Fallece el compositor Mikis Theodorakis a los 96 años
Fallece el compositor Mikis Theodorakis a los 96 años
El músico y militante político, especialmente reconocido por la banda sonora de la película ‘Zorba el griego’ ha fallecido en su casa de Atenas
Lina Mendoni, ministra de cultura de Grecia, ha comunicado esta mañana el fallecimiento del compositor Mikis Theodorakis. El músico ha muerto a los 96 años en su casa de Atenas tras un periodo de salud crítico que le condujo a retirarse de la vida pública.
Nacido en Quíos en 1925, Theodorakis deja un nutrido catálogo musical que lo sitúa entre los más destacados compositores griegos. El reconocimiento internacional llegó en 1964 con la película ‘Zorba el griego’, dirigida por Michael Cacoyannis y protagonizada por Anthony Quinn, para la que escribió la banda sonora.
Musicalizó textos de Lorca -“Romancero gitano”- y de Neruda -“Canto general”- que les enlazamos con youtube.
El compositor compaginó la actividad musical con el activismo político. Movido una ideología de izquierda, se enfrentó a los comunistas en un conflicto ocasionado por la Segunda Guerra Mundial en su país; fue opositor en la dictadura de los coroneles, por lo que fue detenido en 1967; y se manifestó en contra de las medidas de austeridad dictadas desde el Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional para hacer frente a la crisis financiera de los últimos años.
Mikis Theodorakis, mucho más que “Zorba el griego”
El compositor, faro cultural y referente de la lucha por las libertades, falleció a los 96 años en su casa helena
“Grecia llora su muerte”. Con esta frase la ministra de Cultura lamentaba la marcha de Mikis Theodorakis, un griego universal a quien su país, que otrora considerara casi un dios del Olimpo, había dejado de lado los últimos tiempo, los más duros, haciendo de su precaria vida y la de su familia carne de titular. Nació en un familia cretense y desde niño quiso salir a cantar, contar y combatir a su manera. La primera vez que fue arrestado era casi un crío. Fue durante la ocupación nazi, en 1943. Después llegaría la dictadura de los Coroneles, a mediados de los sesenta, y volvería a ser privado de libertad hasta 1970.
Entre rejas padeció el dolor de la humillación, bastante más terrible que la rotura de los huesos, mientras a su lado otros compañeros expiraban después de intensas torturas. De hecho, en 1946 le dieron por muerto tras una fractura craneal y acabó en el depósito de cadáveres, desde donde fue conducido casi al infierno. “No sentí deseos de venganza ni odio hacia mis captores o mis torturadores. Lo que sentí fue asco. Asco de ver cómo el ser humano podía caer tan bajo e ir convirtiéndose en una bestia”, relataba en una entrevista sobre lo que padeció en el campo griego de concentración de Oropos, donde estuvo internado. Bernstein o Shostakovich fueron dos de los grandes nombres de la cultura que abanderaron una campaña para su liberación.
Electra, la favorita
Decidió entonces marcharse y esperar a que las cosas fueran de otra manera. El exilio y el silencio de su trabajo. Su música se prohibió pero él no cayó. Su prolífica carrera, que comenzó a los 17 años, produjo un trabajo enormemente variado que iba desde sinfonías hasta música para la televisión o la gran pantalla. Quién no recuerda a Anthony Quinn en la última escena de “Zorba el griego” película de 1964, basada en un libro de Kazantzakis. “Enséñame a bailar” le pide un trajeado Alan Bates a un sudoroso Quinn. “¿Bailar? ¿Has dicho bailar?”, pregunta este. Y lo demás, la playa, el mar, las montañas al fondo y esa música inmortal son historia. Theodorakis se convirtió en un referente absolutamente popular con esa danza de pocos minutos, brazo sobre hombro y que inmortalizó la amistad. ¿Con qué música de cine se quedaba? Cuando se le preguntaba apuntaba que con “Electra”, de Cacoyannis, donde destacaba la sobriedad de una rotunda Irene Papas.
Sin embargo el griego nacido en 1925 fue mucho más que un sirtaki, que ese baile que se creó ex profeso para “Zorba el griego”. No le sepultó, aunque pudo hacerlo, porque Theodorakis tenía un bagaje amplio (en los estudios que cursó en París Olivier Messiaen fue uno de sus maestros) pero de esa manera no hubo esquina en el mundo que se le resistiera a quien era tenido como el compositor griego más renombrado de la historia, además de un icono de la resistencia griega.
“La sinfonía es el último gran arte después de la tragedia griega y de la poesía. Surge en el siglo XVIII, por lo que es bastante moderna. Para mí es fruto del realismo alemán. Saben construir sonatas, sinfonías, cuartetos a partir del sonido, con él fan forma arquitectónica a la obra. Son la aristocracia de la música”, declaraba hace unos años. Sinfonía, oratorios y cantatas, himnos, ballets y óperas. Poco se le resistió. Su legado, inmenso, ya forma parte de la cultura. Gema Pajares
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