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Por Publicado el: 13/03/2014Categorías: Crítica

Exquisita vocalidad [Recital Gerhaher, Lieder de Schumann]

EXQUISITA VOCALIDAD    

Lieder de Schumann. “Myrthenop. 25”, “Liederkreisop. 39”, “ZwölfGedichteop. 35” y “DieLöwenbraut”. Christian Gerhaher, barítono. Gerold Huber, piano. XX Ciclo de Lied del CNDM. Teatro de la Zarzuela, Madrid. 11-3-2014.

El alemán Christian Gerhaher es un barítono lírico de excelente dicción, sentido del matiz, fácil claroscuro y adecuada emisión, capaz de realizar pianos canónicos a partir de un juego de medias voces bien estudiado y de cantar a voz plena sin esfuerzo aparente, incluso en notas agudas, habitualmente talón de Aquiles de otros colegas de su procedencia, habitualmente más engolados. Muy buen sabor de boca nos ha vuelto a dejar en esta su sexta visita al ciclo liederístico que gobierna ahora el Centro Nacional de Difusión Musical.

Aunque el color es demasiado claro, el cantante, de una exquisitez expresiva singular, posee los mimbres adecuados para acercarnos a esas piezas maestras que son la mayoría de las canciones programadas, todas ellas del gozoso año 1840. En las siete piezas elegidas de “Myrthen” y en las doce de “Liederkreis” el artista, en previsión de una segunda aparte exigente, se tentó las ropas y cantó a medio gas; con resultados excelentes en cualquier caso. Así los obtenidos en las modulaciones de “Talismanes” o en la suave cantabilidad de las “Dos canciones venecianas”.

Gerhaher es capaz de atacar “sulfiato” notas agudas y reproducir adornos con agilidad, como en “En tierra extraña”, desplegar un incipiente dramatismo, todavía muy contenido, en “Conversación en el bosque” y seguir la línea trémula e inconsútil de “Noche de luna”, bien que aquí habríamos pedido una mayor capacidad de alucinación. Páginas integradas en la “op. 39”, lo mismo que “En el bosque”, en la que la voz comenzó verdaderamente a desperezarse. La inteligencia quedó demostrada en el progresivo dramatismo concedido a la cruel balada “La novia del león”. Nos impactó, con la voz corriendo arriba y abajo totalmente libre, el impulso dado a “Lágrimas silenciosas”, “nº 10” de la “op. 35”, rematada con un brillante sol agudo.

El pianista Huber, siempre pendiente del barítono, con el que colabora desde hace años, mostró clara digitación, servicial musicalidad, general temple y un fraseo a veces alicorto, poco fantasioso. Arturo Reverter

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