Entrevista a Jesús Iglesias: “Esta temporada es un milagro”
Jesús Iglesias
“Esta temporada es un milagro”
“Hay que poner en velocidad de crucero el Palau de les Arts” apuntaba Jesús Iglesias, director artístico del Palau de les Arts, el pasado diciembre, apenas unos días antes de tomar el mando de su rumbo inquietante. Cinco meses le han bastado parar pergeñar una temporada que “es un milagro” y que rompe radicalmente con la línea monocorde de su polémico predecesor, Davide Livermore. “Cuando llegué al despacho me encontré con la sorpresa de que [Livermore] no había dejado absolutamente nada preparado ni programado. Algo que, por una parte, ha sido beneficioso, al no recibir ninguna hipoteca y tener por ello las manos libres para tejer una programación propia, aunque, por otra parte, ha supuesto un esfuerzo enorme: es inverosímil programar una temporada en cuatro meses”.
Iglesias, gijonés de 1971, que ha sido cocinero antes que fraile, y se ha baqueteado en plazas tan diversas como el Teatro Colón de Buenos Aires, el Real de Madrid o la Ópera Nacional Holandesa de Ámsterdam, quita hierro al tema y prefiere centrarse en lo conseguido: una temporada (la 2019-2020) diversa, con un nivel claramente superior de cantantes, directores y ciclos programáticos. Entre las primicias más relevantes, destacan el primer ciclo de Lied, una Elektra de Strauss firmada por Robert Carsen con un reparto de primer rango encabezado por la soprano Iréne Theorin, y un proyecto social ahora firmemente potenciado. Novedoso es también el detalle capital de que será la primera temporada sin director musical. “Sería una absoluta temeridad y falta de responsabilidad por mi parte nombrar un director sin el tiempo y el proceso de maduración que requiere la decisión”. “El maridaje” apostilla convencido Iglesias, “precisa de un noviazgo cargado de cautela, discreción, conocimiento, amor y previsión”.
LEVANTE-EMV.- ¿Cómo valora esta primera temporada suya al frente del Palau de les Arts?
- I.- ¡Pues es un milagro! Y, la verdad, yo no sé hacer milagros. Es algo inaudito que, salvo un periodo concreto reservado para Plácido Domingo, [Livermore] no hubiera dejado absolutamente nada preparado o comprometido. Aquí se trabajaba a la italiana, y por lo que se ve, con muy poca previsión. Los italianos saben sacar las castañas del fuego en el último momento. Pero para mí, que no vengo de esa cultura, ha sido un esfuerzo enorme. Creo que no es aún la temporada ideal, pero sí se ha cuajado una oferta diversa, con nombres de calidad tanto entre los cantantes como entre los directores de escena y musicales. Por supuesto, hemos abierto el abanico más allá de la omnipresencia que tenía el repertorio italiano, y lo hemos diversificado, con ópera alemana (Elektra de Strauss, Ariodante de Händel), francesa (Faust de Gounod y Les mamelles de Tirésias de Poulenc), el híbrido italo-alemán de Le nozze di Figaroy La finta giardiniera de Mozart), y la propiamente italiana, con Il viaggio a Reims de Rossini y Nabucco de Verdi. Tampoco falta la ópera de un compositor valenciano, ya que hemos incluido Il tutore burlato de Martín i Soler. En fin, que hay un poco de todo…
L-EMV.- De casi todo… Falta un compositor tan emblemático del Palau de les Arts como es Wagner. También la ópera rusa y la música contemporánea…
- I.- ¡Y Janáček! ¡Y Berg! ¡Y Henze! ¡Y tantos títulos y compositores! Zamora no se conquistó en una hora. Y la realidad es que con los contados títulos que podemos hacer en cada temporada no es posible cubrir los inevitables huecos ni flancos de un repertorio tan inmenso como el operístico. ¡Sí!, soy muy consciente de la ausencia de Wagner, y hay varios proyectos en perspectiva en este sentido. También llegará pronto la gran música de Janáček, y por supuesto, como usted señala, la ópera rusa –¡Jovanchina! ¡Dama de Picas!- y la contemporánea, donde estudiamos algún estreno de compositor valenciano. Creo que, a pesar de estas carencias, hemos subsanado muchas ausencias que había en temporadas precedentes. El olvido de la ópera centroeuropea era escandaloso, como también el barroco no italiano, por completo ignorado salvó el Orlando de Händel que en 2008 programó Helga Schmidt. Pero no nos engañemos: es evidente que con seis títulos principales no es posible satisfacer todo ni a todos en una temporada.
