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Por Publicado el: 31/12/2019Categorías: Colaboraciones

Obituario de Harry Kupfer, icono de la escena operística

    Muere Harry Kupfer, icono de la escena operística

Andreas Schmidt, Thomas Quastohff, Irene Theorin, Hartmut Haenchen… Facebook, Skipe y otras redes cibernéticas comenzaron a llenarse al mediodía de ayer de sentidas palabras que entre loas y lágrimas daban cuenta de la muerte el lunes de Harry Kupfer, “unos de los más sabios y efectivos directores de escena con los que he trabajado en mi vida”, como escribía el barítono Andreas Schmidt, quien trabajó frecuente a las órdenes del ahora desaparecido director de escena. Había nacido en Berlín, en 1935 y creció –como tantos grandes de la escena alemana- bajo la estela poderosa de Bertolt Brecht y Walter Felsenstein, de quien fue asistente en la Ópera Cómica de Berlín  (Este) hasta 1981, año en que se convirtió su director general, hasta 2002.

harry-kupferPrecisamente el actual director general y artístico de la Komische Oper, Barrie Kosky, resaltó ayer en un comunicado “el excepcional instinto artístico de Kupfer, su dirección virtuosa, su apasionada forma de comunicar, su gran amor por el detalle y el ritmo, y su humor único y maravilloso, cualidades que le convirtieron en uno de los directores de ópera más excepcionales e influyentes de los últimos sesenta años”. Para el australiano Kosky, “prácticamente ninguna otra personalidad del mundo del arte estuvo tan profundamente ligado artística y emocionalmente a la Komische Oper como Harry Kupfer”. Durante su largo mandato en la Komische Oper, profundizó en la tradición vanguardista y rompedora que siempre definió la naturaleza del gran teatro berlinés. Ni siquiera en los largos años del Muro de Berlín se perdió ese prurito de libertad, crítica y novedad tan característico del mejor teatro berlinés y universal.

Kupfer desarrolló todo el comienzo de su imparable carrera en Alemania del Este, fundamentalmente en las óperas de Leipzig y, sobre todo, Dresde. Pronto destacó como uno de los grandes innovadores de la escena alemana y del gran repertorio operístico germánico. Deslumbró y escandalizó en la misma medida en su debut en Bayreuth, con un hipnótico y psicoanalítico El holandés errante que en su día no fue entendido por buena parte del conservador público wagneriano. Pese a ello, el perspicaz Wolfgang Wagner no vaciló en volver a invitarle al santuario wagneriano para realizar en 1988 un nuevo montaje de El anillo del Nibelungo, dirigido musicalmente por Daniel Barenboim y que con sus láseres y modernidades supuso un hito reconocido finalmente de modo unánime.

Fue precisamente Barenboim quien, fascinado por el talento y la personalidad de Kupfer lo llevó a su Staatsoper Unter den Linden de Berlín, nada menos que para convertirse en figura central y protagonista del maratoniano Festival Wagner que el plurinacional director de orquesta programó a principios de los años 2000, en el que ofreció todas las óperas de Wagner posteriores a El holandés errante. Casi todas estas producciones fueron vistas y vitoreadas en Madrid, en las costosas giras que anualmente Barenboim hacía al Teatro Real como colofón de la temporada. El nombre de Kupfer también fue querido especialmente en Barcelona, donde poco después de la proeza berlinesa el Liceu le encargó una producción inédita de El anillo del Nibelungo, que, sin embargo, se antojaba demasiado emparentada con la berlinesa. Fue estrenada en 2004 dirigida por Bertrand de Billy con unos repartos vocales de campanillas que poco o nada tenían que envidiar a los berlineses.

Pero Kupfer, creador de amplio espectro, no limitó su genio dramático al universo wagneriano. Célebre y ya legendaria es su arrebatadora producción de Elektra de Strauss para la Ópera de Viena, dirigida por Claudio Abbado y con un elenco vocal encabezado por Éva Marton, Cheryl Studer, Brigitte Fassbaender, James King y Franz Grundheber. Autor de más de 175 montajes operísticos, entre sus últimas producciones destacan El caballero de la rosa para el Festival de Salzburgo; Una vida por el Zar de Glinka para la Ópera de Fráncfort (2015), o el Macbeth de Verdi que estrenó en 2018 en la Staatsoper de Berlín. Con su muerte, desaparece uno de los últimos grandes iconos de la escena operística del último medio siglo. Justo Romero

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