Éxito de convocatoria para las Clases Magistrales de dirección de orquesta de Chichon y la OFGC
Karel Mark Chichon traslada los secretos de La Bohème a jóvenes talentos de la dirección
“Una pasada”
“Una pasada”. Nada más certero que estas dos sencillas palabras, enunciadas por el joven director malagueño Álvaro Pérez Rubio (1996) durante un breve receso, para describir las maratonianas semanas de trabajo, con jornadas de hasta doce horas, que ha compartido Karel Mark Chichon con un selecto grupo de quince jóvenes directores de orquesta en la sala Gabriel Rodó de la Filarmónica de Gran Canaria. Entre el 17 y 21 de enero, los cuatro actos de La Bohème han sido desmenuzados, analizados, comentados y ensayados hasta el más milimétrico detalle por la guía maestra de un Karel Mark Chichon empeñado en compartir y trasladar hasta el último secreto de la partitura de la obra maestra de Puccini a la nueva generación de directores de orquesta. También sus tradiciones y opciones. Una semana antes, y por si no bastara, entre el 11 y 15 de enero el director titular y artístico de la Filarmónica de Gran Canaria trabajó y desmenuzó con otro grupo de nuevos directores de orquesta la Novena de Beethoven y las suites del ballet Romeo y Julieta de Prokófiev.
Todo asomó públicamente en un concierto casi a puerta cerrada – el virus y sus nefastas consecuencias – celebrado el pasado viernes, en el que la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), la gran coprotagonista y promotora de las jornadas junto con su titular, lució la profesionalidad, ductilidad y generosidad que han marcado estos días de gran música y magisterio. Una formación en óptimo momento artístico, que trata de superar pasadas tensiones, fracturas y desaciertos, y hoy, tras la marejada, se muestra empeñada en centrar sus energías, bondades y talentos en el fundamental desempeño artístico. Borrón y cuenta nueva, parecen gritar los músicos con su silencio responsable ante un pasado en el que “ha pasado de todo”.
Chichon se ha bajado del podio y remangado el frac para trabajar concienzudamente, mano a mano, batuta con batuta, con cada uno de los quince alumnos seleccionados de entre las casi cincuenta solicitudes recibidas desde Europa, América y Asia. Españoles, japoneses, estadounidenses, franceses, coreanos, belgas, rumanos, surcoreanos y de otros países han convivido bajo el paraguas del idioma común de la música y el magisterio sin fronteras de Chichon, maestro bien rodado en lides operísticas, en las que ha dirigido en los mejores teatros del planeta, desde el Metropolitan de Nueva York al Covent Garden, Ópera de Baviera o Palau de les Arts de Valencia.
El maestro británico y gibraltareño ha sudado la camiseta con ellos: les ha cogido de la muñeca para marcar detalles, ha hablado de las respiraciones, de las claves de la voz, de los tempi, de marcar a dos, a cuatro, de subdividir o no subdividir, de los balances, de fermatas, silencios y dinámicas… no ha habido detalle, por minúsculo, que haya quedado inadvertido en unas sesiones de alto voltaje pedagógico, en las que no ha quedado secreto sin revelar ni duda sin responder. Jornadas de alto voltaje musical, en las que se percibía verdaderamente espontánea y natural la ovación que cada día los alumnos brindaban al maestro al final de cada una de ellas, tras casi doce horas de compartir tan estrechamente el milagro de la ópera, el prodigo de La Bohème.
El estadounidense Sebastian Zinca (1994), recién graduado en la Academia Sibelius de Helsinki con Sakari Oramo, no duda al asegurar que las jornadas han sido “extraordinariamente útiles e interesantes. Era impresionante cuando el maestro [Chichon] se colocaba en el podio justo detrás de mí mientras yo dirigía, y me susurraba con precisión lo que estaba ocurriendo en cada momento, todo lo que pasaba, y que yo percibía de modo inconsciente. Ha sido un aprendizaje muy valioso, de profundización, de inmersión, en la partitura y en sus detalles y recovecos”, concluye el director estadounidense, que ya cuenta en su haber profesional el haber dirigido títulos tan exigentes como L’amico Fritz, de Mascagni, Suor Angelica de Puccini, y Alcina de Händel, que abordó con instrumentos de época en la propia Academia Sibelius.
Las intensas y reconcentradas horas de trabajo han transcurrido siempre en un ambiente positivo, de enorme complicidad entre maestro, cursillistas, cantantes y los propios profesores de la OFGC. “Un maestro como la copa de un pino, gran experiencia y conocimiento”, decía en una de las pausas el veterano barítono José Julián Frontal, que no ha dudado en participar como solista invitado en estas jornadas en las que también ha intervenido el tenor Enrique Ferrer como Rodolfo, junto a otro cuidado conjunto de cantantes. Igual de positivo y en parecidos términos se muestra el pianista repetidor, que ha trabajado en los ensayos, Borja Mariño, un as en su ámbito, recién llegado a Las Palmas desde Madrid para reemplazar al pianista previsto inicialmente, que canceló en el ultimísimo minuto por culpa ¡cómo no! del endiablado virus, Daniel Ros (1992), quien se ha desplazado desde Murcia para aprender en estas jornadas, ya tomó parte en la primera convocatoria de estos cursos de dirección, desarrollada antes de la pandemia. “He vuelto porque son clases que, hoy en día, no se ofertan como tal en España”, ha declarado al diario Canarias7. “Tener a una orquesta profesional a plena disposición, a un maestro como Chichon, y trabajar una ópera como La Bohème… ¡No hay clase magistral en España que trate una ópera completa como sucede aquí!”, precisa Ros, director asistente de la Sinfónica de la Región de Murcia.