L-EMV.- Quizá el gran bombazo de la temporada que ahora ha presentado sea Elektrade Strauss, un reto para cualquier orquesta, director -musical y escénico- y cantante.
- I.- ¡Desde luego! Creo, además, que una orquesta tan estupenda como la de la Comunitat Valenciana, titular del Palau de les Arts, se merece el reto de hacer una ópera como Elektra…
L-EMV.- ¡Una Elektra con una orquesta de 50 músicos!
- I.- Sí, y habrá que contratar otros 50 de aumento. Como hemos hecho en la Novena de Mahler que dirigió el otro día Gustavo Gimeno y que sonó tan bien como usted mismo escribió en su periódico. Pero un teatro como el Palau de les Arts no puede limitar su repertorio por el problema de la limitación numérica de la OCV. Es un problema que estamos tratando de resolver desde todas las partes, y le aseguro que la voluntad de solucionarlo es unánime. Hay también problemas burocráticos. Soy positivo y estoy convencido de que todo se solventará no muy tarde. Pero… permítame que vuelva a la Elektra que vamos a estrenar el 18 de enero, que supondrá el debut en el Palau de les Arts del director de escena Robert Carsen y del director de orquesta Marc Albrecht, y que llega en la impresionante producción de la Opera National de Paris. El reparto vocal, como usted ha apuntado, está también a tono con la calidad escénica e instrumental.
L-EMV.- En su calibrada temporada no abundan los grandes textos de gancho. Es significativa la ausencia de Puccini. ¿No teme que el público no particularmente melómano se quede en casa en lugar de ir a escuchar Les mamelles de Tirésiasde Poulenc?
- I.- Es cierto que no hay Puccini, pero tenemos Verdi, Rossini, además de óperas en italiano de Händel, Mozart y Martín i Soler. En cualquier caso, ningún teatro de ópera –ni siquiera la propia ópera- podría sobrevivir si se ciñera a los sota, caballo y rey. Tosca y Madama Butterfly están muy bien y son títulos imprescindibles, pero no los únicos.
L-EMV.- Tampoco hay belcanto…
- I.- Bueno, tenemos Il viaggio a Reims, que aunque no es propiamente belcanto, es puro Rossini y está cerca… En definitiva, he querido encontrar un equilibrio dentro del repertorio, y siempre dentro de un proyecto que no se ajusta únicamente a una sola temporada. Todos los compositores y óperas de los que estamos hablando tienen que estar en el Palau de les Arts. Pero de un modo compensado y finamente calibrado. Hay que abrir al público a nuevas experiencias, a diferentes repertorios y a otras maneras de abordarlo y plantearlo. En definitiva, trato de diversificar la línea unidireccional que en los últimos años siguió mi predecesor. Es cierto que Il viaggio a Reims no es precisamente la ópera más popular de Rossini, pero sí es una fiesta vocal y escénica, y estoy seguro de que todos los que vayan a verla en la producción holandesa que presentamos se marcharán radiantes y hasta eufóricos del teatro.
L-EMV.- No ha dicho una palabra de repertorio español…
- I.- Ya le he hablado de Martín i Soler, y haremos también La tabernera del Puerto, de Sorozábal, en octubre y noviembre, que dirigirá el maestro Guillermo García Calvo con la conocida puesta en escena de Mario Gas para el Teatro de la Zarzuela.
L-EMV.- Quizá uno de los puntos más vulnerables de la temporada sea que en ella no hay ni una sola nueva producción.
- I.- Es cierto. Hemos optado por dedicar ese presupuesto a la contratación de mejores producciones ajenas, mejores cantantes, directores de escena, etcétera. Creo que en la situación en la que se encuentra ahora mismo el Palau de les Arts, es mejor no arriesgar ni despilfarrar: hemos optado por ello por la garantía de presentar trabajos de constatada calidad que, además, salen bastante más baratos que crear una nueva producción de incierto éxito.
