Entrevista de Gema Pajares a Plácido Domingo en La Razón
La Razón, 30 de julio
PLÁCIDO DOMINGO
«Prohibir los toros es
política: quien no quiera
ir a la plaza que no vaya»
Nos cita a las 10:30 de la mañana
porque media hora después
ha de tomar un taxi con
destino al aeropuerto de Barajas. El avión
le dejará en Pekín (sí, han leído bien), donde
va a cantar una función en un teatro
pequeñito, de 250 butacas en forma de
tronos (y al que Plácido Domingo da tanta
importancia de palabra y con gestos como
a La Scala) y «que es una petición que no he
podido rechazar». Parece mentira que apenas
unas horas antes de este encuentro, tan
rápido como intenso, este caballero y señor
de la ópera antes que tenor haya arrancado
a Madrid más de 30 minutos de aplausos
con un «Simon Boccanegra» que ya está
instalado en la historia del Teatro Real.
-Lo primero es darle la enhorabuena
porque ha hecho lo que nadie había conseguido
antes en el coliseo: 15 minutos de
aplausos en una primera representación;
23 en la segunda, y 32 en la última. Ha
pulverizado sus propios récords.
-La verdad es que ha sido algo absolutamente
extraordinario y he sentido una
emoción como pocas veces. Siempre me
ha parecido algo muy especial cantar en
Madrid, pero lo de estos tres días… A pesar
del tiempo y de los años existe un cariño
con el público que no se rompe. Además,
se producía en unas circunstancias muy
concretas. Me voy más que feliz de mi
casa.
-Cuesta entonces pensar que se haya
llegado a decir que el Teatro Real tiene un
perfi l bajo al ver lo que ha sucedido estos
días.
-No sé quién puede haber dicho algo así ,
porque quien lo diga no debe tener una
idea clara de lo que está hablando. Desde
que se inauguró posee un perfi l muy importante;
además, es un teatro nuevo que
necesita un rodaje, pero qué más se puede
pedir: tiene un repertorio variado, cantantes
de primera, un equipo que lo ha sabido
dirigir y que lo ha hecho de maravilla como
el maestro López Cobos y Antonio Moral…
Si he de ponerle alguna pega lo único que
podría decir es que me gustaría que tuviese
un aforo mayor, nada más.
-¿Qué siente un cantante cuando el público
de un teatro en pie le pide una y otra
vez que no se vaya del escenario?
-Una emoción indescriptible. Yo siento que
allá donde vaya tengo que dar lo mejor.
Con Simon sabía que iba a pasar algo así,
pero no tanto. Si estoy bien de voz, me olvido
de que estoy cantado. En Madrid ha
habido entrega, complicidad y comunión,
y eso te produce tanta satisfacción… El
desgaste en estas tres funciones ha sido
más emocional que vocal. Siempre pensé
que quería retirarme de esta profesión
cantando el Simon, pero me ha llegado
demasiado pronto, porque aún me siento
con ánimo de seguir.
-Se le ve estupendamente, tan sosegado,
con esa sensación de paz que transmite.
-Me encuentro muy bien. Y seguiré… hasta
que un día salga al escenario y diga: hasta
aquí. Si fuera mío el plan de retirada me
gustaría cantar en 20 o 25 teatros por todo
el mundo e incluir una función de Boccanegra,
dirigir una ópera y hacer un concierto
grande para 10.000 o 12.000 personas.
Sería una buena despedida con un personaje
extraordinario.
EL PODER DE IMPROVISAR
-Lleva cincuenta años en el escenario y ha
vivido los cambios y las transformaciones
de la ópera. ¿Han sido tantos?
-Lo único negativo de la ópera es que antes,
hace años, se podía improvisar todo. Ahora
puedes no volver al sitio en que acabas
de cantar hasta dentro de dos o tres años
por temas de planifi cación. Hoy, todo está
programado. (Cuenta entonces una anécdota
sobre Caruso al que, ya embarcado y
en alta mar, le pidieron volver al teatro de
donde había salido para cantar un par de
funciones. «Hoy sería impensable algo así»,
comenta).
