Espantadas
Espantadas
Las espantadas no sólo son un fenómeno taurino sino también lírico. Curro Romero hizo célebres las suyas y más recientemente José Tomás protagonizó una sonora, pero pocas veces un torero ha abandonado la plaza dejando al toro con vida. La espantada canora más célebre posiblemente fuese la de Callas en Roma inaugurando temporada como Norma en 1958. Sin embargo terminó el primer acto, sin voz, como pudo. Aguantó la bronca, avisó a un médico y se certificó que no estaba en condiciones de seguir. El presidente Gronchi, sus invitados y el público se quedaron con las ganas. No hubo sustituta en vaqueros. Alagna ha dejado vivo el toro. Se fue del escenario en pleno primer acto. Escribí aquí hace una semana que esta “Aida” no era tal sino “Almaviva en Karnak” y ya ven que no me equivoqué. Pero el tenor ha declarado que eso también le sucedió a del Monaco o Domingo y no es verdad. El madrileño, por ejemplo, se sintió indispuesto en su último “Otello” scagliero, pero terminó el acto. Caballé, en la misma Scala, con “Turandot” y “Anna Bolena” no llegó a salir a escena. Tampoco Sutherland en Venecia, cuando se peleó con el maestro Santi porque éste no quería ciertas cadencias en “Sonambula” o Melba porque habían contratado como Rigoletto a un Tita Rufo mucho más joven que Gilda y ¡con más voz! Hay otra célebre de “Aida”: cuando en el Met Toscanini protestó a Geraldine Farrar por llegar tarde. “Soy una star y me lo puedo permitir” se defendió ella para luego, según se cuenta, acabar de amantes. Lo de Alagna es impresentable. El público tiene derecho a expresarse y los artistas han de aguantar el chaparrón. Para eso cobran. Por cierto, en los mismos días su compañera Angela Gheorghiou abandonaba su debut como Isabel en “Don Carlo” en el Covent Garden.
Hoy, cuanto menos artista se es, peor comportamiento se tiene. Sin duda estará más cómodo en el Festival de San Remo, donde ha anunciado su presencia como di Stefano y del Monaco en el pasado, aunque estos lo hicieron de despedida. Y atención al “Trovador” madrileño en primavera, porque ese papel es un miura. Gonzalo Alonso
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