Aquiles Machado: “Quiero que cada temporada tenga un título que no se haya representado en A Coruña”
El tenor, que acaba de ser nombrado director artístico de la programación lírica de A Coruña, habla de las líneas maestras que quiere seguir, de los jóvenes que empiezan a cantar, del Otello que espera representar algún día e incluso de la edad a la que tiene previsto retirarse
A Aquiles Machado se le nota satisfecho, esperanzado y lleno de trabajo. Pero sarna con gusto… Él, que sabía de los nervios que se apoderan de uno cuando estás sobre el escenario, ya saborea los que provocan estar abajo y tener que decidir programaciones o cerrar espectáculos. Son nervios bien distintos y se siente perfectamente capaz de aguantarlos.
Nació en Barquisimeto, Venezuela, en 1973. Es un cantante querido por el público español y ahora emprende una tarea que no le es del todo desconocida. Dice que el ofrecimiento para hacerse cargo de la programación artística de la Ópera de A Coruña le llegó “por una suerte de carambola. Los responsables conocían mi trabajo porque ya he estado en proyectos educativos. Lo primero, me pidieron mis credenciales para ver si estaba capacitado, las presenté y la junta se decidió por mi propuesta. Y aquí estamos”, cuenta. Y él mismo se adentra por estos vericuetos: “Desde que empecé a cantar tuve claro la edad a la que planeaba que mi vida diera un vuelco. Aún me quedan unos años todavía para retirarme del escenario, que será sobre los 55 o los 56. Antes quería conocer de cerca la creación de espacios alternativos para la música, el trabajo de la dirección artística en un teatro o en una programación”.
La calidad de las voces
En su discurso, muy bien hilado, destaca la idea de que “uno tiene que aprender a diversificarse y adaptarse, a cambiar. Yo he visto a mucha gente que ha mutado. Eso depende de las ganas de cambio de cada cual. Me parece fundamental la preparación e ir formándote, no solo como cantante, sino en general dentro del mundo de la cultura”.
Le preguntamos por las líneas que van a vertebrar su programa: “Están bastante claras. La Ópera de A Coruña cumple este año 70 de vida y está consolidada, tiene a la espalda una enorme tradición, así que se trata, en primer lugar, de apostar por la calidad de las voces, una línea que se ha seguido y que yo deseo mantener. También de apostar por los jóvenes que empiezan en la lírica y por el talento nacional; que A Coruña sea una plataforma de internacionalización: que aquí vengan las grandes voces, que sea un faro de la lírica, y que el talento de aquí pueda viajar también a otros grandes teatros que nos tengan como referencia”. ¿Y hay espacio para los jóvenes? “Por su puesto. Ellos cuentan mucho, sus gustos y necesidades. Queremos dar oportunidad a nuevas experiencias musicales, auditivas y estéticas para ampliar el radio de acción. La ópera no es solamente teatro, está viva como nosotros”, responde.
La presión del mercado
Es amigo de Emiliano Suárez (“le conozco desde que no teníamos bigote”, bromea) y en su espacio madrileño ha cantado ya. La idea de sacar la ópera de su hábitat natural le seduce: “Esa idea de acercamiento a la ópera me parece muy atractiva, acercarla, abaratar la entrada y alejar al público de rituales y presiones para que disfrute del mero entretenimiento. Abrir la puerta al público que no es habitual. Creo que el teatro es como un juego con la imaginación. Me parece una fórmula muy interesante y loable para incluir como complemento. Yo no voy a destruir nada, sino a añadir”, asegura.
Los jóvenes salpican toda la conversación. Él también subió una primera vez a un escenario. ¿Hoy se les exige más a quienes empiezan o se les exige de otra manera? “Existe una mezcla extraña. Por una parte, está la presión del mercado que obliga al artista en ocasiones a tomar decisiones precipitadas y por otra, la necesidad de mantenerse en el tapete, de hacerse visible a costa de no disfrutar del viaje. Eso se nota en ellos: las redes sociales, la exposición permanente, las producciones locas… Si a los 22 años no has cantado en La Scala tu mundo se derrumba. Y eso no puede ser. El filtro de los teatros es cada vez más y más complejo y la ópera se convierte en una gran industria y esa es una de las dificultades con las que se van a topar. Por poner un símil, será como hacer un casting para una película de Tarantino. Hoy se programa más en función de cada proyecto particular que en nombre de las cualidades de un artista. El espíritu de una Caballé, un Kraus o un Del Mónaco son únicos, y los jóvenes necesitan esa ocasión para demostrar su individualidad, quiénes son, cómo cantan, dicen o se mueven. Es un tema que como artista me preocupa”.
Más noes que síes
Machado sintió esa presión enorme muchas veces: “Me ha tocado estar en el lado del “no te creo” y de intentar convencer de que servía. He recibido muchos más noes que síes a lo largo de mi carrera, lo que no quiere decir que me victimice, en absoluto”, subraya. Siente pasión sobre las tablas, donde dice, le han salido “canas, el pelo se me ha cambiado a blanco y siento muchos nervios. Es una responsabilidad diferente a la de estar abajo”. Su agenda ha cambiado y los tiempos libres que ya escaseaban, ahora casi han desaparecido.
La siguiente temporada llevará su firma íntegramente, un reto que le anima a seguir: “No soy un omnisapiens de la ópera, sino alguien que llega para ensamblar un equipo. En mi ideario están escuchar, acercar opiniones, unir fuerzas y colaborar”. Habrá tres títulos por temporada a los que se añadirán conciertos y una gala de clausura con una superestrella de la ópera, así como el trabajo en espacios más pequeños para la promoción de debutantes. Y destaca una idea: “Quiero estar ahí para los artistas; no únicamente para hacer números y cuadrar agendas. Que se sientan como en casa, pues creo que mejora el rendimiento de los cantantes”.
Los otros Verdi y Puccini
¿Entra en sus planes dar voz a la zarzuela y recuperar títulos para el público de A Coruña? “Mi intención en principio es hacer una ópera no representada en esta ciudad en los últimos años. Hay muchísimos títulos de grandes compositores que apenas se han visto y escuchado y a los que hay que darle una oportunidad. Por ejemplo. “Oberto” frente a “Rigoletto” y “Traviata”. Poder escuchar al conde San Bonifacio, protagonista de esta obra verdiana, es de recibo. Un Puccini, por ejemplo, de los menos escuchados, de los que no se suelen hacer. Que se preparen los Turandot y las Bohème…”, dice mientras no deja de reír.
Antes o al mismo tiempo que programador lírico, Aquiles Machado es cantante. Confiesa que no tenía en el corazón cantar Otello, pero lo está estudiando: “Y me gustaría poder cantarlo antes de que llegue el día fatídico, intentarlo en escena antes de cerrar página”, cuenta con gran dulzura. ¿Y hasta cuándo en A Coruña? Su contrato es renovable, no hay un tiempo específico. Esperemos que sea el suficiente para disfrutarlo. Gema Pajares
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