Temporada de la OCNE

Entre Antones

Obras de García Abril y Bruckner. K.Broderick, MC. Chappuis, R.Murray, FJ.Selig. Orquesta y Coro Nacionales de España. S.Young, directora. Auditorio Nacional. Madrid, 29 de noviembre

Curioso programa el que reunió a dos Antones tan distintos, aunque con más cosas en común de lo que pueda parecer, como Antón García Abril y Anton Bruckner. Del primero, estrenándose la OCNE en él, el “Cántico de las siete estrellas” y del segundo la “Misa n.3 en fa menor”. Por tanto también un programa extenuante para el coro, que cumplió con notable.

El maestro turolense siempre escribe con transparencia y delicadeza y este cántico, estrenado en 2004, vuelve a ser muestra de ello. También es autor que no deja a un lado el sentido comercial y la obra bien podía acabar siendo una especie de himno para la Comunidad de Madrid en algunos actos oficiales, no en vano se inspira en las siete estrellas de su escudo. El texto, del propio compositor, armoniza bien con una música. El coro, bien “a capella” o junto a la orquesta es protagonista fundamental de los momentos de intimismo, ya sea en su entrada o en “la oración secreta del hombre” y de las explosiones sonoras como la que acompaña a la frase “Luz inextinguible, cegador espacio”. El final, una proclama a la unión de los pueblos y la vida, cierra la partitura en el mismo espíritu de serenidad inicial.

La australiana Simone Young pasa por ser especialista en Bruckner, de quien está grabando el ciclo completo de sinfonías en sus primeras versiones. Sin embrago, a tenor de la “Misa en fa menor”, se complace más en la viveza y, si se quiere, el estruendo, que en la reflexión y la búsqueda de ese hecho musical que nadie como Celibidache sabía encontrar en Bruckner y que tanto añoramos hoy. Controló, eso sí, las huestes de la OCNE, ya fuese con la batuta o con la expresividad de las manos. El cuarteto solista no pasó de la discreción, con una soprano tendente a la estridencia en el registro alto y un bajo de solidez vocal pero de poco refinamiento.