Para Karel Mark Chichon (1971), que considera La Bohème como “una de las óperas más complicadas de dirigir”, estos cursos suponen una experiencia esencial para cualquier aspirante a director de orquesta . “Este tipo de experiencias no está disponible en ningún otro sitio. En España, desde luego que no”, afirma categórico y con indisimulada satisfacción. “Estamos muy contentos de cómo marcha todo, creo que es algo muy atractivo y enriquecedor para todos, incluida para mí mismo, que aprecio verdaderamente el contacto con los nuevos valores en formación de la dirección de orquesta. Me alegra mucho, además, comprobar la estupenda respuesta que ha tenido la convocatoria, muy superior, pese a la pandemia, a la primera edición, de 2019”, recuerda el director británico, quien aprecia particularmente “la estupenda disciplina y las abiertas ganas de progresar y mejorar de todos. El resultado, tanto personal, como profesionalmente, no puede ser más satisfactorio”.
Chichon confiesa que también él aprende en estos cursos. “Trabajando con los alumnos, reflexionando con ellos, reconsidero cosas que pueden funcionar de otra manera”. Destaca el ambiente relajado, “incluso entrañable”, que reina en las largas jornadas de trabajo, “algo que incluso me ha permitido acercarme más a la propia orquesta. Siento y pienso que sus profesores también se han dado cuenta de lo difícil que es la dirección, cómo el sonido cambia de un participante a otro y cómo un pequeño gesto puede generar un cambio en la atmósfera y el ambiente de la obra”.
Como colofón a estas fructíferas jornadas educativas, por las que tan decididamente ha apostado el Cabildo Insular de Gran Canaria -institución de la que depende la orquesta-, uno de los alumnos, seleccionado por el propio Karel Mark Chichon, será su ayudante y asistente en los conciertos de la orquesta grancanaria programados los próximos 2 y 3 de febrero en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, en el marco amigo, propicio y vecino del Festival de Música de Canarias. ¡Una pasada! Justo Romero
La música que amansa las fieras
Las tensiones y sacudidas que desde hace bastantes años ha sufrido la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria parecen haber tocado fin. Como si el viejo proverbio de que la música amansa las fieras se hubiera hecho realidad. Al menos esta es la sensación, casi evidencia, que se respira en el día a día de la orquesta grancanaria. Tras casi una semana de convivencia cercana con sus músicos y equipo de gestión, un calmo sosiego se respira en la intimidad de sus paredes. La verdad es que nadie quiere o se atreve a hablar de un pasado borrascoso que todos quieren olvidar. Como una pesadilla a la que hay que pasar página.
Hoy, al menos la semana en la que el periodista se adentró en la entraña de la orquesta, todos, músicos y equipo de gestión, parecen empeñados y concentrados en hacer música y mantener un ambiente de convivencia y trabajo que se visualiza grato y cordial. Se siente que, más allá de cualquier posible discrepancia o desacuerdo, los músicos respetan y reconocen la irrebatible profesionalidad sobre el podio del titular Karel Mark Chichon. También que es, “sin duda”, el mejor titular que ha tenido la orquesta en bastantes años.
El maestro británico, llegado tras la larga y fallida titularidad de Pedro Halffter (2004-2016), ha establecido la profesionalidad y el rigor en una orquesta que desde los tiempos honorables de Adrian Leaper (1994-2002), había estado sujeta al capricho y albedrío de un director musical y artístico –Pedro Halffter– más empeñado en su carrera personal que en la dignificación de una orquesta que, pese a todo, y tras tantas vicisitudes y ajenos intereses, se encuentra actualmente entre el pelotón de cabeza de las formaciones sinfónicas españolas. Más aún desde que Chichon se ha empeñado en traer a los mejores directores posibles como invitados, sin miedo a que le hagan sombra, y no en función de posibles intereses personales, en intercambios que redundaran en beneficio de su propia carrera, como frecuentemente ocurría hasta no hace tanto.
Una orquesta admirable, que, además y a pesar de tantas adversidades, ha conseguido mantener la profesionalidad y el buen hacer de sus profesores sobre cualquier circunstancia o convulsión. La tormenta parece haber pasado. Quedan asuntos pendientes en los juzgados, pero en casa, de puertas para adentro, se respira música, profesión y ganas de estar en paz. Los nubarrones, amansados, se divisan cada vez más remotos. ¡Música, Maestro! Justo Romero
Experiencia maravillosa. Gracias maestro de todo corazón.