Escenarios alternativos
Escenarios alternativos
Hay un vídeo de Youtube, subido a mediados de diciembre, que lleva más de un millón de visitas. Les recomiendo que lo curioseen (http://www.youtube.com/atenordelaopera). Un día cualquiera de mercado, la música empieza a sonar entre los puestos de frutas y verduras. Se trata de fragmentos de la “Traviata” de Verdi interpretados en pleno Mercado Central de Valencia en noviembre. Los rostros de los compradores, asombrados ante la magia del arte, hacen que recuperemos la confianza en el buen gusto. El gusto por la buena fruta, la verdura, el champán, la música y la vida en general. Un video de una iniciativa sin duda alentadora, que llama a la alegría y que acerca la ópera a algunas personas que quizá estuviesen lejos de ella, pero que acaban bailando y bebiendo al son del popular brindis. La experiencia se ha repetido con el mismo éxito en otras ciudades, como en Madrid en la mañana de Nochebuena. El Teatro Real pasó Reyes en la cárcel de Soto, donde llevó la “La gallina ciega”, continuando el proyecto iniciado las navidades pasadas. Alegría donde no se dan las condiciones para que abunde y otra forma de acercar la música a la sociedad. Algunas orquestas y asociaciones de amigos de la ópera realizan actividades similares en los colegios y, en otro plano muy diferente, también se ha escenificado una “Traviata” en plena Hauptbanhof de Zurich. En medio de los trenes y ante la sorpresa y admiración de auténticos viajeros, que no extras, se conocían y separaban Violeta y Alfredo.
Son procedimientos en los que convendría profundizar, que avanzan en una línea diferente a la de los legendarios conciertos de los tres tenores pero que persiguen el mismo fin que aquellos eliminando el aspecto crematístico. En el difícil periodo en que vivimos sería muy aconsejable que los responsables culturales – administraciones, auditorios, teatros, emisoras de radio, etc- infundieran imaginación a su gestión, si no alejándose de espectáculos minoritarios de gran calidad, sí centrando sus prioridades en ideas como las apuntadas. Es lo menos que se puede pedir a quienes llegan a cobrar trescientos mil euros al año. ¿Tiene sentido en la actualidad que cada vez resulten más caros los espectáculos y que una entrada esté subvencionada con tres veces lo que paga por ella un bolsillo pudiente y? ¿No será prioritario buscar alternativas para acercar al gran público un género hoy minoritario? Recordemos que el “Rigoletto” verdiano lo vio en su época, en apenas cinco años, más público que habitantes tenía Milán.
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