Recomendación: “Elias”, evidentes conexiones
Evidentes conexiones
Masaaki Suzuki es una autoridad en Bach. Al teclado y a la batuta. No es extraño, pues, que podamos esperar lo mejor de él haciendo Mendelssohn. Con permiso de Haendel, claro, que en realidad es la auténtica conexión que deberíamos buscar entre el oratorio barroco y el romántico, uno de cuyos máximos exponentes es este Elías. Porque en realidad este de Mendelssohn es el que Haendel habría querido escribir cuando ya no tenía ningún oratorio que escribir, dada la demanda de un público que se aburría y buscaba más carne humana en las historias que se contaban, o sea, relatos operísticos; quizá ese carácter dramático (¿operístico?) de la pieza del autor de las Canciones sin palabras, al que, además, no se le podía discutir su discurso literario y a, a la vez, sicológico. Cosas de lo romántico, que desde luego ya estaban en la cabeza del Haendel operista.
Hay autores que pasan por su tiempo como de puntillas, tímidamente, haciendo más por la música de los demás (en este caso por la de Bach) que por la suya propia. Esa generosidad fue esparcida por Mendelssohn sin recato alguno, mostrándola al mundo como si de una pequeña aportación se tratara. Hace poco Barenboim se refirió a él en unos términos que poco contribuyen a una reparación que personalmente veo indispensable: ´si Mendelssohn no hubiera existido, la historia de la música sería la misma´, aseguró. Seguro que sí. Pero recordándolo solo se produce confusión, porque más de uno lo asoció a la calidad e importancia de su música, lo que desde luego conduce a una conclusión perversa. Son absolutamente necesarios otros discursos; relatos que sitúen en primer plano la música de un músico eclipsado por los de su alrededor, pero al cabo un músico de una categoría suprema, avalada por todos los géneros que practicó: cámara, sinfónico, piano… Y si no innovó, defendió el precepto canónico con encomiable fuerza y convencimiento, obteniendo resultados muy brillantes. Y muy hermosos. Este Elías, por ejemplo, es un modelo en su género; su arquitectura nos arrastra, su vocalidad nos seduce, su orquestación nos sorprende y su rocoso discurso coral nos emborracha. Música de una pieza, de forma seguramente fuera de su tiempo, pero de resultado expresivo absolutamente espectacular. Es muy recomendable este concierto, de cuyo director espero sepa interpretar mirando hacia el futuro y no hacia atrás, por muy concernido que vea a Bach con Mendelssohn. Este oratorio, diríase, no aporta nada a la forma; pero sí a la música. Pedro González Mira
Rachel Nicholls, soprano; Anna Stéphany, mezzos88oprano; James Gilchrist, tenor; David Soar, bajo. Coro y Orquesta Nacionales de España. Dir.: Masaaki Suzuki. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Viernes 16 y sábado 17, 19.30; domingo 18, 11.30. Entre 11 y 37 € (viernes y sábado); entre 11 y 27 €. (dom)
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