillosa, necesitamos el apoyo que te garantiza una buena batuta, para que no quede todo a medio camino. Se puede imaginar, a la vista de la acción que se produce en el escenario, con cambios muy rápidos en distintas ocasiones, que obligan a estar compenetrada con el maestro. Sintiendo que está allí, porque se establece una verdadera comunicación entre ambos. Interrelacionándonos de acuerdo con lo que esté pasando, porque en ópera no hay dos noches iguales. Pero también el apoyo desde la dirección escénica es importantísimo para poder cantar con la belleza que se requiere, y no siempre las producciones ayudan. Si la escena peca en demasía con la acción o carece de sentido en relación al argumento, que también me ha pasado, sufre el cantante y sufre la obra. Muchos directores parecen haberse ido al extremo contrario de lo que ocurría hace tiempo, y pretenden que haya contínuamente acción sobre el escenario. No quieren que el cantante esté quieto ni un segundo. Aunque llegue a tener su atractivo, para nosotros es criminal y puede crear dificultades. Corriendo de un lado a otro, no tienes la calma que necesitas, entre otras cosas, para la respiración. Y eso va en detrimento de la belleza del fraseo.
P. En el aspecto escénico ¿ha encontrado en Zambello la horma de su zapato?
R. No hablaría de horma. He cantado en dos producciones suyas -Carmen y Florencia en el Amazonas- y puedo decir que Zambello es una directora muy interesante, porque te permite hacer una lectura muy profunda y distinta de los personajes. De modo que, si su producción de Carmen tiene un carácter muy activo, en el caso de Florencia en el Amazonas, la tónica general es más calmada. La fuerza se traslada desde la acción misma, que es más minimalista, a los pequeños detalles. En líneas generales, me gusta mucho la relación con los directores que proceden del teatro, porque se toman el tiempo necesario para trabajar los personajes de un modo aislado, además de la relación entre ellos. Me encanta encontrar un director que quiere hacer una creación actoral profunda. En el lado contrario, me da pena ver como hoy en día, por culpa de las prisas, se hace una lectura muy apresurada de los personajes.
P. ¿Cuál fue su primer rol en el Met?
R. Curiosamente, Suzuki, un buen trampolín cuando empiezas, porque muestra tus posibilidades vocales y actorales. También me sirvió para debutar en Covent Garden. Y en ambos teatros, fue Carmen el siguiente personaje. Interpreté Suzuki muchas veces y en producciones muy bonitas. Antes de llegar Carmen, fue el que más canté. Por eso le tengo tanto cariño.
P. ¿Le siguió Magdalena, de Rigoletto?
R. Eso es. Magdalena vino en tercer lugar.
P. ¿Hizo muchas?
R. Me ha tocado unas cuantas veces
P. No le dedica tantos piropos como a los otro personajes
R. Está bien, pero te quedas con las ganas de cantar más. Comparativamente no tiene nada que ver con esos otros papeles, en los que puedes lucirte vocalmente. Lo bueno es que al llegar al final de la ópera, la gente te recuerda, porque acabas de cantar.
P. ¿Le gusta interpretar a mujeres fuertes?
R. ¿A quien no?. Ese tipo de papeles, para mí son un caramelo, en el sentido en que me llaman mucho la atención. Porque implican un reto importante, al margen de que vocalmente requieren un carácter fuerte, y yo lo tengo, aunque no lo parezca (ríe, compensando lo que acaba de decir). En ellas encuentro el vehículo perfecto para dar rienda suelta a esa parte de mi personalidad. Lo que más me gusta es que se trata de mujeres con un carácter muy especial, muy independiente que, además de destacar en su propio mundo, destacan en el del hombre, porque van de ellas mismas. Se atreven con todo y, como mujeres de rompe y rasga, viven la vida según sus propias reglas, no las que otros determinan. Como contraste, también me gustan otro tipo de mujeres como Charlotte, aunque en este caso, su fuerza radica en una intensidad interna, más callada. Aparentemente se nos presenta como más sumisa, pero creo que esa actitud es producto de un momento cultural y también de una elección vital.
P. Con Charlotte se presentó en esta temporada donde ahora defiende su primera Dalila europea
R. Debuté Dalila en una producción muy hermosa de Emilio Sagi en Manaos. Fue una ocasión muy bonita. En aquel lugar increíble y con el montaje perfecto para estrenar este rol. Y hace unos meses canté el segundo acto con la Orquesta de Valencia dirigida por Yaron Traub.
P. ¿Lo ha adoptado entre sus papeles queridos?
R. Desde el momento en que lo escuché. Como me había ocurrido con Carmen. Fue un amor a primera vista. Además de por tener la ópera una música increíble, Dalila cuenta con tres arias hermosísimas.
P. Es curioso que en Ópera Oviedo se diese a conocer con una ópera francesa y vuelva con otra ¿Tanto le interesa la música de nuestros vecinos del Norte?
R. Tal vez porque a mi tipo de vocalidad el repertorio francés le va muy bien. Lo he podido comprobar con algunos personajes que me han ido llegando, como la Giulietta, de Los cuentos de Hoffmann o, en su momento, Mignon.