-Un detalle, por cierto, en un día como
ayer (por el miércoles) que, tras la función
del Real, se quitara la capa roja de Simon
y diera unos pases toreros, después de
conocerse la prohibición de los toros en
Cataluña.
-Salió así. Vi que el público gritaba «torero,
torero» y daba palmas seguidas (y hace el
gesto con sus manos), así que me pareció
lo mejor y me arranqué con un par de
verónicas. El hecho de prohibir los toros
es desgracidamente un acto político, no
creo que se esté protegiendo a los animales.
El toro de lidia está criado para
eso, se pasa cinco años viviendo de una
manera señorial y sale al ruedo para
sufrir 15 minutos. ¿Por qué prohibirlo? El
que no quiera ir a una plaza que no ponga
el pie. Yo creo, además, que no va a ser
algo defi nitivo y que se va a corregir. Los
toreros son artistas que dan lo mejor y se
juegan la vida, es una tradición nuestra,
un arte verdadero.
-También ha vivido estos días la salida
de Raúl del Real Madrid al Schalke.
-Ha sido muy triste su marcha así, después
de 16 años gloriosos, porque es uno
de los jugadores más grandes del Real
Madrid, un emblema, como lo han sido
Gento o Amancio. Creo que un jugador
de su talla no puede estar en el banquillo.
Espero que en la Copa de Europa no
tengamos que enfrentarnos al Schalke y
nos meta un montón de goles.
-¿Le ha cambiado mucho la vida padecer
un cáncer?
-Claro que cambias, y te das cuenta de
que todo lo que tienes se puede ir en un
minuto, que aquí estás de paso. Aprendes
a mirar con más tranquilidad, a quitarle
importancia a lo que no la tiene y a dársela
a lo que realmente lo merece. Lo más
importante es tener salud. Yo, allá por
donde voy, invito a la gente a que se haga
chequeos. Descuidarse marca la diferencia
porque pueden ser años de terapia. Yo he
tenido mucha suerte.
-Seis semanas de descanso con su ritmo
de vida, ¿se le hicieron cuesta arriba?
-La verdad es que no. No sentía la necesidad
de cantar porque estaba dolorido y eso
te condiciona. Me supo mal tener que
cancelar funciones en Berlín y Múnich,
pero estaba tranquilo porque veía que
cada día me sentía mejor. Aproveché el
tiempo con mi familia y el ritmo se hizo
lento, tan diferente al del teatro, al de cada
día.
-Le daría tiempo para pensar. Imagínese,
por ejemplo, que le ofrecieran dentro de
unos años dirigir el Teatro Real.
-La verdad es que no lo he pensado. Siempre
he dicho que sería muy difícil dirigir en
España, aunque sí se dieran las condiciones
artísticas y de experiencia… Por ejemplo,
imagínese si me reclamaran porque
Mortier se fuera a dirigir el Metropolitan…
Además, ya no me apetece tanto hacerlo,
lo más importante es continuar en el escenario.
Yo estoy al frente de la Ópera de
Los Ángeles y de Washington y la dirección
me hace perder mucho tiempo. Aunque,
no le voy a engañar, en España se está muy
bien y si estás rodeado de un buen equipo…
No me atrevería a tomar una decisión
así en activo.
-A principios de septiembre le espera un
«Rigoletto» en Mantua que se rodará a
tiempo real, como ya hizo años atrás con
«Tosca».
-Serán los días 4 y 5 de septiembre y se
desarrollará en los escenarios auténticos
donde sucedió y en el momento en que
pasó. Así que rodaremos mañana, tarde y
noche. Lo van a retransmitir 138 televisiones,
unas en directo y otras en diferido.
-Ha cumplido el sueño de ser Boccanegra,
pero le quedarán más, supongo.
-Me tienta cantar más papeles de barítono
y títulos verdianos, siempre muy presentes
en mi carrera. Soy una persona llena de
curiosidad: si quisiera hacer todo lo que
me apetece, necesitaría tres vidas
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