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PIERO CAPPUCCILLI, un grande olvidado
Por Publicado el: 28/07/2005Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Encuentro

Encuentro
Hace escasos días que flauta, fagot, trompa y el Ensemble de cuerda del Encuentro ponían punto final a la quinta edición de “Encuentro”, una actividad dirigida a los jóvenes estudiantes de música que derrama por toda la geografía cántabra no sólo música, sino también entusiasmo y armonía. Armonía entre jóvenes provenientes de nueve escuelas europeas de relieve – Royal Academy y Royal College de Londres, Conservatorio Superior de Paría, Orquesta-Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín, Escuela Superior Hanns Eisler de Berlín, Academia Sibelius de Helsinki, Academia Liszt de Budapest, Academia de Artes Escénicas de Praga y Escuea Superior de Música Reina Sofía- y quince artistas maduros como Askenazy, Krause, Schmidt, Watkins, Schellenberger, Helmerson, Margulis, Bron, etc que ponen conocimientos y experiencia a los estudiantes e incluso se avienen a compartir con ellos presencia sobre un escenario. Este aprender de nuestros mayores –una de las mejores, sino la mejor forma de aprender- es lo que este “Encuentro” pone en práctica a lo largo de casi un mes.
Armonía entre culturas porque, aunque los más de ochenta alumnos proviniesen de centros europeos, sus nacionalidades eran de lo más variadas. Encontrarse y trabajar juntos en una vía para que los pueblos puedan entenderse, admirarse y comprender que la diferencia no tiene por qué ser un factor de división.
Santander, Castro Urdiales, Laredo, Puente Riesgo, Santillana del Mar, Santoña o Torrelavega han sido localidades beneficiarias del arte cocinado en el Conservatorio Jesús de Monasterio, con clases magistrales de flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa, piano, canto, violín, viola y violonchelo y, lo que aún es más importante, con las dedicadas a enseñar a “tocar juntos”. No todos los alumnos pueden llegar a brillar como solistas con luz propia, pero sí pueden hacerlo participando en orquestas o grupos de cámara. La música de cámara, un género con problemas en todo el mundo, precisa impulsos como el presente para que su tradición no se pierda. Alumnos y maestros han preparado y ofrecido en sesenta conciertos un repertorio amplísimo, con obras absolutamente infrecuentes, añadiendo a la región cántabra un tipo de actividad totalmente complementaria con el Festival Internacional, los Cursos de la Universidad Menéndez Pelayo o el Concurso de Piano. La Fundación Albéniz y Paloma O’Shea, promotora de la iniciativa, pueden sentirse justamente orgullosos.

Gonzalo ALONSO

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