P. ¿Se ha sentido cómoda en esta producción de Sansón y Dalila?
R. Es una producción muy buena. Una especie de futuro-pasado donde se está contando en todo momento la historia que conocemos. Como un stargate, con vestuario de época, reinterpretado con algunos matices de futuro. Me parece muy interesante.
P. ¿Cómo se encuentra en Oviedo?
R. Aquí uno siempre se encuentra en casa. Es un teatro maravilloso, y Opera Oviedo se ha posicionado entre las mejores temporadas de España por su fantástico nivel. Se trabaja muy a gusto, con un equipo fabuloso. .. Oviedo es una ciudad preciosa, con gente linda, y además se come muy bien. Comentaba con dos de mis compañeros de reparto, Stuart Skelton y Carlos Álvarez, que a este teatro siempre queremos volver.
P. Ese teatro además le trae recuerdos de un premio…
R. Es verdad que Oviedo, donde he tenido la fortuna de venir a cantar varias veces, incluso zarzuela, con la producción de Doña Francisquita, ha sido escenario de momentos importantes para mí.
P. Ha mencionado la palabra zarzuela. ¿La vorágine operística le aparta de ella?
R. No. Aunque es el campo operístico en el que más me muevo, me gusta tener espacio para el repertorio sinfónico y los recitales. Desde mis tiempos de estudiante comencé a ejercerme como recitalista, una faceta mía que, aun conociéndose menos, es de las que más me apasionan. Como ocurre con la zarzuela, porque gracias a ella estoy en este mundo. Mis primeros pinitos fueron en zarzuela; por ella subí por primera vez a un escenario. Aparte de esto, es algo que debemos seguir mostrando al mundo allí donde no se conoce, y hacerlas con muy buen criterio en nuestro país. Este género, que algunos tachan a veces de obsoleto, a mi me parece una lección de Historia de la que no está escrita en los libros. En ese sentido me parece valiosísima, aparte de que musicalmente hay algunas maravillosas. Por eso digo que los artistas, con mayor razón los españoles, tenemos la obligación de cuidarla. De incluirla definitivamente en nuestro repertorio, y de hacer hueco para ella en nuestras agendas
P. ¿La canta en sus recitales?
R. Dependiendo del programa que lleve, suelo hacerlo. En distintas ocasiones los he hecho de música española y zarzuela. O bien cuento con alguna pieza como regalo Y donde lo hago, la audiencia queda fascinada.
P. En 2014, además de la Carmen decía haber cantado una ópera de Daniel Catán, de quien estrenó Il postino en 2010 junto a Plácido Domingo. ¿Cómo se lleva con el repertorio contemporáneo?
R. Me muevo bien en él. Hice más cosas cuando estaba empezando. En 1991, por ejemplo, canté Luz de oscura llama, de Eduardo Pérez Maseda, donde coincidí en el reparto con Carlos Álvarez con quien vuelvo a estar ahora en Oviedo. Fue una de mis primeras aproximaciones a la música contemporánea. Después vinieron El lobo estepario, una ópera de Carlos Galán basada en la obra de Herman Hesse y algunas cosas de Ricardo Llorca. En cuanto a Catán, su música es maravillosa, porque dentro de la creación contemporánea escribe en una línea muy tonal, con melodías excelentes, que te atrapan. Siempre que sean obras que se adapten bien a mi vocalidad, si veo que puedo decir algo con ellas, estoy abierta. Como decía, soy muy curiosa. Siempre lo fui y espero seguir siéndolo, porque me encanta. Evidentemente tengo ciertas debilidades, como el repertorio francés del que hablábamos o el belcantismo,
P. ¿Ha hecho bel canto?
R. Claro que si, y me encanta. Adalgisa, que es uno de los personajes que más me gustan, Roberto Devereux, Ana Bolena… Sin contar que empecé con Rossini. Hice muchas veces Barbiere, llegué a cantar Cenerentola en Palma de Mallorca, y sigo manteniendo Isabella, de Italiana in Argel. Aunque el Romeo que citaba es uno de los más hermosos que me ha correspondido hacer, y de los que más orgullosa estoy. Hacer ese personaje lo veo como uno de los hitos en mi carrera.
P. ¿Cuáles le quedan por cumplir?
R. Como meta estarían el Octavian de Rosenkavalier, que me fascina, y en algún momento la Eboli y la Amneris. Por ahora son aspiraciones. Para Octavian estoy ya preparada y me encantaría hacerlo pronto; las otras, las estoy madurando. Espero que se pueda concretar el de Eboli para un futuro no lejano, pero está todavía en conversaciones. En el terreno sinfónico mencionaría La canción de la tierra, de Mahler, que tengo en proyecto y estoy deseando cantar. Como me ocurre con el Poème de l’amour et de la mer, de Chausson.
P. Mucha actividad fuera, y muy dejados los grandes teatros españoles.
R. Dejados no. Tengo muchísimas ganas de cantar en ellos. Lo que ocurre es que aun no están cerrados algunos planes que se manejan, a veces por problemas de fechas. Espero que por fin nos podamos poner de acuerdo. Volver al Real me encantaría y evidentemente también el Liceu. O cantar en el Palau de les Arts de Valencia, donde aun no he actuado y me gustaría mucho. Todo se andará. Lo importante es seguir teniendo metas e ilusiones.
Juan Antonio Llorente
BELLISIMA!!!!!!!!!!!