.L-EMV.- Livermore se manejaba a sus anchas en este capítulo. Traía, vendía, compraba, alquilaba, intercambiaba, también con sus propias producciones…
- I.- Hable con él. ¡Qué quiere que le diga!
L-EMV.- En el capítulo sinfónico, destaca la presencia de importantes batutas, desde Daniele Gatti a la vuelta de Gustavo Gimeno o el debut de Ivor Bolton, titular del Teatro Real de Madrid…
- I.- Tenemos una orquesta maravillosa que, paralelamente a su fundamental cometido en el foso, tiene y precisa desarrollar un ciclo sinfónico propio. En este sentido, hemos cuidado escrupulosamente la calidad de los maestros invitados, también el contenido de los programas, en los que hemos procurado que siempre haya cantantes. Solo el monográfico Stravinski que dirigirá Gustavo Gimeno el 7 de marzo con los ballets Petrushkay La consagración de la primavera están exentos de voces. Y me siento muy feliz de que vengan batutas como Daniele Gatti, Juanjo Mena, Ivor Bolton o el neoyorquino James Gaffigan.
L-EMV.- Plácido Domingo tampoco falta en esta temporada, pero por primera vez no como batuta.
- I.- La cercanía de Plácido es siempre una fortuna para cualquier teatro. Él siente un evidente afecto por Les Arts y se encuentra cómodo en Valéncia. Seguirá aquí mientras quiera y pueda. El Palau de les Arts es su casa y ha estado vinculado a él desde antes que existiera. Este año lo tendremos en Nabucco, en el rol titular. Y seguirá su relación entrañable con el Centre de Perfeccionament, que no casualmente lleva su nombre…
L-EMV.- Otro aspecto muy remarcable y novedoso es el ciclo de Lied que ha programado, una quíntuple cita de campanillas con figuras tan irrebatibles y heterogéneas como Violeta Urmana, Piotr Beczala, Philippe Jaroussky, Simon Keenslyside y Ainhoa Arteta, a las que aún hay que añadir un concierto de la mezzosoprano Joyce Didonato. Muchas de estas estrellas han actuado ya en el Palau de la Música. ¿No puede esto representar un nuevo punto de fricción con la nada fáciles relaciones con la otra gran casa de música valenciana?
- I.- No, pienso que no. No sé cómo fueron las relaciones antes de mi llegada, pero por mi parte no he sentido ningún problema, reticencia o desconfianza. Todo el ciclo sinfónico y el repertorio lo he repasado con el director del Palau de la Música, Vicent Ros, para evitar duplicidades de contenidos y obras, además de respetar -siempre que ha sido posible- los viernes, que es el día que siempre toca la Orquesta de València. El Palau de la Música tiene que entender –y estoy convencido de que lo entiende- que en una casa de ópera como Les Arts tiene que haber, además de representaciones líricas, recitales vocales, conciertos sinfónicos, música de cámara y cualquier otra actividad relacionada con la hermosa función artística y social que tenemos ante sí ambos palaus.
L-EMV.- Permítame que cierre esta entrevista con una pregunta a bocajarro, casi un asalto a mano armada: ¿Será Gustavo Gimeno el próximo director musical del Palau de les Arts?
- I.- YA le he dicho antes que la cautela y discreción son fundamentales para llevar a buen puerto el maridaje con un director musical. Se precisa calma y serenidad para que nada se vaya al traste. Sí le puedo decir que, obviamente, estoy muy contento con los resultados del concierto que hizo la semana pasada con la Novena de Mahler, y que la opción de Gustavo Gimeno es una de las posibilidades sobre las que hay que trabajar seriamente, más allá de los problemas de agenda que tiene, al ser titular de dos orquestas como las de Luxemburgo y Toronto.
L-EMV.- Usted es el director artístico, es por ello quien tiene que resolver el tema…
- I.- Sí, pero, aunque hemos hecho una programación milagrosa, créame: no soy Dios.
Justo Romero
Publicado en el diario Levante el 1 de junio de 2019
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